Desde el momento en que un hijo está en camino, padres y madres se encuentran inmersos en un torbellino de consejos y opiniones sobre cómo criarlo de la mejor forma. Las voces de familiares y amigos se mezclan con la avalancha de información de los gurús de crianza en las redes sociales, cada uno con sus propias teorías y métodos.
En medio de este bullicioso ecosistema, un enfoque ha comenzado a destacar, ganando adeptos por su perspectiva humanista y empática: la crianza respetuosa.
A pesar de su creciente popularidad, la crianza respetuosa no ha estado exenta del escrutinio público. Algunos la cuestionan, percibiéndola como una crianza sin límites ni consecuencias, que malcría a los niños al no establecer normas claras. Otros la perciben como un ideal inalcanzable, propio de “padres perfectos” que siempre saben qué hacer y nunca pierden la paciencia.
Estos mitos, a menudo alimentados por las redes sociales, perpetúan malentendidos y confusiones sobre lo que verdaderamente implica este enfoque. Al respecto, BioBioChile conversó con Blanca García, directora ejecutiva de Crianza en Flor y de la Red Chilena de Crianza Respetuosa, quien se refirió a los alcances y desafíos de esta filosofía de cuidado.
Los niños y niñas como sujetos de derecho
Respeto al desarrollo y los derechos humanos. Eso es, en pocas palabras, en lo que se sustenta la noción de crianza respetuosa: una crianza libre de violencias y que entiende al niño o niña como un sujeto de derechos.
“Que los bebés, los niños y las y los adolescentes no son objetos en los que tenemos un dominio y a los que podemos maltratar, sino que son sujetos de derecho. Son personas a las que tenemos que respetar, tratar, y asegurar y garantizar su desarrollo integral”, sostuvo García.
Lo cierto es que la violencia contra niños y niñas genera consecuencias para toda la vida. Según indica el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, muchos de los problemas de depresión, ansiedad, alcoholismo y violencia en los adultos, se relacionan con haber vivido violencia durante la niñez. Y la violencia no es solo física.
La violencia puede manifestarse de múltiples formas, incluyendo la emocional y psicológica. Gritos, humillaciones, chantajes y descalificaciones son formas de maltrato que, aunque no dejan marcas visibles, pueden herir profundamente la autoestima y el desarrollo emocional de un niño.
Ignorar las necesidades afectivas y emocionales en la niñez, o invalidar sus sentimientos, también constituye una forma de violencia. Estos actos pueden crear cicatrices invisibles, que a la vez pueden afectar su bienestar en el corto y largo plazo.
Crianza respetuosa, ¿niños sin límites?
Uno de los principales desafíos de criar a un niño o niña es evitar caer tanto en la sobreprotección como en la permisividad. Y es que ejercer la crianza respetuosa puede ser más difícil de lo parece.
Para García, es claro que no se trata del estilo de crianza más fácil, “porque requiere trabajo personal. Requiere conciencia de uno mismo. Requiere conciencia de nuestra sociedad, de políticas públicas que nos acompañen. Y requiere mucho de redes de apoyo”.
García señala que, en nuestra sociedad, la crianza respetuosa es particularmente desafiante, pero plantea una pregunta crucial: “¿Es una opción? Así como estamos hoy con la ley de garantía, con la ley de maltrato, ¿es una opción tratar bien y respetar los derechos humanos o es lo que nos toca hacer como sociedad?”.
Eso sí, la dificultad de este enfoque no debería ser la cuestión principal. Según García, lo fundamental es que debemos tratarnos bien: “No podemos andar golpeando a los niños, no podemos andar gritando a los niños. O en el otro extremo, no podemos estar negándole cuidados o no poniéndoles límites. Tenemos que respetarlos”.
La falta de límites también es maltrato
A propósito de estos dos extremos, la experta explicó que, por un lado, está la crianza autoritaria, que suele ser la más tradicional, que está centrada en el control, con mucha firmeza y a veces poco cariño. Y que, por el otro extremo, está la crianza permisiva, que puede tener mucho cariño, pero nada de firmeza y nada de control.
