Se viene el Año Nuevo y con ello, en varios puntos del país se esperan las populares fiestas con fuegos artificiales apenas el reloj de las 18. Sin embargo, este tipo de actividades puede significar una pesadilla para las personas con TEA, pero, ¿cómo afecta la pirotecnia a los niños con TEA?
De acuerdo a la Fundación española Conectea, organización no gubernamental dedicada a la comunidad del Trastorno Espectro Autista, estos objetos explosivos, que son divertidos para muchos, vienen asociadas de una alta carga de luminosidad y ruido que alteran a los menores.
Esto debido a que las personas con autismo y trastorno del procesamiento sensorial no perciben los estímulos visuales y auditivos como el resto de las personas. Especialmente, existen muchas personas con autismo que son altamente sensibles a los sonidos.
Así, los ruidos de alto impacto acaban desencadenando “una reacción muy significativa”.
Andrea Barriga, Terapeuta Ocupacional del Servicio de Neuropsiquiatría Infantil del Hospital San Juan de Dios, explicó que específicamente estas fechas pueden ser altamente difíciles para las familias con niños TEA, ya que los pequeños no logran sobrellevar los estímulos.
“Los niños comienzan a llorar y empiezan a mirar, ‘¿por qué llora?’. El niño se va a descontrolar, se puede empezar a auto agredir, porque no está entendiendo, está sintiendo que algo lo está dañando, se puede arrancar, hay muchos que se arrancan”, explicó en el sitio web del recinto.
Asimismo, explicó que “algunos tienen esta hipersensibilidad auditiva, puede ser también visual, puede ser táctil, de todos los sentidos en el fondo pueden estar exacerbados o a veces más apagados”.
Es por esto que se recomienda prevenir estas situaciones, además de trabajar el área sensorial, debido a que los pequeños tienen “más exacerbada esta área en edades tempranas, y entre más temprano tú trabajas esto junto a los padres, el niño es probable que tenga una regulación”.
¿Por qué los niños con TEA sufren con los fuegos artificiales?
En conversación con BioBioChile, la neuróloga de Clínica Las Condes, Evelyn Benavides explicó que “en general, los adolescentes y niños autistas tienen una dificultad en la integración sensorial, es decir, los estímulos luminosos los ven más fuertes de lo que son, así como los auditivos y los táctiles”.
En consecuencia, si un niño dentro del espectro se ‘desregula’ por el exceso de estímulo -lo cual se puede identificar si realiza tics o muecas, explica la profesional- lo recomendable es “tratar de estar en lugares poco ruidosos y poco llenos de gente, que además tengan un espacio de movimiento e interacción más amplio”.
Asimismo, Barriga señala que además todos los cambios ambientales abruman a los menores, debido a que “les cuesta entender el contexto social, porque la afectación del autismo es la afectación de la comunicación social. Hace que ellos no puedan entender, primero, qué es una fiesta”.
Como ejemplo a lo anterior, la especialista relata que “hace un tiempo le pregunté a un joven de 16 años con TEA cómo veía el mundo cuando tenía 4 años y él me decía que era una sensación como que el mundo se le venía encima. Entonces, imaginé que era la misma situación que vive alguien con crisis de pánico: la reacción humana de arrancar y tener miedo”.
De acuerdo a un estudio publicado en la Revista Chilena de Pediatría, hasta septiembre de 2021, 1 de cada 51 niños en Chile está dentro del Espectro Autista, una prevalencia mucho mayor a la de otros países como México, Colombia o Estados Unidos.