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Estudios especializados han desmitificado la relación entre las vacunas contra el Covid-19 y el aumento de infartos, destacando que no hay evidencia suficiente que demuestre un incremento en infartos agudos al miocardio producto de la vacunación en pandemia. Investigaciones de la Asociación Americana del Corazón muestran que algunos casos de inflamación cardíaca tras la vacunación son raros y leves, mientras que el Covid-19 sí representa por sí solo un riesgo cardiovascular. Expertos señalan que los infartos en personas jóvenes han aumentado, específicamente, debido a factores como malnutrición, sedentarismo y obesidad, no a la vacunación. La vacunación se destaca como una herramienta crucial para reducir la mortalidad asociada al virus, y se enfatiza la importancia de adoptar hábitos saludables desde temprana edad para prevenir eventos cardiovasculares.

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Gracias a diversos estudios especializados sobre las consecuencias, pros y contras de las vacunas contra el Covid-19, es que ha podido sumarse evidencia suficiente para desmitificar la relación entre la inoculación y el aumento de infartos el último tiempo.

Por ello, puede decirse que no existe evidencia suficiente para afirmar que la vacunación tras la pandemia desencadenó un alza en los infartos agudos al miocardio, especialmente en gente joven (menor a 50 años).

Las vacunas contra el Covid-19 no se relacionan con el aumento de infartos

Según diversos estudios difundidos por la Asociación Americana del Corazón, el riesgo de inflamación cardíaca es raro tras la tercera dosis de la vacuna contra el Covid-19. Además, en general, los casos de miocarditis después de la inoculación son escasos y suelen ser leves.

Lo que sí está relacionado a un riesgo cardiovascular es el Covid-19 en sí mismo. Una investigación al respecto publicada por la revista médica The Lancet sugirió que tal virus “es un factor de riesgo para el infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular isquémico. Esto indica que el infarto agudo de miocardio y el ictus isquémico (ACV) representan una parte del cuadro clínico del Covid-19, y se destaca la necesidad de vacunación contra el mismo”.

En el mismo estudio, el Covid-19 fue relacionado con “un riesgo de tres a ocho veces mayor de sufrir un ataque cardíaco y de tres a siete veces mayor de tener un ataque o derrame cerebral”, según recogió la Asociación Americana del Corazón.

Si bien la vacuna contra el Covid ha estado vinculada a ciertos casos raros de miocarditis y pericarditis (tipos de inflamación del corazón), aquello debe examinarse dentro de su contexto, declaró a la Asociación el doctor Gregory Piazza, director de medicina vascular en el Brigham and Women’s Hospital (Boston) y académico de la Facultad de Medicina de Harvard.

“Los riesgos de la vacuna son eventos muy poco frecuentes”, agregó el experto. Otro documento difundido por la misma organización de salud del corazón determinó que “la vacunación parcial o completa después de la infección por SARS-CoV-2 se asocia con un menor riesgo de eventos cardíacos adversos importantes“.

Al respecto, el cardiólogo pediatra, presidente del Departamento de Prevención de la Sociedad Chilena de Cardiología y vicepresidente de la rama de Medicina del Deporte de la Sociedad Chilena de Pediatría, Paulo Valderrama Erazo, entregó su apreciación a BioBioChile.

“No hay ningún estudio demostrado que le dé causalidad o asociación a las vacunas con los infartos agudos al miocardio en personas jóvenes”, señaló el también médico de Clínica Bupa Santiago e IntegraMédica a nuestro medio.

“De hecho, hay un artículo de la doctora Carolina Nazzal que muestra que la tendencia de los infartos en personas bajo los 45 años va lentamente en aumento“, agrega el cardiólogo. En dicho estudio, se evidencia que ya se observaba este fenómeno desde hace más de una década en nuestro país.

El profesional concuerda con que efectivamente ha habido un aumento paulatino de estos infartos los últimos años, sin embargo, aquello se debe a la “malnutrición con comida chatarra y bebidas artificiales, sobrepeso, obesidad, sedentarismo e inactividad física”.

Al llevar un estilo de vida con dichas características, aumenta considerablemente la posibilidad de desarrollar hipertensión arterial, resistencia a la insulina, trastornos del colesterol y estrés; todos estos, factores de riesgo de un evento cardiovascular. Estos factores, explica Valderrama, “se han ido acumulando paulatinamente”.

