Cuando en marzo pasado varios países ingresaban de a poco a cuarentenas estrictas o totales, todos centraban su preocupación en resguardar la salud física. La mental, estaba un tanto distante de ser considerada.
Con el noveno mes en curso, el temor por un enemigo invisible sigue latente. Un estudio de la Universidad de California, publicado por la revista especializada en salud, JAMA, reveló los niveles de preocupación por la ansiedad y sus consecuencias sociales en la población mundial, durante las primeras etapas de la Covid-19.
Si bien el estudio advierte que se trata de datos públicos no identificables (porque no figura el sujeto, sino, el objeto de búsqueda), se basa en el monitoreo de la fracción diaria de búsquedas en Internet que incluían los términos “ansiedad” o “pánico”.
Para los resultados concluyentes, fue clave combinar con la palabra “ataque”. Por ejemplo: “¿Estoy teniendo un ataque de pánico?”, “signos de ataque de ansiedad”, “síntomas de ataque de ansiedad” y otros similares, que tuvieron lugar desde los EEUU entre el 1 de enero de 2004 hasta el 4 de mayo de 2020.
El Programa de Protección Humana de la referida universidad estadounidense, en San Diego, monitoreó los términos anteriormente citados, basándose en la prevalencia de esos trastornos, causantes de otros problemas como la depresión.
Solo entre el 16 de marzo y el 14 de abril pasado, se registró un incremento del 17% de las consultas antes mencionadas por medio de Google Search, EEUU.
“En términos prácticos, durante los primeros 58 días de la pandemia de covid-19 se estima que hubo un total de 3.4 millones de búsquedas relacionadas con ansiedad aguda severa en los Estados Unidos –destaca el doctor Benjamin Althouse, científico principal del Instituto de Modelado de Enfermedades–. De hecho, las búsquedas sobre ansiedad y ataques de pánico fueron las más altas en más de 16 años de datos de búsqueda históricos”.
Las búsquedas sobre “ataques de pánico” en Chile
Google Trends es la herramienta que estadísticamente está revelando detalles de las búsquedas de los chilenos sobre ataques de pánico y otros trastornos directamente relacionados al coronavirus.
Como dato adicional y comparativo, previo a la pandemia, se puede observar que después del estallido social hubo un incremento significativo de búsquedas con ese término.
Siendo 100 la escala de “máxima popularidad” entre búsquedas, la frase llegó a un 85 entre el 17 y el 23 de noviembre del año pasado. La presencia del coronavirus no estaba aún en el radar del mundo.
Ya en 2020 con la pandemia cercando a cientos de países, el buscador revelaba que en Chile, el tema ha pasado por varios momentos de auge en distintas etapas.
Entre el 26 de enero y el 1 de febrero, escaló a 67 puntos, mostrando un descenso en los 6 días subsiguientes hasta mediados del segundo mes, cuando la búsqueda “ataques de pánico” alcanzó el mismo puntaje.
Entre ascensos y descensos de preocupación, llevadas al plano digital, el año transcurría oscilante. Entre los 69 y 76 puntos durante los primeros 7 meses del 2020, a excepción de la semana del 5 de julio donde el interés sobre el tema cayó hasta 33 puntos.
Sin embargo, finales de julio marcó un ascenso brutal en la búsqueda sobre los ataques de pánico. Entre el 26 del referido mes y el 1 de agosto, la frase “ataque de pánico” fue utilizada por los cibernautas chilenos para buscar información del tema, llegando a la escala máxima de popularidad: los 100 puntos.
Aparentemente, sin que existan otros datos para corroborarlo, fue uno de los periodos más complicados en la salud mental de quienes se han visto agobiados por la pandemia y sus implicancias en nuestro país.
Después de escalar hasta el máximo puntaje, como era de esperarse vino otra oscilación en los mismos, siendo la primera semana de agosto uno de los principales descensos del año con 33 puntos, según la gráfica del gigante en motores de búsqueda.
Reconociendo los ataques de pánico o de ansiedad
El sistema nervioso simpático (parte del sistema nervioso autónomo) es el encargado de mantenernos en alerta ante cualquier situación de emergencia o peligro que se presente. Esto nos permite huir de una agresión, entrar a una calle oscura, rendir una prueba o un examen. Sin embargo se acaba cuando salimos de la zona de tensión máxima. Una vez alejada la amenaza, el parasimpático entra en acción para llevarnos de vuelta a la calma.
No obstante, cuando el miedo y la ansiedad se hacen permanentes, con picos más altos entre horas, la situación se torna más que complicada y puede dar paso a afecciones que van desde dolores de pecho, pesadillas o depresión, hasta tener miedo de salir de tu casa o departamento. Es decir, tener trastornos de ansiedad.
