Pese a que algunos disfrutan con la llegada de los meses de temperaturas más altas, hay otros que experimentan sentimientos similares a la depresión como tristeza, desgano y falta de energía, pudiendo tratarse de un trastorno afectivo estacional o depresión estacional. Y es que para muchas personas, el cambio de las estaciones significa también un cambio de ánimo.
Claudio Reyes, académico coordinador del Centro de Atención Psicosocial de Uiversidad de Las Américas, Sede Viña del Mar, comenta que “al igual que en el inicio del otoño e invierno, es posible hablar de estados depresivos durante la primavera, principalmente por el cambio de luminosidad y el clima”.
A esto, se le sumarían otros factores como el cambio de hora y el comienzo del último periodo del año, época en la que hay más estrés en el marco de las celebraciones de fin de año.
¿Cómo saber si lo sufro?
El profesional asegura que “los trastornos afectivos tienen, en algunos de sus casos, un patrón estacional. El más conocido de ellos es la depresión estacional. Su característica esencial es que, tanto su aparición como remisión sintomática, ocurren en determinados momentos del año”.
“En la mayoría de los casos, los episodios depresivos comienzan en otoño o invierno y remiten en primavera. Sin embargo, también registramos el inicio de estos episodios depresivos en primavera o verano y remiten en otoño e invierno. Estos cuadros generalmente afectan más a mujeres que a hombres y a las personas jóvenes”.
De acuerdo a la Clínica Mayo, hay 9 señales de alerta:
Sentirse deprimido gran parte del día, casi todos los días Perder el interés en actividades que alguna vez disfrutó Tener poca energía Tener dificultades para conciliar el sueño Sufrir cambios en su peso o apetito Sentirse perezoso o inquieto Tener dificultad para concentrarse Sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa Tener pensamientos recurrentes de muerte o suicidio
Reyes afirma que para diagnosticar un trastorno afectivo estacional, la aparición y remisión de estos episodios depresivos tienen que haber sucedido, al menos, durante dos años consecutivos, siempre en el mismo momento del año.
Además, no deben estar relacionados a períodos específicos de estrés o circunstancias determinadas, como un desempleo o, por ejemplo, la cercanía al fin del año escolar.
“Debemos estar atentos a conductas cotidianas y silenciosas que nos pueden alertar de la presencia de un trastorno afectivo estacional, por ejemplo, la fuerte presencia de necesidad de energía, hipersomnia o sueño excesivo durante el día; sobrealimentación, aumento de peso y anhelo de consumir carbohidratos”, agrega el profesional.
Por otro lado, de acuerdo a Reyes, en muchos casos se sugiere realizar más actividades al aire libre, disfrutar de la luz del sol y regular los ciclos de sueño para aliviar los síntomas.
Si una persona cree estar presentando este cuadro, debe consultar con un especialista para su correcto diagnóstico y tratamiento.
A partir de este punto, según lo que sea considerado por los profesionales, algunos podrán aliviar sus síntomas con ayuda de la terapia psicológica al identificar factores estresantes. Por otro lado, otras podrían necesitar consultar con un médico psiquiatra para realizar exámenes y aplicar un tratamiento farmacológico.