La frustración se puede definir como el sentimiento que se genera cuando una persona no logra satisfacer un deseo planteado y ante este tipo de situaciones, suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, ansiedad, o disforia.
Según especialistas, la clave para evitar la frustración está en aceptar que la idea preconcebida de cómo va a resultar algo no siempre puede tener resultados positivos. Así, el origen de la problemática no se encuentra en las situaciones externas en sí mismas, sino en la forma en la que el individuo las afronta, ya que se entiende, desde esta perspectiva, que la frustración se compone tanto de una situación real ocurrida como de la vivencia a nivel emocional elaborada a partir de dicha situación.
La psicóloga Andrea Bonior, escribió en una columna para el sitio Psychology Today, en la cual explica que “frustrante es una de las etiquetas emocionales más comunes que escucho que se usa para describir momentos difíciles en la vida, desde molestias cotidianas hasta dificultades más grandes que se sienten imposibles de superar”.
Además, agrega que aunque el término es útil como punto de partida para que las personas expliquen su experiencia emocional, pese a que la mayoría de las veces, vale la pena ir más allá.
¿Cómo identificarlo?
Es probable que la frustración englobe otros sentimientos, ya que se refiere a una sensación de estancamiento o impotencia, una incapacidad de hacer que las cosas sucedan de la manera que alguien quiere, acompañado de desánimo, enojo y molestias por deseos o necesidades insatisfechas.
Las personas que suelen frustrarse tienen problemas para controlar sus emociones, son más impulsivas, impacientes y exigentes, y buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata. Además, son propensos a desarrollar trastornos de ansiedad o cuadros de depresión.
Muchas veces tienden a ser personas narcisistas, que creen que todo gira a su alrededor y que merecen todo aquello que desean, viendo cualquier limitación como algo injusto, ya que va contra sus ideales o pensamientos y tienen poca flexibilidad y adaptabilidad.
Algunos factores que pueden ocasionarla son las disposiciones biológicas o genéticas como un mal temperamento; condiciones sociales, ya que estas influyen directamente en el comportamiento; dificultades para expresar emociones; interpretar erróneamente las señales, entre otros.
Evitar y tratar la frustración
La frustración puede categorizarse como una respuesta primaria o instintiva y es una reacción que de forma natural muestra un estado emocionalmente desagradable cuando se da la ocurrencia de una interferencia ante la persecución de un objetivo propuesto, según explica el medio Psicología y Mente.
Por eso, el manejo adecuado de la frustración puede trabajarse, ya que es un estado transitorio y por ende, reversible. Así, una de las formas de tratarla, es enseñarle a las personas la aceptación tanto del hecho externo como del interno.
Una de las partes fundamentales para poder tratar la frustración, es el acompañamiento psicológico y familiar. En el caso de los niños, es importante identificarlo a temprana edad, ya que esto puede alivianar las consecuencias futuras.
Además, algunas terapias buscan consolidar las relaciones parentales y adaptarla a la Terapia Racional Emotiva, ya que funciona como herramienta para comprender cómo funcionan las emociones, cual es su finalidad y cómo se relacionan con el ambiente en el cual nos desarrollamos.