Revistas como MedlinePlus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, citadas por la BBC, han concluido que: “El miedo y la ansiedad son parte de la vida”. Sin embargo, en 2016, la Universidad de Cambridge advertía que la ansiedad es más común de lo que se piensa y que debe prestarse la atención debida.
El estudio de la universidad británica agregaba que (sin el coronavirus estando en escena) 4 de 100 personas ya padecían de ansiedad.
Los ataques de pánico en tanto, pueden manifiestan durante varios minutos o extenderse por varias horas, causando la sensación de colapso en quienes los padecen. Se agrega a la tónica, palpitaciones aceleradas y falta de aliento. El estrés figura como uno de los factores determinantes. La ansiedad constante, también abona al asunto y lo desencadena.
La ola que puede impactar la salud mental después de la pandemia
“Un ataque de pánico no debe tomarse a la ligera, ya que puede llevar a alguien a urgencias con dificultad para respirar, palpitaciones, dolor en el pecho y una intensa sensación de miedo”, asegura el doctor Ayers.
Considera que, aún en EEUU, se debe fortalecer el sistema de salud para hacerle frente a la ansiedad y sus efectos adversos porque “Nuestros resultados sin duda justifican la necesidad de incrementar los servicios de salud mental”.
Una de las consecuencias directas de un sistema precario en políticas de salud mental, es el paso a métodos que ofrecen soluciones sin asidero científico, basados en la desesperación de quienes están ansiosos de forma aguda.
Así lo destaca el doctor Mark Dredze, profesor asociado de ciencias de la computación John C. Malone en la Universidad Johns Hopkins y coautor del estudio de la Universidad de California.
“El valor de las consultas de seguimiento va más allá de la ansiedad aguda. Por ejemplo, durante la pandemia de covid-19, detectamos por primera vez alzas en la compra de terapias no probadas y en la compra de armas utilizando métodos similares, y estos pueden extenderse aún más a temas de salud pública y mental”, concluye.
Si los profesionales de la salud mental ya se ocupan del tema en plena pandemia, también advierten de los efectos postcoronavirus.
“Con el tiempo, es posible que descubramos que se necesitarán muchos más servicios integrales para responder a otros impactos colaterales y nuestro enfoque rápido basado en datos podría usarse para enfocar y priorizar respuestas a esos impactos”, advierte el doctor Adam Poliak, profesor de enseñanza e investigación de la familia romana en ciencias de la computación en Barnard College y coautor del estudio.
¿Saludablemente?
RedInterclínica ya lo advertía semanas atrás: las crisis de pánico habían aumentado un 50% entre los chilenos tras el estallido social. Era una condición de base para agravar la salud emocional en este territorio sudamericano a medida hacía su aparición la Covid-19.
Las crisis de pánico que expertas de PsicologiaChile.cl describen como una sensación de estar al borde del colapso y palpitaciones aceleradas, además de la falta de aliento, son más frecuentes (el doble) en las mujeres que en los hombres.
La pandemia no solo ha enfermado las finanzas públicas de los países. También se ensañó en buena parte de los habitantes de las naciones golpeadas, sumando preocupación a los hogares en los que se han perdido emprendimientos, trabajos, o entradas económicas que dependían del diario vivir en las calles del país.
En agosto pasado, en la Revista Psychological Medicine Journal se advertía de un incremento en la pobreza y, a su vez, de posibles episodios de psicosis en jóvenes que se vieran afectados por la misma.
30.000 casos entre 10 y 65 años, fueron puestos en análisis. Los registros entre 2005 y 2018 estaban ingresados en el registro de información nacional GES-AUGE para el primer episodio de esquizofrenia. Para tal estudio, se tomaron en cuenta los primeros episodios de psicosis en un espectro amplio (de corta duración) hasta manifestaciones propias de la esquizofrenia.
El gobierno chileno lanzó recientemente la iniciativa Saludablemente, una política pública de salud mental que tiene como objetivo entregar apoyo psicológico a personas o familias que lo requieran, activando con esto charlas en línea, con consejos de expertos en el tema.
También se ofrecen consejos y recomendaciones para prevenir el consumo de alcohol en este periodo de resguardo y otro tipo de asistencias para adultos mayores, hombres, niños y mujeres. En este último caso en temas de violencia de género y otros abusos de los que hayan sido víctimas en tiempos de pandemia.
Sea cual sea la nación, el desafío es tan enorme como universal y tiene en la mira a toda la clase política. De sus decisiones e inversión pública en favor de la salud mental, depende el equilibrio y bienestar en las sociedades expuestas a situaciones ambientales, como pandemias o conflictos sociales, que contribuyen a la aparición de trastornos psicológicos a corto, mediano y largo plazo, según sus síntomas.