El pensamiento positivo ayuda a controlar el estrés y puede mejorar la salud. Practica con los ejemplos dados en esta nota para superar ese diálogo interior negativo.
¿Ves el vaso a medio llenar o medio vacío? Su respuesta a esta conocida pregunta sobre el pensamiento positivo refleja su perspectiva ante la vida, su actitud hacia sí mismo y su optimismo o pesimismo… y también puede afectar su salud.
De hecho, tal como explican desde Clínica Mayo algunos estudios muestran que los rasgos de personalidad, como el optimismo y el pesimismo, afectan muchas áreas de la salud y el bienestar. El pensamiento positivo que normalmente aparece con el optimismo es parte fundamental del control eficaz del estrés, el cual, a su vez, se relaciona con muchas ventajas para la salud. Si tiendes hacia el pesimismo, no te desesperes porque puede aprender a pensar positivamente.
Entender el pensamiento positivo y el diálogo con uno mismo
Pensar positivamente no significa enterrar la cabeza como el avestruz e ignorar las situaciones poco placenteras de la vida. El pensamiento positivo simplemente significa enfrentar lo desagradable de forma más positiva y productiva. Es decir, hay que pensar que va a ocurrir lo mejor, no lo peor.
El pensamiento positivo suele empezar con ese diálogo interior que mantenemos con nosotros mismos. Ese diálogo interior es aquel raudal interminable de pensamientos que si bien no se expresan verbalmente, fluyen velozmente por la cabeza. Esos pensamientos automáticos pueden ser positivos o negativos. Parte del diálogo con uno mismo proviene de la lógica y la razón, pero otra parte surge de conceptos erróneos que creamos por falta de información.
Cuando los pensamientos que corren por la cabeza son mayoritariamente negativos, es más probable que la perspectiva ante la vida sea pesimista. En cambio, cuando los pensamientos son mayoritariamente positivos, posiblemente se trata de una persona optimista que pone en práctica el pensamiento positivo.
Los beneficios para la salud del pensamiento positivo
Los investigadores continúan explorando los efectos del pensamiento positivo y del optimismo sobre la salud. Los beneficios para la salud del pensamiento positivo incluyen los siguientes:
– Mayor tiempo de vida
– Menores tasas de depresión
– Menor nivel de sufrimiento
– Mayor resistencia al resfriado común
– Más bienestar psicológico y físico
– Mejor salud cardiovascular y menor riesgo de morir a consecuencia de una enfermedad cardiovascular
– Más capacidad de afrontar situaciones difíciles y momentos de estrés
No se sabe por qué la gente que piensa de forma positiva muestra esos beneficios sobre su salud. Una teoría es que tener una perspectiva positiva permite afrontar mejor las situaciones estresantes, lo cual reduce los efectos nocivos para la salud que el estrés causa en el cuerpo.
Se cree también que la gente positiva y optimista tiende a llevar estilos de vida más saludables, porque hace más actividad física, se alimenta sano y no fuma ni bebe alcohol en exceso.
¿Cómo reconocer el pensamiento negativo?
¿No está seguro de si sus diálogos interiores son positivos o negativos? A continuación, mencionamos algunos tipos frecuentes de diálogo negativo con uno mismo:
Filtración. Ocurre cuando se amplifican los aspectos negativos de una situación y se filtran todos los positivos. Ejemplo: hoy fue un día estupendo en el trabajo porque terminaste todo antes de tiempo y recibiste elogios por un trabajo realizado con celeridad y prolijidad, pero esa noche te enfocas solamente en su plan de hacer más trabajos y olvidas los elogios recibidos.
Personalización. La personalización se da cuando algo malo ocurre y automáticamente te echas la culpa. Ejemplo: al enterarte de que se canceló la velada con los amigos, supones que el cambio de planes se debe a que nadie quiere estar contigo.
Catastrofización. Ocurre cuando uno anticipa automáticamente lo peor. Ejemplo: el pedido de café que hiciste en la ventanilla de servicio al automóvil tuvo errores y, automáticamente, piensas que el resto del día será un desastre.