“En la pandemia del Covid-19 hubo un quiebre respecto a la evolución del antes de la vacuna y después de la vacuna, y si tuvieran causalidad o asociación las vacunas con los infartos agudos al miocardio, probablemente se hubiera observado un quiebre o un aumento exponencial de la mortalidad de infartos agudos al miocardio al incorporar las vacunas. Ha habido un aumento progresivo y persistente, pero no un quiebre o un aumento exponencial posterior a la incorporación de las vacunas. Si existió un quiebre fue el de la evolución de las personas vacunadas que se empezaron a sanar, y ya estamos conviviendo actualmente con el Covid-19 gracias a las vacunas; gracias a las defensas que tenemos”, señala el experto.

Respecto a este debatido tema, Valderrama aclara y reitera que sí ha existido una tendencia sostenida en el tiempo de infartos agudos al miocardio o accidentes cerebrovasculares a edades cada vez más precoces, pero debido a otros factores, y no a la vacunación del Covid.19.

Según el cardiólogo, y tal como se mencionó anteriormente, este aumento es “debido a una acumulación de diferentes factores de riesgo cardiovasculares, incluso antes de la pandemia, como son la hipertensión arterial, alteraciones en el colesterol, resistencia a la insulina, diabetes, sedentarismo, inactividad física y exceso de pantallas en población cada vez más pediátrica”.

Por su lado, el cardiólogo de Cordillera Interclínica, Raúl Sued, señaló en un comunicado enviado a nuestro medio que una de las lecciones que nos dejó la pandemia es que “las personas con factores de riesgo como hipertensión, diabetes, obesidad o hipercolesterolemia, lo tuvieron más difícil en la lucha contra el coronavirus y con el desarrollo de más complicaciones en el avance de la enfermedad“.

De tal forma, las muertes por infarto al miocardio después de la pandemia estarían relacionadas más con factores propios de la enfermedad y patologías de base de riesgo, y no con la vacunación contra el Covid-19.

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El doctor Sued define la vacunación como una “herramienta que más bien ha resultado crucial para reducir la mortalidad asociada al virus”, a lo que añade que “la evidencia científica demuestra que los beneficios de la vacunación superan los riesgos, incluyendo aquellos asociados con problemas al corazón”.

El presidente del Departamento de Prevención de la Sociedad Chilena de Cardiología enfatiza en la importancia de los hábitos que la población debería tener; tanto niños como adultos (sus padres, por ejemplo).

“Lo que tenemos que trabajar a nivel familiar es en los hábitos que tiene tanto el individuo, que es mi paciente (niños), como la familia, que es su entorno. Esos hábitos se adquieren antes de que el niño nazca. La mamá y el papá tienen que ser saludables, y eso es que su composición corporal sea lo más saludable”, explica Paulo.

El mismo experto declara que tanto la madre como el padre, antes de embarazarse, deben hacer ejercicio físico, pues “hay estudios que ya demuestran que mientras el papá y la mamá hagan ejercicio físico previo al embarazo, el espermatozoide y el ovocito generaran hijos que van a ser cardiovascularmente mucho más sanos, con mejor regulación de la glucosa, menor adiposidad corporal o peso corporal y mayor capacidad de hacer ejercicio físico”.

“Mientras los papás no hagan juicio o no entreguen hábitos saludables desde la edad pediátrica, es decir, desde los 0 años o desde recién nacido hasta los 18 años, vamos a seguir viviendo esto y se van a hacer cada vez más precoces los infartos agudos al miocardio y los accidentes cerebrovasculares”, agrega Valderrama.

Cabe mencionar que la única vacuna para el Covid-19 que fue retirada del mercado por haberse relacionado con ciertos efectos adversos fue AstraZeneca. Sin embargo, tal asociación fue después desmitificada también.

Y es que un análisis de agosto de 2021 de 30 millones de personas vacunadas en el Reino Unido demostró que las probabilidades de eventos trombocitopénicos (trombos) eran mucho mayores tras una infección por coronavirus, en comparación con cualquier vacuna contra la enfermedad.

En este contexto, la Fundación Británica del Corazón describió cómo por cada 10 millones de personas vacunadas con AstraZeneca se producen sólo 66 casos de coágulos sanguíneos en las venas y siete casos extra de un tipo raro de coágulo sanguíneo en el cerebro. En comparación, se calcula que la infección misma por Covid-19 causa 12.614 casos adicionales de coágulos sanguíneos en las venas y 20 casos de coágulos sanguíneos raros en el cerebro.

A la vacuna AstraZeneca le acompañó una mala imagen pública. Sumado a ello, y otro posible detonante de su retiro del mercado, es que otras de las vacunas contra el Covid-19, como las de Pfizer y Moderna, son esencialmente mejores.