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(Artículo 04 del Código Procesal Penal)
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El trastorno afectivo estacional, que es más común en otoño, también puede manifestarse en primavera. Esta condición se da cuando tenemos sentimientos depresivos sin motivo aparente, y que pueden estar relacionados con los cambios estacionales notorios. Se caracteriza por una sensación tristeza inexplicable, anhedonia (dejar de disfrutar de actividades placenteras) y alteraciones en el sueño, entre otros síntomas, explica Andrés Herrera, psicólogo clínico y gerente de Integración del IST. Algunos de los factores que influyen en su prevalencia suelen ser la sensibilidad a la luz natural y la ubicación geográfica.
Muchas piensan que el trastorno afectivo estacional, a veces conocido coloquialmente como depresión estacional, solo puede ocurrir en otoño, pero no es así: aunque sucede con menor frecuencia, también puede presentarse durante la primavera.
¿En qué consiste esta patología? Se trata de un tipo de trastorno afectivo que suele estar ligado a sentimientos depresivos y está directamente relacionado a los cambios drásticos de estación, es decir, cuando pasamos de otoño a verano o de invierno a primavera.
Durante este periodo, en que se modifica el tiempo meteorológico de forma notoria y también la duración de los días, muchas personas comienzan a verse más decaídas que de costumbre, sin una razón aparente que lo explique.
Para conocer más al respecto es que entrevistamos a Andrés Herrera Spencer, psicólogo clínico y gerente de Integración del IST (Instituto de Seguridad del Trabajo), quien explica que el trastorno afectivo estacional se da cuando «hay cierta tristeza como percepción personal de sí mismo, muchas veces no conectada con algo. Es cuando estoy triste y no sé muy bien por qué”.
Hay múltiples emociones que podemos identificar en estos casos, sin poder atribuirlas a una razón objetiva, tales como la sensación persistente de desesperanza y la anhedonia, que es cuando dejamos de disfrutar, de forma repentina, de aquellas actividades que siempre nos eran placenteras.
También pueden presentarse cambios en los hábitos del sueño, ya sea en forma de insomnio o, lo que es más común, la constante somnolencia y ganar de irse a dormir.
En ese sentido, se puede hablar de trastorno cuando “esa sintomatología aparece en más de dos periodos durante una estación determinada. Vale decir, o cuando parte el otoño, que es lo más común; o cuando parte la primavera, y empieza a haber más luz, los días son más largos”, apunta el especialista del IST.
Como ya mencionamos, el trastorno afectivo estacional puede ocurrir tanto en primavera como en otoño, y si bien varios factores pueden influir en ello, uno de los motivos principales que lo explican está ligado a la luz natural, y a cómo esta modifica nuestros hábitos diarios y nuestro comportamiento, entre otros aspectos.
En ese contexto, la ubicación geográfica igualmente puede influir en la prevalencia de esta condición: es más probable que se presente en quienes viven en lugares donde los cambios de temporada y de condiciones meteorológicas son más marcados.
“Hay gente que efectivamente nos dice que es sensible a la luz; que se ponen más contentas en esta época (primavera) porque el día es más largo, llegan a la casa y todavía hay luz. Se dice que es más común que en otoño aparezcan trastornos de este tipo porque hay gente que se entristece, no le gusta tanto el que los días son más cortos cuando cambia la hora, salen del trabajo y está oscuro, o en la mañana está oscuro”, indica el psicólogo Andrés Herrera.
Asimismo, el experto del IST relata que quienes tienen este trastorno suelen sentirse “fuera de la norma” en relación con el resto de sus pares, en el sentido de que notan el contraste entre su comportamiento y el propio: «Los demás están contentos y yo no», por ejemplo.
“Si en este momento estoy triste, estoy pasando por algo sin saber muy bien por qué, me es más cómodo estar solo; me es más cómodo estar más a oscuras que con luz; me es más cómodo hacer cosas de poca actividad, cosas muy pasivas, muy tranquilas. Y estas estaciones del año (primavera y verano) me hacen chocar con escenarios que son distintos. La gente está más activa, sale más a la calle, llena más las plazas, ríe más. Eso genera una situación de contraposición que es egodistónica para esa persona, que le genera disrupción”, dice.
Recalca que “por eso hay personas que les pasa esto en primavera y no en otoño; porque el otoño le acomoda, como que todo se tranquiliza. Sin embargo, en primavera le pasa que se genera un contraste mayor”.
Si bien siempre es recomendable acudir a terapia psicológica con regularidad, ya que nuestra salud mental es esencial para nuestro bienestar, hay ocasiones en que la prevalencia del trastorno afectivo estacional puede ameritar pedir ayuda psicológica con más urgencia. ¿Cómo saber si he llegado a ese punto?
El psicólogo del IST, Andrés Herrera, aconseja estar pendientes a la sintomatología y evaluar si tenemos múltiples factores que podríamos asociar a una condición afectiva de este tipo.
“En términos generales, todos podemos pasar por momentos que nos parecen difíciles, en lo subjetivo (…) Lo más importante, por lo menos en este trastorno, es la sensación de tristeza, notar que uno está bajo de revoluciones. Si yo puedo catalogar los pensamientos que tengo como más tristes o no. Y la anhedonia, que es la poca disposición al placer, el no tener ganas de comer algo, de ir a ver a alguien, de hacer algo”, describe el especialista en salud mental.
Asimismo, considera importante “mirar cuánto tiempo llevo así. La mayoría de las veces no lo puedo determinar con tanta exactitud, pero sí me puedo dar cuenta de que ya hace un buen rato”.
Y también es relevante “habilitar la posibilidad de pedir ayuda. Puede haber una percepción, en general, de que ‘nadie me puede ayudar, esto solo me pasa a mí’. Teniendo eso, es un buen momento para consultar y desmitificar. Consultar tiene que ver con conversar con alguien que sabe cómo acompañarte”, concluye.
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