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Hay un nombre para el trastorno que impide realizar cálculos matemáticos y se llama Discalculia. Y la comunidad médica la define como la incapacidad de comprender tareas simples, como por ejemplo, ver la hora.

De este modo, calcular el vuelto o pagar las cuentas, se transforma en todo un problema para quienes padecen este trastorno neurobiológico.

“Es genético”, afirma Annette Höinghaus, portavoz de la Asociación Federal de Dislexia y Discalculia de Bad Münstereifel, en Alemania. “Los niños no desarrollan automáticamente una comprensión de las cantidades como otros niños, aunque sean tan talentosos como los demás”.

Por lo mismo, el especialista explica que se trata de un problema que puede extenderse a la edad adulta.

Si bien hay cursos especializados para superar el problema, la dificultad radica en que se trata de un trastorno del neurodesarrollo. “En otras palabras, el niño nace con una disfunción en las áreas cerebrales que procesan las habilidades matemáticas”, explica Camila León, psicopedagoga y profesora invitada de la Asociación Brasileña de Dislexia (ABD) en una entrevista con BBC Mundo.

Cómo identificar el trastorno de Discalculia

Según algunos estudios, entre el tres y el siete por ciento de las personas sufren Discalculia, definida según la CIE-10, el sistema de clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Eso sí, Susanne Kraut, quien es terapeuta de Discalculia, reflexiona que “las señales de alarma suelen poder reconocerse ya en la edad preescolar”, puntualiza a DW.

Kraut cita como señales los frecuentes errores de cálculo al contar con los dedos, los problemas con la transición a las decenas o el hecho de que se inviertan los dígitos o se utilicen métodos de cálculo incorrectos en el primero y segundo grado. Kraut: “Se nota cuando los deberes de matemáticas nunca terminan por la tarde y la asignatura se asocia con la ansiedad en la escuela”.

Finalmente, para su diagnóstico, es necesario realizar una evaluación, como tests de cociente intelectual, entre otros.

“A veces serán útiles pruebas de cociente intelectual o pruebas de imagen, pero no para el diagnóstico de la Discalculia en sí, sino para descartar otras condiciones neurológicas que puedan estar interfiriendo en el aprendizaje”, señala el neuropediatra brasileño Júlio Koneski, a la BBC.

“También existen las ‘pruebas de rendimiento escolar’, que están estandarizadas y se convierten en herramientas útiles para el diagnóstico”, explica Koneski.