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¿Qué es la cosmética antiestrés? La clave para un cuidado exitoso de la piel y de la que poco se habla

Por Bárbara Haas
Con información de Perfil.

03 mayo 2024 | 16:58

Mientras que la euforia es una respuesta visceral e inmediata a los instintos primarios, la felicidad es un sentimiento más profundo y sutil que se construye gradualmente a través del refuerzo positivo.

La confusión entre estos conceptos radica en cómo experimentamos el placer a través de la dopamina, una hormona que desempeña un papel fundamental en el encendido del deseo y la motivación.

La dopamina se secreta durante situaciones placenteras y activa receptores en nuestro cerebro, lo que nos hace sentir bienestar. Según el psiquiatra Anders Hansen, esta hormona tiene una amplia distribución en el cerebro, lo que explica por qué la sensación de felicidad puede manifestarse de diversas formas.

El estado de ánimo cutáneo

Si nos ponemos idílicos, podríamos decir que la dermis tiene sentimientos. Pero existe una explicación más realista. Resulta que la dermis se estresa y todo comienza desde que estamos en el útero.

Una masa de células se divide y se desarrolla, de una sola capa de tejido embrionario nacen dos sistemas aparentemente separados, pero inherentemente interconectados: el cerebro y la piel. O sea, están destinados de por vida.

Cuando uno siente vergüenza, el otro se sonroja. Si uno padece dolor, el otro lo procesa. Y cuando uno soporta el peso del estrés diario, en la piel hay consecuencias. Inclusive, de acuerdo al legado genético, el tejido dérmico puede reaccionar con acné, eczemas, psoriasis y hasta un ataque de rosácea.

¿Genética privilegiada? Los dermatólogos recomiendan no subestimar la deshidratación, el tono apagado, la grasitud e incluso el aspecto envejecido; porque el malestar no perdona.

“La clave está en detectar si estamos frente a un caso de estrés aislado o agudo y tal vez crónico”, dice la Dra. Whitney Bowe, “la” dermatóloga de Nueva York y creadora del programa viral #skincycling. Una rápida oleada de tensión hasta puede llegar a ser algo bueno, porque como cualquier impacto, provoca una respuesta en el organismo.

“Por ejemplo, cuando sufrimos una herida, se activa la alarma de la fábrica de colágeno para acelerar la cicatrización. En este caso el estrés estuvo ahí y se fue. Cuando es crónico y continuo, hay que atajarse porque es el que pasa factura”, agrega.

La cosmética antiestrés

No hay mejor indicio de que algo no anda bien como las reacciones cutáneas. Casi todo lo que pasa por el subconsciente se ve reflejado en la epidermis. Y eso puede indicar que también nos está afectando por dentro. Solo que no lo vemos.

Primero conviene saber que gran parte de la conexión entre la piel y la psique se debe a la sobreproducción de cortisol, la principal hormona del estrés, y su efecto sobre la barrera cutánea. Ella se ocupa de atrapar la humedad y manter alejados los alérgenos, irritantes y contaminantes.

Parte de la comunidad científica asegura que este escudo natural cumple de forma eficaz el trabajo que nos ofrecen la mayoría de los productos del mercado.

Pero hay detractores. Y el alegato del último World Experts Meeting es que se necesitan tres cosas para prosperar sin ayuda extra: aceite, agua y microbioma. Sin embargo, resulta que el cortisol es poderoso y los agota a los tres. Por lo tanto, un comodín a base de ingredientes clave no viene nada mal.

Una buena crema hidratante, por ejemplo, sirve exactamente para controlar la situación y fortalecer la barrera hidrolípica. “No suele promocionarse como el producto más importante de la rutina beauty, pero esto es un error a favor del marketing que promociona cremas más costosas”, asegura la doctora Victoria Manning, miembro del Colegio Británico de Medicina Estética.

Y agrega que: “un tratamiento que selle el agua es tan o más importante que el suero con tecnología espacial que usamos de noche; por el simple hecho de que una piel deshidratada es el comienzo del envejecimiento prematuro”. De nada sirve usar el cosmético más tecnológico y costoso si no nos cuidamos debidamente durante el día.

El producto indicado es el que va a trabajar de guardia jornada completa en la “puerta” de nuestro organismo, la piel.

¿Puede fallar? Sí. Y cuando nada de esto funciona, hay que reforzar los cuidados. El estrés tiene un as en la manga y es su mejor mensajero: el cortisol. ¿En qué nos afecta la liberación de esta hormona? Ralentiza la producción de aceites saludables propios del cuerpo. Aparecen la sequedad, la aspereza y la irritación, porque los lípidos encargados de sellar la humectación no están preparados para levantar un escudo. Entonces, comienza la caótica pérdida transepidérmica de agua: la deshidración.

