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La llegada de un bebé conlleva emociones intensas y cambios profundos, sobre todo para las madres, quienes pueden experimentar depresión posparto, un trastorno que afecta el estado de ánimo y que puede manifestarse con tristeza, ansiedad, fatiga y dificultad para conectar con el bebé. Esta depresión puede surgir entre dos y ocho semanas después del parto, y se atribuye a la caída rápida de hormonas, los cambios físicos y el estrés de la maternidad. Sin embargo es posible tratarla gracias a la terapia psicológica, apoyo social y en algunos casos, medicación, siempre con cuidado y consentimiento. En aspectos prácticos, el entorno debe ser comprensivo y brindar ayuda para que los padres puedan descansar y recuperarse, además, en el caso de la madre, la terapia en grupo con mujeres en situaciones similares puede ser un complemento valioso para enfrentar esta condición.

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La llegada de un una nueva vida está cargada de emociones y también profundos cambios, los cuales en gran parte son vivenciados por las madres. Aquellas variaciones emocionales y físicas, en ocasiones, provocan la depresión posparto.

La alegría, el miedo, la ansiedad o inseguridad, son emociones que una madre siente luego del nacimiento de un hijo, sin embargo, aquellas también puede ser el origen de una depresión.

“La depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo que afecta a algunas mujeres después de dar a luz”, explica para BioBioChile, Ester Laherrán Cantera, Coordinadora Salud Mental Clínicas Bupa Chile.

Depresión posparto: no es solo un sentimiento de tristeza

Dicha afección se caracteriza por sentir una profunda tristeza, ansiedad o fatiga, junto con la dificultad general para conectarse con el bebé, cuidar de él y disfrutar de la maternidad. Como así también cuidar de sí misma.

En situaciones más extremas y no tratadas, afloran los pensamientos de hacerse daño a sí misma o al bebé, indica Unicef.

Un grupo de expertas, realizó una investigación de salud mental en madres durante el período perinatal, publicada en la Revista Chilena de Pediatría (2021), donde se estudió a 158 mujeres durante el tercer trimestre de gestación, y a los 3 y 6 meses postparto.

Tras los resultados, se determinó una prevalencia entre 41,3% y 44,3% de sintomatología ansiosa elevada, y de 13,9% a 20,9% para los síntomas elevados de depresión.

Según Unicef, la depresión posparto suele aparecer entre las dos y ocho semanas después de dar a luz, pero también puede darse luego de un año del nacimiento del bebé.

En cuanto a su origen, “pese a que se desconoce la causa exacta que lleva a padecerla, se piensa que hay una relación entre la rápida caída de las hormonas después del parto y los cambios físicos y sociales que lleva el tener un hijo/a”, complementa a BioBioChile, Andrea Cid, psicóloga de IntegraMédica.

Sumado a ello, aquellas sensaciones, al contario de lo que se cree, no solo ocurren en las madre, sino que también puede ser percibido por el padre.

“Aunque la depresión posparto es más común en las madres, también puede afectar a los padres, un fenómeno conocido como depresión posparto paterna”, indica Ester Laherrán.

“Ambos padres pueden experimentar un ajuste emocional significativo al convertirse en cuidadores principales y pueden sentir presión para ser fuertes y proporcionar apoyo, lo que puede llevar a una sobrecarga emocional”, complementa la especialista.

Consecuencias para el bebé

En cuanto a las posibles consecuencias para el bebé, según indica Ester Laherrán, si el trastorno no se trata correctamente, aquello podría afectar el desarrollo emocional y cognitivo del menor, además de interponerse entre el vínculo seguro madre e hijo.

“Podría llevar a problemas de apego y desarrollo emocional en el niño. Además, puede afectar la capacidad de la madre para responder adecuadamente a las necesidades del bebé, lo que puede influir en su bienestar general”, agrega.

En palabras de la psicóloga Andrea Cid, el menor podría tener problemas en la alimentación, para dormir o dificultades en sus habilidades sociales.

Proceso para sobrellevar la depresión posparto

Por lo tanto, para sobrellevar esta condición (en casos generales), existen tratamientos que implican una combinación de terapia psicológica, apoyo social y, en ciertas situaciones, medicación.

Respecto aquel último punto, Laherrán es categórica en señalar que la decisión de fármacos debe ser pensada e indicada correctamente.

“Es importante que la decisión de medicar sea tomada cuidadosamente, considerando los posibles efectos secundarios y siempre en combinación con la terapia psicológica”, explica.

A ello complementa que cualquier tratamiento debe realizarse con el consentimiento y validación de la madre.

“Es importante explorar y procesar las emociones subyacentes, permitiendo a la mujer expresar y validar sus sentimientos. La terapia puede incluir técnicas para fortalecer la conexión con el bebé y promover la autoaceptación y el cuidado personal”, explica la especialista.

Entorno cercano y externo

En cuanto al entorno cercano de la mujer, es relevante el escuchar y validar sus emociones. “El entorno debe ser comprensivo, paciente y no juzgar”, agrega.

Un ejemplo de ello es la experiencia de la conductora de televisión, Millaray Viera, quien en una entrevista contó su experiencia tras padecer depresión posparto y como su ex pareja, le aconsejó que buscara ayuda.

Junto con lo anterior, Ester Laherrá, indica que el entorno debe estar atento a los cuidados del menor, “como cuidar al bebé para permitir a la madre o al padre tiempo para descansar y recuperarse”, dijo.

“En esta etapa es necesario priorizar el descanso, darse tiempo todos los días para sí misma (aunque sea media hora), salir con amistades y pareja, obtener ayuda en las tareas domésticas, entre otras”, complementa Cid.

Desde un ambiente alejado al núcleo familiar, la terapia entre mujeres que estén pasando por la misma situación, también es una opción para sobrellevar la depresión posparto.

“Puede ser extremadamente beneficioso. Los grupos de apoyo permiten a las mujeres compartir sus experiencias, sentirse comprendidas y recibir apoyo emocional de personas que realmente entienden lo que están viviendo”, indica Laherrá.

“Este tipo de intercambio puede ser un complemento valioso a la terapia individual, ofreciendo un sentido de comunidad y validación emocional”, aconseja.