La niñez es más importante en nuestras vidas de lo que pensamos. Es en esta etapa cuando aprendemos a relacionarnos con el mundo. Por lo mismo, un trauma infantil puede marcar profundamente la manera en que actuamos cuando somos adultos.
La psicoterapeuta Kaytee Gillis explicó en una columna del medio especializado Psychology Today que cuando se experimentan traumas y disfunciones en en el hogar durante la infancia se debe luchar por aprender los límites y comportamientos que para otros son inherentes.
Cuidadores disfuncionales causan traumas que duran hasta la adultez
“A medida que un niño crece y se desarrolla, ven a sus cuidadores como ejemplos de cómo interactuar con el mundo que los rodea“, afirmó la experta.
En este sentido, “si esos cuidadores se comportan de manera disfuncional o poco saludable, hay muchas posibilidades de que los niños aprendan a imitar estos mismos comportamientos poco saludables, incluso si no son intencionados”, añadió
“Para muchos, los efectos del abuso se manifiestan en relaciones interpersonales disfuncionales como resultado de interrupciones en el apego en puntos cruciales del desarrollo infantil”, añadió.
Gillis manifestó que cuando indagamos en nuestra infancia y adolescencia podemos tener luces sobre nuestro comportamiento adulto.
“Las formas en que nuestros cuidadores interactúan con nosotros, así como entre ellos, dan forma a nuestra visión del mundo y de quienes nos rodean”, expresó.
Asimismo, la profesional dijo que “esto, a su vez, afectará a tres estructuras fundamentales: nuestro sentido de identidad, la forma en que nos comunicamos y cómo formamos relaciones.
“A menos que hagamos el trabajo de desarrollar una mayor conciencia de nuestros comportamientos, por lo general repetiremos estos mismos patrones en la edad adulta”.
10 formas en que un trauma infantil se manifiesta en tus relaciones cuando eres adulto
1. Miedo al abandono
Cuando un niño fue descuidado o dejado de lado por su cuidador (sea su padre o madre, ambos u otra persona) crecen con el temor constante al abandono hasta que son adultos.
“Si bien el temor subyacente es que la pareja eventualmente se vaya, estos pensamientos a menudo se revelan en situaciones cotidianas, como asustarse cuando una pareja sale sola o no poder calmarse a sí misma si tu pareja sale de la habitación durante una discusión”, explicó la profesional.
“Este miedo también suele manifestarse como celos o, en casos extremos, posesividad”, añadió.
2. Te enojas fácilmente con los demás
Al crecer en ambientes donde somos criticados con frecuencia, o somos testigos de cómo critican a otros, “aprendemos que esta es una forma natural de expresar nuestro descontento en las relaciones”, manifestó Gillis.
“Aprendemos que nuestras imperfecciones y peculiaridades son intolerables y proyectamos esa intolerancia en nuestras parejas u otras personas que nos rodean”, agregó.
3. Necesitar mucho espacio o tiempo para uno mismo
Si creciste en un entorno caótico o impredecible que generaba mucho estrés, tu sistema nervioso central de niño estaba en un estado constante de hipervigilancia.
Esto último hace que te conviertas en un adulto al que le cuesta calmarse, y vive con síntomas de ansiedad, nerviosismo y miedo.
Por lo mismo, es probable que prefieras quedarte en casa donde puedes controlar tu entorno, te sientes más seguro y relajado. “En casos extremos, algunos adultos incluso tienen rasgos o cumplen criterios de ansiedad social o incluso agorafobia”, expresó Gillis.
4. Asumir responsabilidades financieras y domésticas desiguales
“A veces, esto puede parecer una renuencia a confiar en una pareja debido al temor de depender de otra persona. Otras veces toma la forma de asumir la responsabilidad financiera y/o doméstica completa en una sociedad, o cuidar completamente de la otra persona hasta el punto en que se aprovechan de ti”, explicó la psicóloga.
Lo contrario, es decir, confiar demasiado en otro descansando decisiones en el otro, también es el resultado de necesidades infantiles no satisfechas.
5. Permanecer en una relación mucho más tiempo del que deberías
Gillis afirmó que “cuando crecemos en entornos inestables, con cuidadores que luchan contra la adicción a las drogas, enfermedades físicas o mentales, o la muerte, los niños suelen desarrollar un sentimiento de culpa que proviene de querer terminar una relación antes de que hayamos podido ‘arreglar’ la situación”
“Quedarse con alguien que no encaja bien con nosotros a veces se siente más seguro que estar solo”, indicó.
6. Discutir o pelear constantemente en las relaciones, o evitar el conflicto a toda costa
“Todas las relaciones tienen conflictos, pero los niños que crecieron en ambientes donde los cuidadores siempre estaban discutiendo, o que evitaron cualquier tipo de conflicto, a menudo no aprenden las habilidades necesarias para tener una comunicación productiva y saludable”, expresó.
“Esto incluye formas saludables y productivas de navegar y manejar el conflicto”, añadió.
7. Fingir que no pasó o ignorar a tu pareja después de las peleas
“Como se mencionó anteriormente, cuando no aprendemos cómo tener un manejo productivo y saludable del conflicto, tampoco sabemos cómo reparar una relación después del inevitable conflicto que sucede en las relaciones de pareja”, dijo la terapeuta.
Para ello, esto se puede manifestar en “fingir que nada sucedió, no saber cuándo o cómo ceder en un tema, o hacer ley del hielo”.
8. Saltar de una relación a otra
“En este caso, ocurre por el temor de que te vuelvan a lastimar, a estar solo o incluso a tratar de demostrar que eres digno del amor y el afecto que no recibiste en la infancia”, sentenció Gillis.
“Con cada nueva pareja vienen nuevas esperanzas para confirmar que eres digno del amor y la sociedad que te estás perdiendo”, agregó.
9. Tener miedo de comprometerse o evitar las relaciones por completo
“Este caso ocurre cuando los cuidadores que no eran confiables o te abandonaron, dejándote desconfiado de quienes dicen cuidarte”, ejemplificó.
“Si temes que los demás te hagan daño como lo hicieron tus cuidadores, puedes sentirte más seguro evitando sentar cabeza, ya que te da la libertad de dejar la relación cuando sea necesario”
10. Intentar cambiar a tu pareja
“Esta es una respuesta traumática que proviene de la creencia de que debemos hacer lo mejor con lo que tenemos, o incluso del miedo de que no podemos hacerlo mejor”, aseguró la profesional.
“Los niños son impotentes para cambiar quiénes son sus cuidadores, por lo que aprenden a tratar de arreglárselas con lo que tienen”.
Entonces, “como adultos, es común que este patrón se traslade a nuestras relaciones, lo que hace que deseemos cambios dentro de nuestra pareja para calmar nuestros propios miedos a las relaciones”.
“Si podemos ‘arreglar’ a la persona y convertirla en una mejor pareja, de alguna manera podemos probarnos a nosotros mismos que somos dignos y capaces de tener una relación exitosa”.
¿Se pueden cambiar estos patrones de comportamiento?
Pero, ¿cómo se puede cambiar este comportamiento? Gillis aseguró que si bien la autorreflexión es esencial, la terapia puede ayudar con el proceso, ya que puede hacerte responsable, así como ayudarte con los sentimientos que surgen en el camino.
“Muchas personas encuentran apoyo de otras formas, como llevar un diario, apoyo grupal, espiritualidad y otras formas de apoyo y autorreflexión. Hacer el trabajo para desaprender comportamientos disfuncionales es esencial para el crecimiento interpersonal”, finalizó.