El Colegio Electoral es una institución profundamente arraigada en el sistema político de Estados Unidos. Aunque ha sido objeto de numerosas críticas, también cuenta con defensores que argumentan que protege el federalismo y equilibra la influencia entre los diferentes estados.
Lo cierto es que, aunque podría parecer lógico que el candidato con más votos se lleve la presidencia, el sistema de Estados Unidos permite que un candidato gane el poder a pesar de perder el voto popular.
Esto ha sucedido en cinco ocasiones en la historia del país norteamericano, ¿quiénes son y por qué ocurre?
Cinco presidentes que ganaron la presidencia sin el voto popular
Si bien cualquier candidato que gane la mayoría o pluralidad del voto popular a nivel nacional tiene buenas posibilidades de ganar en el Colegio Electoral, no existen garantías. Según recuerda el Archivo Nacional de EE. UU, esto no ha ocurrido en las siguientes elecciones:
1. John Quincy Adams (1824)
La elección de 1824 es uno de los casos más polémicos en la historia de Estados Unidos. Ningún candidato obtuvo la mayoría en el Colegio Electoral, lo que llevó la decisión a la Cámara de Representantes, según lo estipula la Constitución.
Aunque Andrew Jackson (quien sería presidente más adelante en 1829) obtuvo más votos populares, fue John Quincy Adams quien resultó electo luego de que Henry Clay, otro de los candidatos, lo apoyara en la Cámara.
2. Rutherford B. Hayes (1876)
Samuel J. Tilden obtuvo la mayoría del voto popular y parecía tener ventaja en los votos electorales, pero una comisión especial del Congreso, tras un acuerdo informal conocido como el “Compromiso de 1877”, otorgó la presidencia a Rutherford B. Hayes a cambio de retirar tropas federales del sur.
3. Benjamin Harrison (1888)
En 1888, el presidente Grover Cleveland se enfrentó a Benjamin Harrison, quien resultó ganador del Colegio Electoral, aunque Cleveland había obtenido más votos populares.
4. George W. Bush (2000)
La elección de 2000 fue una de las más recordadas y controvertidas de la historia reciente de Estados Unidos. Al Gore obtuvo la mayoría del voto popular, pero la elección se definió en Florida, donde menos de mil votos le dieron la victoria a Bush tras un recuento manual y una decisión de la Corte Suprema, que puso fin al proceso de recuento.
5. Donald Trump (2016)
En 2016, la candidata demócrata Hillary Clinton ganó el voto popular por más de 2,8 millones de votos, pero Donald Trump obtuvo la mayoría de los votos electorales al ganar en estados clave del “Rust Belt” (Cinturón Industrial), como Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
¿Por qué ocurre esto y cuáles son las críticas al sistema?
El Colegio Electoral fue establecido por los Padres Fundadores de Estados Unidos como una medida de equilibrio entre estados grandes y pequeños, y para evitar que los estados más poblados dominen las elecciones. Según explica el Archivo Nacional de dicho país, este Colegio está conformado por 538 electores, asignados por estado según su cantidad de representantes en el Congreso.
A diferencia de un sistema de voto popular directo, como en Chile, en Estados Unidos la elección se disputa en primera instancia a nivel de estados.
En la mayoría, el candidato que gana el voto popular se queda con todos los votos electorales de ese estado, independiente del margen de victoria que haya obtenido. Para ganar la presidencia, un candidato debe obtener la mayoría absoluta de estos votos electorales, es decir, al menos 270 en total.
Según indica la Oficina de Arte, Historia y Archivos de la Casa de Representantes, a lo largo de la historia ha habido varios intentos por cambiar el sistema, particularmente después de casos en los que un candidato gana el voto popular, pero pierde en el Colegio Electoral.
Los críticos argumentan que esto contraviene el principio de “una persona, un voto”, ya que el voto de algunos ciudadanos en estados con menor población puede tener más peso en el Colegio Electoral. Por ejemplo, el voto de una persona en Wyoming vale 3,7 veces más que el de una persona en California.
Además, el sistema fomenta que los candidatos concentren sus esfuerzos en “estados bisagra” o “swing states” —aquellos que no tienen un claro favoritismo hacia uno de los partidos—, dejando de lado aquellos donde el resultado es más previsible.
Por último, también se argumenta que este sistema hace poco viable la existencia de candidaturas fuertes por parte de terceros partidos, es decir, además de Demócratas y Republicanos.