“Y es en el centro donde va la crianza respetuosa, que es cariño y firmeza al mismo tiempo. Y en ese lugar se entienden los límites como la expresión del cuidado perfecto”, aseguró García.
“Si quiero cuidar, si quiero brindar un desarrollo armónico, tengo que poner límites, tengo que rayar la cancha, porque si no, estoy negando cuidados y me estoy yendo a este otro extremo que es el de la de la crianza permisiva. (…) El negar, el no establecer límites, es una negación de cuidados, es una crianza negligente y de acuerdo a nuestra ley, hoy la negligencia es un tipo de maltrato”, recalcó la experta.
No existen recetas mágicas
En el mundo no existen fórmulas universales que garanticen el éxito. La crianza respetuosa no es una excepción: no existen recetas mágicas para ponerla en práctica. Cada niño es único, con su propia personalidad y necesidades, y cada padre o madre también trae consigo su propia historia, contexto y recursos.
García subraya que la clave para saber cómo abordar situaciones difíciles con los hijos es observar y comprender a cada niño individualmente. “La brújula es apagar el celular, dejar de mirar redes sociales y tips, y mirar a tu hijo. Hay que leer la motivación detrás de la conducta y eso solo nos lo va a decir nuestro hijo y nuestra capacidad de poder leerlo”, explica García.
“Cada uno cría desde la persona que es y desde el contexto y de los redes de apoyo y desde los recursos que tiene. Entonces, cuando hablamos de crianza respetuosa, no podemos dar recetas rígidas”. En ese sentido, no todas las estrategias o tips de enseñanza van a poder ser replicables al pie de la letra por otros
La experta en crianza respetuosa hace hincapié en que se trata de un proceso íntimo y personal, influenciado por el contexto y las redes de apoyo de cada familia. “Cada crianza, cada cuidador, cría desde su ser. Entonces, cada crianza es distinta y a su vez cada niño, cada adolescente, es distinto. No podemos dar recetas. Lo que sí podemos entregar es la promoción de crianza respetuosa y acompañamiento”.
“Yo tengo que preguntarle al otro quién eres tú, cuáles son tus habilidades, cuáles son tus motivaciones, con qué cuentas, dónde vives, quién te acompaña. ¿Crías solo o crías acompañado? ¿Estás en un posnatal o acabas de renunciar porque tu hijo con autismo hace crisis, entonces ya no puedes trabajar?”
En pocas palabras, la verdadera esencia de la crianza respetuosa radica en el respeto y la conexión genuina con el niño. No se trata de seguir un manual rígido, sino de adaptarse y responder a las necesidades individuales de cada niño y cada situación, siempre desde el respeto y la empatía.
La crianza respetuosa en toda la esfera social
La crianza respetuosa es un concepto relativamente reciente, que se sustenta en la Convención de los Derechos del Niño, adoptada hace poco más de 30 años. En Chile, la implementación de la Ley de Garantías, que promueve y garantiza los derechos de la niñez y adolescencia, se dio hace tan solo dos años.
La transición hacia una crianza bien tratante es un proceso que demanda apoyo constante, ya que muchas veces los cuidadores están tratando de cambiar patrones de crianza con los que fueron criados, sin tener referentes previos de cómo hacerlo sin maltratar. García destaca que “vamos sanando en el camino mientras criamos y, a su vez, nos damos cuenta de que estamos enfermos emocional y socialmente, porque ahí aparecen los dolores. Por eso es que requiere compañía”.
La experta subraya la importancia de una comunidad de cuidados y una sociedad del bienestar como elementos esenciales para una crianza respetuosa. “La crianza respetuosa en sí misma no se va a dar por arte de magia, sino que requiere de la participación de toda la sociedad y de políticas públicas en resonancia con ello”, afirmó.
Apoyar a los cuidadores es crucial para garantizar una crianza respetuosa. “Mamá y papá no pueden ser los únicos responsables de esto. Criar de manera respetuosa es una tarea de la sociedad completa, y eso implica políticas públicas que puedan apoyar a quienes criamos”. La crianza respetuosa, entonces, no es solo una cuestión de métodos y prácticas individuales, sino un esfuerzo colectivo que necesita el respaldo de toda la sociedad.