Con la llegada de la Variante Delta las preguntas sobre cómo prevenir el contagio han ido en aumento, dejando como protagonistas a las mascarillas.
Hace unos días fue la misma Subsecretaria de Salud, Paula Daza, quien recomendó el uso de una mascarilla de tres pliegues o como es conocida, una quirúrgica, con el fin de evitar los contagios de esta nueva variante.
Sin embargo, expertos internacionales señalan que la mascarilla más efectiva sería la N95 (también la KN95), fabricada principalmente para que la use personal de la salud o trabajadores esenciales.
Joseph G. Allen, director del programa Healthy Buildings en la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard y profesor asociado de dicha institución, escribió una columna para el diario The Washington Post, en la cual expone por qué la N95 es la mejor opción para esta pandemia.
El especialista enfatiza en que la mejor manera de incrementar la seguridad en trabajadores esenciales es usar mejores mascarillas.
“En la lucha por obtener información y herramientas durante los primeros días de la pandemia, era aceptable afirmar que cualquier cubrebocas de tela servía porque es cierto: cualquier cobertura facial es mejor que ninguna. Pero desde entonces hemos aprendido mucho, y necesitamos ajustar nuestra estrategia“, manifestó Allen.
El biólogo explica que una mascarilla de tela puede atrapar la mitad de las partículas que exhalamos ya sea al hablar, cantar o simplemente respirar. “Un cubrebocas de tela de tejido ajustado puede llegar a entre 60 y 70%, y una máscara quirúrgica azul puede llegar al 70 u 80%“, agrega.
Sin embargo, para él ya no suficiente que sólo los trabajadores esenciales utilicen mascarillas de alta protección como es la N95, sino que todas las personas deberían usarlas.
“Para ver el verdadero poder de los cubrebocas como una herramienta de salud pública, tenemos que examinarlos en un contexto en el que todos los utilicen, donde el poder de cada cubrebocas se duplica”, detalla Allen.
Esto se debe principalmente a que dichas partículas exhaladas, tienen que “atravesar el material dos veces: una tras ser emitidas y luego antes de que alguien las inhale”.
No obstante, el profesional explica que las N95 entregan una disminución a la exposición del virus de hasta 99%, a diferencia de mascarillas que protegen un 70% y que combinadas pueden aumentar a un 91% su nivel de protección.
“Si a eso le agregamos una mejor ventilación y cierta distancia entre las personas, tendremos como resultado protecciones de nivel hospitalario”, afirma.
Aunque esto suena prometedor, en el caso de nuestro país, este tipo de mascarillas, tanto la N95 como la KN95, tienen un costo más elevado que las quirúrgicas y las de tela, situación que se repite también en Estados Unidos y esto se debe, según explica Allen, a que “al principio eran mascarillas baratas, pero que su producción fue exclusiva para trabajadores esenciales, lo cual fue un error”.
Efectividad de una mascarilla
El buen resultado ante el uso de cualquier tipo de cubrebocas recae principalmente en que esta esté bien ajustada al rostro, es decir, no pueda escapar ni entrar ningún tipo de partícula que podría contener el coronavirus.
De acuerdo al Centro de Control de Enfermedades (CDC), las mascarillas deben cubrir totalmente la nariz y boca, ajustarse muy bien a las mejillas sin dejar ningún espacio y deben ser manipuladas desde las tiras que van detrás de la oreja, evitando tocar la mascarilla en sí para no contaminarla.
Según el CDC, una buena forma de verificar que el tapabocas esté correctamente, es realizar una verificación de sellado del usuario.
“Coloca tus manos sobre el cubrebocas para bloquear el aire que la atraviesa y exhala suavemente. No debes sentir aire saliendo de los lados o hacia tus ojos. Luego, prueba si permanece en su lugar moviendo tu cabeza de lado a lado y girándola”, explica el sitio del CDC.
Para poder obtener un alto nivel de protección, Joseph G. Allen indica que la mejor opción es la N95, ya que está certificada, pero también recomienda el uso de una KF94, modelo creado en Corea del Sur.
“A continuación, elegiría las KN95, pero aquí hay un problema: el gobierno estadounidense informó que los KN95 provenientes de China podrían no cumplir con los estándares a menos de que el fabricante posea un “Certificado NIOSH (sigla en inglés de Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional)”, sostiene.
Entonces, la recomendación sería que ante la compra de una mascarilla KN95, debe cerciorarse de que cuente con la certificación correspondiente, que en Chile equivale a la norma de la Unión Europea, cuya certificación es otorgada por el Ministerio de Ciencia y suele tener la norma GB2626-2006 o GB2626-2019 impresa en la mascarilla, banda elástica o en la misma caja.
Cabe destacar que tanto las mascarillas N95, KN95 y quirúrgicas, no deben ser sanitizadas con alcohol o ningún elemento líquido, debido a que al mojarlas pierden su capacidad de filtro contra las partículas contra las que estas mascarillas actúan como barrera.
No obstante, si no puedes encontrar alguna de estas, también se recomienda el uso de doble mascarilla, utilizando una quirúrgica y sobre ella una de tela.
“El quirúrgico te proporciona una buena filtración certificada, mientras que el de tela que va encima ayudará a mejorar el ajuste. Investigaciones muestran que esto puede lograr una filtración superior a 90%“, agrega Allen.
Sobre el tiempo que se puede utilizar una mascarilla, las N95, KN95 y KF94, tienen una vida útil de hasta ocho horas y luego deben ser desechadas. En cuanto a las mascarillas quirúrgicas, estas no deben ser usadas por más de cuatro horas, mientras que las de tela, al ser reutilizables, sólo basta con lavarlas.
Para poder desecharlas, es necesario lavarse las manos para retirarlas de la cara, se quitan siempre desde la banda elástica. Luego, se recomienda ponerla dentro de una bolsa para asegurarla y desecharla a la basura convencional, pero esta no puede ser reciclada.
En caso de desechar la mascarilla de un paciente contagiado de coronavirus, en dicha bolsa de desecho se deberá especificar que existe un peligro de contaminación con ese elemento.
Tanto para Joseph G. Allen como para la comunidad científica, un mejor tipo de mascarilla podría ser clave para frenar la alta tasa de contagios que aún existe en el mundo, sobre todo con la llegada de nuevas variantes como la Delta, que presentan un mayor desafío para la comunidad médica en general.
En tanto, de acuerdo a los porcentajes de protección que aporta cada tipo de mascarilla, según la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard es el siguiente:
1. Mascarilla Quirúrgica: otorga de un 50 a un 70% de protección y su estructura contiene tres capas, en las cuales la capa exterior tiene propiedades hidrofóbicas y la interior, que está en contacto con nuestra piel, boca y nariz, la capacidad de absorber la humedad.
2. Mascarilla N95: entrega un 95% de protección y está hecha en base a un filtro mecánico que proporciona un aislamiento de diferentes partículas, por eso es la más recomendada para prevenir la nueva variante Delta.
3. Mascarilla KN95: este tipo de cubre boca otorga también un 95% de protección y cuenta con una estructura de cinco capas.
4. Mascarillas de tela: este tipo de tapaboca otorga de un 20 a un 50% de protección contra las partículas del coronavirus.
5. Mascarilla de tela más una quirúrgica: el uso simultáneo de este tipo de mascarillas otorga una protección de hasta un 85% de efectividad.
6. Mascarilla KF94 (o del tipo FFP2): este tipo de cubre boca entrega un 95% de efectividad y está compuesta por cuatro capas de protección.