La rapamicina, conocida principalmente por su uso como inmunosupresor en pacientes que han recibido un trasplante de órganos, ha despertado un creciente interés por un motivo completamente diferente: su posible capacidad para retrasar el envejecimiento y extender la vida.
Aunque su uso principal sigue siendo prevenir el rechazo de órganos trasplantados, algunos la están tomando fuera de su indicación médica habitual (off-label) con la esperanza de que pueda ayudarles a envejecer más lento.
Sin embargo, este fenómeno está envuelto en incógnitas. Según indica un reportaje de The New York Times, no existe un registro claro de cuántas personas están usando rapamicina con fines antienvejecimiento, ya que muchos la obtienen sin receta o la adquieren a través de proveedores internacionales.
Aunque el optimismo entre los usuarios es palpable, la ciencia aún no ha respaldado completamente sus esperanzas.
¿Qué dice la ciencia?
La evidencia sobre el potencial de la rapamicina para prolongar la vida proviene principalmente de estudios en animales. En 2006, una investigación descubrió que podía extender la vida de la levadura, lo que abrió el camino para más estudios.
En 2009, un experimento mostró que los ratones tratados con rapamicina vivían aproximadamente un 12% más que aquellos que no recibieron la droga, generando entusiasmo en la comunidad científica.
No obstante, cuando se trata de humanos, los resultados no han sido tan claros. Los estudios realizados en personas son limitados y hasta ahora no han ofrecido respuestas definitivas sobre sus beneficios para la longevidad.
De hecho, la investigación en humanos es aún muy pequeña, lo que deja dudas sobre los efectos a largo plazo.
El estadounidense Robert Berger, de 69 años, señaló al citado medio que toma rapamicina todas las semanas para mejorar su salud. Sin embargo, asegura que hasta la fecha no ha visto cambios muy evidentes, más allá de una mejor salud en sus encías.
A pesar de sentirse con más energía, Berger asegura que “es realmente difícil saber cuánto es en realidad efecto placebo”.
Un caso similar es el de Anthony Holman, quien aseguró tomar una pequeña dosis cada semana ya por 15 meses. Eso sí, asegura no experimentar cambios notorios.
“Es casi como tomar vitaminas”, dijo. “No tomas vitaminas porque esperas un beneficio inmediato, sino con la esperanza de ver un beneficio con el tiempo”.
Riesgos y efectos secundarios
Uno de los principales riesgos del uso de rapamicina en humanos es que, al ser un potente inmunosupresor, puede comprometer el sistema inmunológico, aumentando la vulnerabilidad a infecciones y enfermedades.
Aunque algunos científicos entrevistados por el Times han admitido haber experimentado con la rapamicina en sus propias vidas, la mayoría prefiere esperar más investigaciones que arrojen luz sobre los riesgos y beneficios reales del fármaco en humanos.
Esta incertidumbre es lo que preocupa a los expertos. Al reducir la respuesta inmune, la rapamicina podría hacer que quienes la tomen fuera de su uso clínico corran un mayor riesgo de sufrir infecciones graves, lo que podría contrarrestar cualquier posible beneficio antienvejecimiento.
El futuro de la rapamicina
El interés en la rapamicina como una píldora de longevidad sigue creciendo, pero la evidencia disponible sugiere que aún queda mucho por aprender antes de que se pueda recomendar su uso generalizado para ralentizar el envejecimiento.
Hasta que más estudios en humanos se realicen, queda la incógnita de si la rapamicina realmente es el elixir de la juventud que algunos esperan, o si sus peligros superan sus posibles beneficios.