Comprar ropa nueva es una experiencia emocionante para muchos. Sin embargo, antes de estrenar esas prendas recién adquiridas, hay un paso esencial que muchas personas pasan por alto: meterlas a la lavadora.
La industria textil utiliza una amplia gama de productos químicos en el proceso de fabricación. Uno de los más comunes es el formaldehído, un compuesto que se emplea para evitar que las telas se arruguen.
Se trata de un compuesto potencialmente tóxico y que puede causar irritación en la piel y los ojos, así como sensibilización en las personas más vulnerables. Eso sí, el riesgo de salud depende de la concentración y el tiempo de exposición.
Lavar la ropa nueva antes de usarla
Un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos demostró que la absorción de formaldehído a través de la piel es menor que la inhalación de este compuesto en el aire (10% frente al 90%). Aun así, la exposición a través de la ropa sigue siendo una preocupación.
Según los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos, lavar la ropa antes de su primer uso puede reducir significativamente la cantidad de formaldehído y otros aditivos textiles presentes en las prendas.
Una sola lavada es suficiente para eliminar prácticamente todos los rastros de formaldehído en la ropa, independientemente de la concentración inicial.
Este simple paso es una recomendación especialmente para grupos vulnerables como los bebés y niños pequeños, quienes tienen una piel más delicada y susceptible a las irritaciones.
Lavar, aunque sea simplemente por higiene
Más allá de los productos químicos, la ropa nueva pasa por muchas manos antes de llegar a tu armario. Desde la fábrica hasta la tienda, las prendas pueden entrar en contacto con suciedad, polvo y bacterias.
Es posible que la ropa haya caído al suelo o haya sido manipulada por muchas personas, lo que la convierte en un potencial foco de contaminación. Lavarla antes de usarla es la mejor manera de asegurarte de que esté limpia e higiénica.