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(Artículo 04 del Código Procesal Penal)
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¿Sientes que no descansas bien de noche? Hay numerosos factores que podrían estar afectando tus horas de sueño y puede que ni siquiera te des cuenta.
Incluso si no notas ningún problema, puede que estas cosas estén generando pequeños impactos al momento de irte a dormir. Así que aquí te contamos tres detalles que podrías verificar.
Usas la almohada equivocada
Usualmente las personas usan las mismas almohadas estándar, pero en realidad existen diferentes tipos que pueden ayudarte a descansar mejor, dependiendo de la postura en la que duermes.
Según explica la empresa de artículos de cama CIC, para dormir boca arriba es mejor usar almohadas medianas de 12 y 13 centímetros de firmeza, con grosor medio, para dar mejor soporte al cuello sin presionarlo. Asimismo, debería ser más baja en los hombros.
Por el contrario, quienes duermen boca abajo se verían beneficiados por almohadas más bajas, de 10 cm, para evitar presión excesiva en la mandíbula.
Y para ponerse de lado, son mejores las almohadas de unos 15 cm de alto, de forma que la cabeza y el cuello estén alineados con la columna.
No lavas bien la ropa de cama
Hay muchas personas que son alérgicas a los ácaros del polvo o al polen, y los niveles de sensibilidad pueden variar dependiendo de cada uno. Si crees que podrías ser sensible a esos factores, la clínica estadounidense Mayo aconseja lavar con frecuencia las sábanas y las frazadas con agua caliente, que esté a una temperatura mínima de 54 °C, lo cual contribuye a eliminar los ácaros del polvo.
Asimismo, indica que existe ropa de cama que es a prueba de alérgenos, para la almohada y el colchón, que pueden ayudar a aliviar los síntomas.
Tampoco es recomendable tener alfombras en tu habitación.
No te expones a luz natural durante el día
Más allá de detalles técnicos derivados de tu cama y habitación, otro factor que tiene grandes impactos en nuestro sueño es la luz natural. Y es que el sol es el que guía a nuestro reloj biológicos, conocido científicamente como el ritmo circadiano.
De acuerdo a la cadena británica BBC, nuestro cuerpo adecúa nuestro ritmo interno a la luz solar, para saber cuándo es de noche y se debe dormir. Si no nos exponemos a la luz y estamos a oscuras por mucho tiempo, el organismo se confunde y no sabe qué hacer. En consecuencia, puede afectar nuestros horarios.
La publicación cita algunos científicos, como uno desarrollado en Holanda, donde se estudió el caso de los ancianos que viven en hogares, quienes no suelen recibir tanta luz solar. En la investigación, se “aumentó la luz en las áreas comunes de un asilo de ancianos, mientras intentaba que los dormitorios fueran lo más oscuros posible. Esto pareció reducir las siestas diurnas y estabilizar el sueño nocturno, lo que mejoró la capacidad mental y la sensación de bienestar”.
También destaca que el horario al que nos exponemos a la luz solar también influye: “La luz del atardecer, por ejemplo, retrasa nuestro reloj corporal, haciéndonos levantarnos más tarde al día siguiente. La luz de la mañana avanza el reloj, lo que nos hace levantarnos más temprano”.
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