Este jueves se conmemoró un nuevo Día de los Pueblos Originarios en Chile. Aprender sobre su existencia es parte de la formación escolar y muchas personas conocen al menos uno de ellos, pero ¿Sabemos de sus formas de vida? ¿Se conocieron entre sí? ¿Cómo algunos fueron más desarrollados que otros?
Previo a la llegada de los españoles a América, el continente estaba habitado por decenas de pueblos que se ubicaban en zonas que en la historia moderna llamamos países, pero en la época no existían delimitaciones tan marcadas.
Algunas investigaciones dan cuenta que los humanos empezaron a poblar América hace unos 15 mil años, pero solo unos pocos llegaron a formar civilizaciones avanzadas, como los incas, mayas y aztecas.
Entender a los “pueblos originarios”
Cuando pensamos en los pueblos originarios de Chile, ciertos nombres salen casi por sí solos: mapuches, diaguitas, yaganes y selk’nam son algunos de los más conocidos. Sin embargo, poco se habla de que los incas también estuvieron en esta parte del mundo. Tampoco se piensa que muchos de ellos no ocupaban las limitaciones que hoy tenemos de fronteras nacionales.
“En la medida en la que no existe Chile, tampoco hay pueblo aborigen chileno, sino que hay sociedades que ocupan en algunos casos franjas de lo que hoy día son tres o dos países. Por ejemplo, los que hoy día denominamos mapuches habitaban tanto la zona central de Chile hasta el seno del Reloncaví, pero también ocupaban parte de lo que hoy día son las pampas y la Patagonia (Argentina)”, señala Manuel Ramírez Espíndola, académico y Dr. en Historia por El Colegio de México.
Similar es el caso de los diaguitas, quienes ocupaban un territorio que abarcaba el norte chico y la zona central de Chile, pero también el noroeste argentino, señala Ramírez, o el de los aymaras, que vivían en lo que hoy es nuestro país, así como Perú y Bolivia.
Por ello es que él afirma que el término más apropiado para referirse a las comunidades que ocuparon la zona es “pueblos andinos”.
“Los pueblos andinos son pueblos que habitaron toda la franja occidental de Sudamérica, desde lo que hoy día es Venezuela hasta los confines de Chile y Argentina en la Patagonia Austral. Se los denomina andinos justamente porque están ubicados en la franja andina, en el cordón cordillerano andino. Y tienen una denominación común no solamente por el espacio en el que habitan, sino también porque tienen relaciones lingüísticas, económicas, sociales, étnicas, desde por lo menos la llegada del hombre americano hace unos 20.000 años atrás”, detalla Ramírez.
Los “promaucaes”
Quizás uno de los más reconocidos de Chile son los mapuche, por las implicancias que el pueblo tiene hasta nuestros días con su herencia cultural y social, sin embargo, no se habrían constituido como un mismo conglomerado hasta el siglo 19.
El académico describe que en la época colonial recibían el nombre de “araucanos”, pero que incluso mucho antes, cuando cohabitaban lo que hoy es Chile con los incas, éstos eran denominados como “promaucaes”, que viene de “puruma” (salvaje) y “auca” (enemigo o rebelde), detalla Eduardo Téllez en su tesis “Los Promaucaes”. En este caso los incas se referían a las comunidades que vivían entre Aconcagua y el río Maipo. Más tarde en la historia pasaron a ser identificados como “picunches”.
Al sur del río Toltén se encontraban los huilliches, chiquillanes, pehuenches, puelches, chonos, cuncos, selk’nam, kawésqar y otros. Respecto a todos estos pueblos, el historiador enfatiza que en la historia reciente los podemos diferenciar, pero antes estaban más segregados y que, incluso, de tener un nombre, recibían el del lof o del cacique principal de la comunidad.
“No existía una denominación común para estos pueblos. Tampoco había un sentido de identidad común. Y eso va surgiendo justamente a partir de la conquista, con todo lo que implicaron los fenómenos de resistencia de estas comunidades”, sostiene.
De pueblos a civilizaciones
En muchas ocasiones utilizamos el término “nación” o “pueblo” para referirnos a los pueblos originarios, pero el historiador señala que al menos en el caso de los grupos que vivían en nuestro actual territorio, éstos no llegaron a conformar sociedades complejas.
Distinto es el caso de los incas. “En el segundo milenio después de Cristo, ellos inician una expansión interna primero, donde se van unificando los distintos clanes dentro de la sierra, y luego a partir del siglo 13 empiezan una expansión hacia afuera y empiezan a conquistar señoríos externos, hasta que se hacen un gran imperio y llegan hasta los confines de América del Sur”, llegando incluso hasta el río Maipo, apunta Ramírez.
Al integrar una misma comunidad, pudieron crecer de forma más ordenada y evolucionar. Por lo que consiguieron pasar de cazadores y recolectores a agricultores, luego a sedentarios, aldeanos y a habitantes de ciudades.
“Cuando hablamos de sociedades urbanas hablamos de sociedades cada vez más complejas, donde la religión es compleja, la política, la estratificación social son sociedades complejas. Distinto es el caso, por ejemplo, de los pueblos que hoy día conforman Chile. Eran pueblos que si bien conocían la agricultura y la alfarería, nunca llegaron a una evolución de estados complejos, solamente se quedaron en la unidad básica”, argumenta.
En el punto más opuesto se ubican los pueblos que habitaron de Puerto Montt al sur, quienes no lograron expandir sus culturas tanto más allá de lo que ya habían hecho los primeros habitantes del continente hace 15 mil años.
Esta modesta expansión, como ocurrió con los tehuelches o los onas, se habría producido por sus estilos de vida. Se dedicaban a la caza y la recolección, no habitaban un lugar fijo ni conocían la agricultura. Por el contrario, los casos más exitosos se caracterizaban por tener ganado, desarrollar la agricultura, comerciar con otras comunidades que les permitió adquirir nuevos conocimientos.
Esos vínculos le habrían permitido a los mapuche desarrollarse de una forma más avanzada sobre otras comunidades locales. El académico asegura que es probable que dentro de las comunidades mapuche hubieran miembros de origen quechua o aymara “porque eran sociedades multiétnicas y que tenían mucha movilidad”.
Respecto a la desaparición de todos estos pueblos originarios una buena parte vino a través del exterminio asociado a la conquista española, pero también de la mano de las formas de vida que comenzaron a adoptar a partir de ese cambio brusco. El historiador comenta que muchos indígenas cambiaron sus nombres y apellidos. Otros fueron suplantados.
A ello se suman factores como las migraciones del campo a la ciudad, la educación formal y la imposición de nuevas normas sociales. Pese a ese “borrado” cultural, los últimos años hemos visto cada vez más movimientos que buscan resignificar las historias de sus ancestros en un rescate por mantener esas tradiciones vivas.