Una investigación sobre comportamiento humano reveló que las personas que duermen poco o que han visto su horario de sueño cambiado podrían ser menos solidarias.
El estudio incluso afirma que cuando hay pérdida de sueño colectiva, es decir, por cambios de hora entre estaciones, las donaciones benéficas pueden bajar hasta en un 10%, consignó EFE.
Un estudio de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) muestra que cuando hay una pérdida de sueño, las personas retiran su decisión de ayudar a otros, un comportamiento que se asocia a una menor actividad en la red cognitiva prosocial del cerebro, según la publicación en Plos Biology.
El equipo encabezado por Eti Ben Simon y Matthe Walker examinó en tres experimentos cómo la pérdida de sueño afecta al comportamiento humano de prestar ayuda.
Falta de sueño y falta de empatía
En el primer estudio, 24 voluntarios se sometieron a una resonancia después de ocho horas de sueño y de una noche sin dormir. En el segundo caso, las redes del cerebro que se activan cuando las personas empatizan con otras o intentan comprender sus deseos y necesidades estaban menos activas.
Esa red “estaba notablemente deteriorada”, como si esas partes del cerebro “no respondieran cuando intentamos interactuar con otras personas después de no haber dormido lo suficiente”, consideró Simon.
A continuación, el equipo siguió a más de cien personas durante tres o cuatro noches, para medir la calidad y cantidad del sueño y evaluar su deseo de ayudar a los demás, como sostener la puerta de un ascensor, ser voluntarios o ayudar a un extraño herido en la calle.
Los que durmieron mal la noche anterior fueron los que declararon estar menos dispuestos y deseosos de ayudar a los demás al día siguiente.
Cambio de hora provoca menos solidaridad
La tercera parte consistió en extraer una base de datos de tres millones de donaciones benéficas en Estados Unidos entre 2001 y 2016 y ver si variaba en número tras la transición al horario de verano y la posible pérdida de una hora de sueño para todos.
Las donaciones en la semana posterior al cambio de horario se redujeron en un 10%, una disminución que no se observaba en las zonas de Estados Unidos donde no se cambiaron los relojes o cuando se volvía a la hora estándar de invierno, que se puede dormir una hora más.
La investigación demuestra que la falta de sueño no solo perjudica el bienestar mental y físico de una persona, “sino que degrada el propio tejido de la sociedad humana. La forma en que funcionamos como especie social -y somos una especie social- parece depender profundamente de cuánto dormimos”, destacó Walker, profesor en psicología.
Incluso una “dosis” muy modesta de privación de sueño -en este caso, la pérdida de una sola hora relacionada con el horario de verano- tiene “un impacto muy medible y real en la generosidad de las personas y, por tanto, en cómo funcionamos como sociedad conectada”.