Admirado por algunos, odiado por otros y temido por muchos. A los 100 años falleció Henry Kissinger, una de las figuras más relevantes (si no es que la más relevante) en la política exterior estadounidense de mediados del siglo XX.
“Este hombre tan famoso, tan importante, tan afortunado. Que lograba paradójicas alianzas y conseguía acuerdos imposibles. Tenía al mundo con el alma en vilo. Como si el mundo fuese su alumnado de Harvard”. Con estas palabras, la periodista Oriana Fallaci abría la entrevista que hizo a Henry Kissinger en noviembre de 1972.
Y continúa diciendo: “Este personaje increíble, inescrutable, absurdo en el fondo, que se encontraba con Mao Tse-Tung cuando quería, entraba en el Kremlin cuando le parecía, despertaba al presidente de los Estados Unidos y entraba en su habitación cuando lo creía oportuno. Este cuarentón con gafas ante el cual James Bond queda convertido en una ficción sin alicientes. Que no dispara, no da puñetazos, no salta del automóvil en marcha como James Bond, pero aconsejaba guerras, terminaba guerras, pretendía cambiar nuestro destino e incluso lo cambiaba. En resumen. ¿quién es Henry Kissinger?”
En 1972, Estados Unidos se encontraba en plena Guerra de Vietnam. Ese mismo año, un 8 de junio, fue capurada la famosa fotografía de cinco niños corriendo delante de soldados después de haber sido quemados con napalm. Y un año antes, Víctor Jara grababa “El derecho de vivir en paz” en solidaridad con el pueblo vietmanita.
51 años después de esa entrevista, murió Henry Kissinger a los 100 años. El ex secretario de Estado de los Estados Unidos fue pieza clave en el desenlace de una serie de conflictos y eventos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, especialmente durante la Guerra Fría.
Su legado se percibe hasta hoy, y su impronta quedó en cada país donde pisó suelo (o tuvo llamadas telefónicas). Pero, ¿quién fue Henry Kissinger?
“Pobre Nobel. Pobre Paz”
Kissinger fue consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado de los presidentes estadounidenses Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1977), pero su legado se percibe hasta hoy. Incluso, hasta hace poco sorprendía a miles por su lucidez para opinar sobre eventos del mundo actual, como la guerra en Ucrania o el avance de la inteligencia artificial.
Fürth (Alemania) fue el pueblo que lo vio nacer en 1923, en el seno de una familia judía que, años más tarde, llegaría a Nueva York huyendo de los nazis.
Kissinger fue el arquitecto de la política exterior de cara a la Unión Soviética, la cual sería decisiva en el rumbo de la Guerra Fría. Además fue artífice de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y China, y algunos expertos concuerdan en que fue un personaje clave para frenar la proliferación nuclear.
“¿Qué pasaría si Kissinger se muriera? Que Richard Nixon se convertiría en presidente”, se bromeaba en Washington a inicios de los años 70, haciendo alusión a que quien movía los hilos en la Casa Blanca era él.
Las controversias de su política exterior no le impidieron recibir, en 1973, el Premio Nobel de la Paz junto a su homólogo, el vietnamita Le Duc Thuo. Esto, por sus negociaciones secretas para poner fin a la guerra de Vietnam. A diferencia de Kissinger, el vietnamita sí devolvió el galardón luego de que el conflicto no terminara tras los Acuerdos de París. “Pobre Nobel. Pobre paz”, escribía Fallaci antes de dar inicio a su entrevista con Kissinger.
Kissinger y América Latina
“No podemos permitir que Chile se vaya a las alcantarillas”, dijo el ex consejero en 1970.
“A Kissinger no le molestaban las dictaduras. De hecho, le gustaban si estaban del lado de Estados Unidos y mantenían el comunismo fuera de América Latina”, explicó recientemente a EFE el historiador Mario Del Pero.
Antes incluso de que Allende asumiera la presidencia de Chile, desde Estados Unidos ya miraban con malos ojos la llegada de la extrema izquierda al poder. En ese sentido, destaca en 1970 el atentado al general René Schneider. Si bien el plan original era solo secuestrarlo y no asesinarlo, estos (Kissinger y Nixon) jamás mostraron arrepentimiento. Es más, estaban más ocupados en molestarse por “la incompetencia” de los militares chilenos de no haber podido impedir el asenso de Allende al poder.
Al ex secretario de Estado también se le recordaría por su respaldo a la dictadura en Argentina, así como la gestión de un sistema formal de coordinación entre los países del Cono Sur, conocida como Plan Cóndor y que tenía como fin erradicar los movimientos de izquierda en Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia y Brasil.
“No estoy de acuerdo con ningún pacifista”
“Hablemos de la guerra, doctor Kissinger. Usted no es pacifista, ¿verdad?”, le preguntó la periodista, Oriana Fallaci, en noviembre de 1972.
“No, no creo serlo”, respondía Kissinger. “Aunque respete a los pacifistas genuinos, no estoy de acuerdo con ningún pacifista. Y en especial con los pacifistas a medias: los que aceptan la guerra por una parte y son pacifistas por la otra. Los únicos pacifistas con los que acepto hablar son los que soportan hasta el final las consecuencias de la no violencia”.
Y agregaba que “incluso de éstos hablo sólo para decirles que serán aplastados por la voluntad de los más fumes y que su pacifismo sólo les conducirá a horribles sufrimientos. La guerra no es una abstracción, es una cosa que depende de las condiciones. La guerra contra Hitler, por ejemplo, era necesaria”.
“Lo que no quiere decir que la guerra sea necesaria de por sí, que las naciones deban hacerla para mantener su virilidad. Quiero decir que existen principios por los cuales las naciones deben estar prepadas para combatir”, aseguraba.
“Y de la guerra de Vietnam ¿qué tiene que decirme doctor Kissinger? Usted no ha estado nunca contra la guerra del Vietnam, me parece”, increpó la periodista.
“¿Cómo podría estarlo? Ni siquiera lo estuve antes de ocupar mi posición actual… No, no he estado nunca contra la guerra del Vietnam”, aseguró.
El hombre detrás del político ¿Quién era Henry Kissinger?
Sobre su reputación de playboy, Kissinger admitió “me ha sido y me será útil porque ha servido y sirve para tranquilizar a la gente. Para demostrarle que no soy una pieza de museo. Y, además, la reputación de frívolo me divierte”.
“En parte es exagerada, por supuesto”, agregó “pero en parte, admitámoslo, es cierta. Lo que importa no es hasta qué punto es cierta o hasta qué punto me dedico a las mujeres. Lo que cuenta es hasta qué punto las mujeres forman parte de mi vida, si son una preocupación central. Pues bien, no lo son en absoluto. Para mí las mujeres son sólo una diversión, un hobby. Nadie dedica un tiempo excesivo a los hobbies. Y que yo les dedique un tiempo limitado se comprende dando un vistazo a mi agenda”.
Al final de la entrevista, Oriana Fallaci increpó al político diciéndole “nunca he entrevistado a nadie que sortease como usted las preguntas y las definiciones exactas, nadie que se defendiese como usted ante la tentativa de penetrar en su personalidad”.
A esto, Kissinger respondió que “hay quien me pinta como un personaje atormentado, misterioso, y quien me pinta como un tipo casi alegre que sonríe siempre, que ríe siempre. Las dos imágenes son inexactas. No soy ni uno ni otro. Soy… No le diré qué soy. No se lo diré jamás a nadie.”