Si eres de los que les parece más fácil entrenar tres meses para una maratón que aprender a calcular logaritmos, no deberías sentirse menos capaz, esto ya que la ciencia afirma que se trataría de una característica totalmente humana.
Una investigación hecha por científicos canadienses sobre ciencias cognitivas y psicología, descubrió que las personas suelen preferir realizar esfuerzos físicos, que incluso podrían provocarles dolor, que hacer tareas mentales difíciles.
En el estudio consignado por el Washington Post, se detalla que esta elección se debe a que los humanos prefieren hacer tareas cognitivas más fáciles, aunque esto conlleve recibir menos recompensas, con tal de evitar esforzarse.
Aunque en general las personas tienden a elegir no hacer esfuerzos, cuando deben hacerlos lo hacen porque “parece ser valioso y agradable”. Esta respuesta se debería al cuerpo estriado ventral, una región del cerebro que se encarga de procesar las sensaciones de gratificación, zona que se activa más fuertemente cuando logramos algo a través de un mayor esfuerzo que uno menor.
Esfuerzo mental v/s esfuerzo físico
No obstante, cuando los humanos son recompensados por realizar esfuerzo físico, sean recíprocas o no, estos tienden a preferir realizar tareas mentales difíciles después, aunque no sean premiadas. Esto tendría su causa en que mientras “más esfuerzo requiere algo, más tendemos a valorarlo”.
Estas elecciones se ven reflejadas en lo que llama la ciencia como “efecto Ikea”. Puesto que las personas prefieren pagar más por un objeto que deben construir ellos mismos que por uno fabricado por un experto.
En esa línea, Veronika Job, profesora de psicología de la motivación en la Universidad de Viena, afirma que cuando los humanos aprenden a valorar sus propios esfuerzos, estos tienden a realizar las tareas que implican mayor trabajo, sin importar si son físicas o mentales.