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Cuidado: el cortisol es un arma de triple filo. También estimula la sobreproducción de sebo, que está implicado en el acné. De hecho, las personas con piel grasa son más propensas a esta patología cuando están bajo situaciones que afectan en lo emocional. ¿Por?

“Se altera el PH cutáneo y compromete el manto ácido. A raíz de esto se crea un ambiente inhóspito para el billón de microorganismos simbióticos que existen sobre y dentro de la barrera cutánea, también conocido como el microbioma”, explica un informe de la Medical Dermatology Society.

Microbioma y estrés

En condiciones ideales, el microbioma hace que el cuidado tópico sea casi superfluo. Hay microbios que se alimentan del sebo, lo que ayuda a mantener niveles saludables de grasa. Otros se nutren de las células muertas de la capa más superficial. Es cuando entra en juego el exfoliante. Entonces, ¿cuándo conviene usarlo o evitarlo?

Cuando el microbioma experimenta un crecimiento excesivo de las llamadas bacterias malas, como la del acné. Sucede porque la comunidad de organismos se vuelve más propensa a infecciones, irritación, inflamación e hiperpigmentación. También más sensible a los agresores externos, como los radicales libres generados por la contaminación.

¿El estrés es capaz de alterar nuestro microbioma? Sí. Estudios de la American Society of Dermatology concluyen en que tiene efectos significativos en la composición de la microbiota tanto intestinal como cutánea.

El estrés sistemático es Sansón, ya que hace que el cuerpo produzca radicales libres. Estos pequeños misiles apuntan a las células para destruirlas y causar estrés oxidativo, pérdida de elastina y el colágeno, la aparición de líneas finas, arrugas y varias patologías.

La exposición crónica al cortisol también inhibe la producción de ácido hialurónico y colágeno, que mantienen la piel tersa y saludable. Cuando no hay producción suficiente, se vuelve más frágil y delgada. Por lo tanto, más vulnerable.

Lamentablemente, los sueros a base de ácido hialurónico y las cremas con colágeno no pueden contrarrestar los efectos del cortisol. Los ingredientes tópicos no tienen el mismo propósito biológico que los producidos en el cuerpo y rara vez penetran hasta la dermis, donde se encuentran naturalmente. Este es el momento para consultar con el especialista.

No es que no sirvan para nada. “La mayoría de los productos están destinados a consumidores que tienen una barrera cutánea saludable, porque exponerse a los ingredientes cuando ya está dañada, sólo exacerba los problemas existentes”, asegura Ron Robinson, químico cosmético y asesor de las chicas de Hollywood.

Recomienda en sus videos: eliminar de la rutina de la piel estresada los ingredientes que degradan la barrera, como el ácido glicólico, el salicílico, el peróxido de benzoilo y el retinol. Secan mucho y realmente agotan la función normal y saludable.

Hay que evitar cualquier formulación sin enjuague que contenga aceites esenciales, ya que también pueden irritar.

El mejor remedio

Lo más importante es entender que los dermatólogos son los psicólogos de nuestra piel. Y los indicados para organizar nuestra rutina beauty con los activos que necesitamos.

Al cuidado correcto y a conciencia, la meditación es una buena idea. No alcanza para curar patologías ni revertir la aparición de arrugas, pero está comprobado que activa el sistema nervioso parasimpático del cuerpo, disminuye el cortisol y la inflamación.

“Una buena respiración es imbatible. Es capaz de colaborar con barrera cutánea para que deje de filtrar y retenga la humedad”, explica el Dr. Robinson.

El experto les dice a sus pacientes -Jennifer Aniston, Hailey Bieber- que piensen en la meditación como: “La magia de ordenar la mente que cambia la vida”. Aconseja tratar de encontrar un lugar en el que podamos sentarnos en silencio durante 20 minutos al día y repasar los pensamientos.

“Si nos viene a la mente algo que no nos produce alegría, usar esa misma energía para descartar cualquier pensamiento desagradable que haya aparecido en ese fotograma mental”. También asegura que respirar es el consejo para el cuidado más sencillo y a su vez el más eficaz que existe.

La investigación del Dr. Herbert Benson de la Facultad de Medicina de Harvard muestra que respirar lenta y profundamente desencadena la respuesta de relajación y evita que el estrés psicológico se traduzca en inflamación física. Otro de sus consejos: “Traten de no ver imágenes de violencia antes de acostarse”.

¿Puede una piel saludable hacernos más felices? Según la medicina, no. Sin embargo, sí nos hacen sentir mejor, a gusto con nuestro propio cuerpo y eso estimula la hormona del placer, por más efímero que sea, vale la pena.

No solo para lucir bien por fuera, sino saber que también es probable que estemos sanos por dentro. Estos gestos que podemos hacer por nuestra piel y por nosotros mismos no ocasionan demasiado esfuerzo, todo lo contrario. Y la recompensa es grande.

Este artículo fue publicado originalmente en Marie Claire.