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La mitomanía, conocida como la mentira patológica, es un trastorno en el que las personas mienten de manera compulsiva y sin medir las consecuencias, siendo catalogadas como mitómanos. Según Javier Aguilera, psicólogo clínico, la mitomanía se relaciona con la pseudología fantástica y puede considerarse un trastorno de control de impulsos, con raíces genéticas y psicológicas. La conducta de mentir compulsivamente puede estar vinculada a la necesidad de atención y en casos avanzados, la creencia real de la mentira. Identificar a un mitómano puede ser difícil, pero las mentiras frecuentes y elaboradas, junto con la falta de emocionalidad al ser contradichos, son señales clave.

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La mentira patológica existe, y se llama mitomanía. De hecho, la persona que miente de manera compulsiva y sin medir las consecuencias de su acción pueden catalogarse como mitómano.

Javier Aguilera, psicólogo clínico y académico de la Facultad de Psicología y Humanidades de la USS, explicó a BioBioChile que la mitomanía se puede traducir también en un trastorno llamado pseudología fantástica.

“Hay muchos teóricos que proponen que se trata de un trastorno de control de impulsos, ya que ‘tengo esta necesidad imperiosa de mentir, de alterar la realidad"”, explica el profesional.

Mitomanía: la mentira patológica

Aguilera especifica que el desarrollo de esta patología tiene que ver con nuestra parte psicológica, emocional, social, y biopsicosocial. Ésta última tiene un carácter genético, pues refiere a los rasgos que son heredados.

En cuanto a lo psicológico, explica Javier, la mitomanía tiene que ver con ciertos rasgos de la personalidad como la poca atención, la baja autoestima por alguna experiencia que haya herido a la persona, y la necesidad de crear un relato que se haga más soportable psíquicamente hablando.

La conducta de mentir compulsivamente, añade el psicólogo, deja entrever también una posible necesidad de atención.

“También hay un grado más avanzado (de mitomanía) que se puede relacionar con otras patologías en donde hay una creencia real de esa mentira, sobre todo cuando está muy sostenida en el tiempo, y esa mentira deja de ser mentira“, continúa el experto.

En tal caso se puede cuestionar si acaso la persona está mintiendo, o si ésta tiene alguna alteración en el sentido de la realidad pues se “crea un discurso inventado que se correlaciona con trastornos de personalidad, principalmente con el histriónico, con el borderline, con el narcisista“.

En la misma línea, Aguilera nombra incluso el Síndrome de Munchausen, el que se liga también a la mentira patológica pues implica que el paciente se adjudique -o adjudique a terceros a su cargo- enfermedades que no existen y que hacen que se vaya constantemente al médico.

¿Cómo identificar a un mitómano?

“A veces es un poco difícil”, confiesa el profesional, sobre todo cuando no somos cercanos a la realidad de la persona que miente (mitómano). Las mentiras frecuentes, sin embargo, son una alerta.

Éstas pueden ser un síntoma para identificar al mitómano, sobre todo cuando con ellas deja en evidencia que su historia y/o relato es demasiado elaborado.

Además, aquel que miente patológicamente puede demostrar una alta resistencia a que se contradiga el relato que se está contando.

“En algunos casos, cuando la mentira se extiende mucho en el tiempo, se detecta la falta de emocionalidad; el no tener remordimientos de lo que se dijo“, especifica también Javier.

El experto subraya la importancia de detectar a tiempo la patología, ya que incluso puede iniciarse en la niñez, cuando los menores pueden estar bajo un contexto invalidante donde se ven presionados a crear una realidad.

“Es muy importante detectarlo ahí, porque esto se prolonga en el tiempo y mientras más avanza (…) va a ser mucho más difícil el tratamiento“, cierra el académico.