Polarización. La polarización se da cuando las cosas se ven solamente como buenas o malas, sin que exista nada de por medio, y la persona cree que debe ser perfecta porque, de lo contrario, sería un fracaso.
Enfocarse en el pensamiento positivo
Es factible aprender a cambiar el pensamiento negativo por el positivo. El proceso es simple, pero requiere de tiempo y práctica porque, después de todo, hay que desarrollar un nuevo hábito. A continuación se mencionan algunas maneras de pensar y actuar de forma más positiva y optimista:
Identifica las áreas que necesitan cambios. Si deseas ser más optimista y atraer pensamientos más positivos, primero identifica las áreas de tu vida en las que sueles pensar de forma negativa, sea en el trabajo, en sus desplazamientos diarios o en una relación. Empieza con poco y concéntrate en una sola área para abordar de forma más positiva.
Contrólate a ti mismo. Durante todo el día, detente periódicamente y evalúa lo que estás pensando. Si descubres que tus pensamientos son principalmente negativos, intenta encontrar una manera de virarlos y convertirlos en positivos.
Mantén el sentido del humor. Autorízate a sonreír y reír, especialmente en momentos difíciles. Encuentra el humor en los sucesos diarios, porque cuando uno puede reírse de la vida, disminuye el estrés.
Lleva un estilo de vida sano. Ten como objetivo hacer ejercicio durante 30 minutos la mayoría de los días de la semana. Puedes también dividirlo en períodos de 10 minutos, distribuidos durante el día. El ejercicio influye positivamente sobre el estado de ánimo y reduce el estrés. Aliméntate sano para nutrir tu mente y tu cuerpo. Además, aprende técnicas para controlar el estrés.
Rodéate de gente positiva. Asegúrate de que las personas que forman parte de su vida sean positivas, sepan apoyar y estén dispuestas a dar consejos y recomendaciones útiles. La gente negativa aumenta el nivel de estrés y nos hace dudar de nuestra propia capacidad de controlar sanamente el estrés.
Practica el diálogo positivo contigo mismo. Empieza con una regla simple: no te digas nada que no se lo diría a otra persona. Se gentil contigo mismo y motívate. Si entra en tu mente un pensamiento negativo, evalúalo de forma racional y reaccione afirmando lo que tienes de bueno. Piensa en todo aquello que forma parte de tu vida y que te hace sentirte agradecido.
A continuación, presentamos ejemplos de diálogo negativo con uno mismo y cómo cambiarlo a pensamientos positivos:
“Nunca lo he hecho”… cámbialo por “Es una oportunidad de aprender algo nuevo”.
“Es muy complicado”…cámbialo por “Lo voy a abordar desde un ángulo diferente”.
“No tengo los recursos”…cámbialo por “La necesidad es la madre del ingenio”.
“Soy muy ocioso para hacer esto”…cámbialo por “Aunque no pude encajarlo en mi horario, voy a rever algunas prioridades”.
“No hay manera de que esto funcione”…cámbialo por “Puedo intentar hacer que funcione”
“Es un cambio muy radical”…cámbialo por “¡Arriesguémonos!”
“Nadie se toma la molestia de comunicarse conmigo”…cámbialo por “Voy a ver si puedo abrir los canales de comunicación”.
“No voy a mejorar en esto”…cámbialo por “Voy a intentarlo nuevamente”.
Practicar a diario el pensamiento positivo
Si tu tendencia es hacia perspectivas negativas, no creas que vas a convertirse en optimista de un día para el otro, pero practica hasta que finalmente tu diálogo interior sea menos autocrítico y te aceptes más a ti mismo. Puedes también volverte menos crítico con el mundo que te rodea.
Cuando el estado de ánimo suele ser optimista, mayor es la probabilidad de manejar el estrés cotidiano de forma más constructiva y esa capacidad es lo que puede contribuir a los beneficios de salud ampliamente observados en quienes tienen pensamientos positivos.