Cada 40 segundos se produce una muerte por suicidio en el mundo. Así de brutal son las cifras que el año pasado entregaba la Organización Mundial de la Salud sobre este grave problema de salud pública que cada año cobra 800 mil vidas.
Nuestro país no destiñe al respecto. Las noticias no son auspiciosas, ya que la mortalidad por esta causa sigue siendo una de las más altas de América. En 2012 la tasa de suicidio por 100.000 habitantes era de 12,2, según el informe “Previniendo el suicidio; un imperativo global” de la misma entidad, situando a Chile en el cuarto lugar en la región.
Según expertos, la curva de crecimiento está lejos de marcar un punto de inflexión, aunque la meta del Programa Nacional para la Prevención del Suicidio es ambiciosa: disminuir la tasa de aumento del suicidio en jóvenes entre 10 y 19 años en un 15% para el 2020, esto porque es uno de los segmentos más vulnerables al llegar este año a 12 por cada 100 mil habitantes, de acuerdo a datos del Minsal.
El suicidio es la segunda causa no natural de muerte en el país, siendo la primera los accidentes de tránsito, por cuanto el trabajo de prevención es fundamental para dar vuelta los números, partiendo por derribar ciertos mitos que están bien ya instalados.
Así lo asegura la psicóloga de funeraria Inmemoria, Scarlett Isamit, donde uno de ellos, apunta, es la creencia de que hablar del suicidio podría generar pensamientos de muerte en los oyentes, sin embargo, es necesario “aclarar que hablar de este tema funciona como acción preventiva, por lo cual, si en algún momento sabemos de alguien que presente ideación suicida o nos confiese que no quiere seguir viviendo, primeramente debemos acoger el relato, escuchar sin juzgar, e intentar comprender aquella queja emocional lo bastantemente intensa que genera pensamientos de muerte como opción”, recomienda.
Otro mito tiene que ver con la persona que genera conducta de suicidalidad y lo supuestamente decidida que está a morir. En realidad, se ha demostrado que aquellas personas presentan sentimientos de ambivalencia hacia la muerte, ya que más bien desean poder terminar sus situaciones conflictivas o con el dolor que sienten, pero al no poder realizarlo recurren a la idea de que la muerte pudiese poner fin a todo ese sufrimiento, explica la especialista.
Señales de alerta
Existen varios factores de riesgo que podrían generar ideas o pensamientos suicidas, los cuales se pueden dividir en individuales, familiares y sociales. En cuanto al área individual es importante estar atento a frustraciones intensas, ansiedad, depresión, sentimientos de desolación, haber vivido una experiencia de abuso, depresión, baja autoestima, enfermedades crónicas, intentos de suicidio anteriores, presentar conductas de autolesiones (realización de cortes o auto daño físico infringido), entre otros, detalla.
En el ámbito familiar, podrían ser predisponentes un funcionamiento familiar problemático, abandono afectivo, la violencia intrafamiliar, existencia de suicidios en la familia entre otros, precisa la profesional.
En cuanto al área social, la tensión social, cambio de posición socio-económica, ser víctima de bullying, dificultades o estrés escolar, ayudan a tomar la fatal decisión. “Cabe destacar que cada uno de estos factores por si sólo es de riesgo, sin embargo, a mayor sumatoria de factores, el riesgo de recurrir a la suicidalidad aumenta”, repara.
¿Cómo ayudar a tiempo?
La psicóloga aconseja no recurrir a la desesperación propia ante una confesión y tampoco caer en la invalidación de aquellos sentimientos. En ese sentido, dice que es pertinente preguntar ¿Qué sientes que te ha llevado a generar esa idea?, ¿cuán difícil es para ti todo lo que estás pasando?, ¿has pensado en alguna forma de llevarlo a cabo?, ¿crees que habrían otras soluciones? para generar un espacio de comprensión y escucha activa.
Además, agrega, es necesario generar una red de ayuda y expresar la situación a alguien que pueda estar monitoreando constantemente aquellos sentimientos. “Por ejemplo, en el caso de adolescentes es necesario hablarlo con los padres o cuidadores para realizar acciones de atención y apoyo, como también de buscar ayuda profesional”, indica.
Si bien es preventivo hablar del suicidio, de la ideación y los sentimientos y pensamientos que lo pueden generar en un contexto íntimo de uno a uno, para la psicóloga es también recomendable que los medios de comunicación, no difundan específicamente los métodos de ejecución de suicidios de figuras públicas o emblemáticas, ya que pueden ser “exaltadas”, generando un factor de riesgo para la población que presenta suicidalidad.
“Cuando una persona nos confiesa o comenta que desea morir, es la primera señal de alerta, por lo cual debemos atenderla de manera adecuada, acoger y buscar entender sus intensos sentimientos”, concluyó.