Las enfermedades inflamatorias intestinales (EII) afectan, aproximadamente, a 5 millones de personas en todo el mundo, y más del 50% enfrenta demoras significativas en el diagnóstico.
Este retraso, atribuido a varios factores, incluida la falta de atención a las señales y la evaluación inadecuada por parte de algunos profesionales, subraya la importancia de una mayor conciencia y atención hacia estas enfermedades crónicas inflamatorias del tracto gastrointestinal.
Entre las más comunes se encuentran la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, condiciones que impactan profundamente la calidad de vida de los pacientes y que, sin embargo, siguen siendo poco visibles.
Día mundial de las Enfermedades Inflamatorias Intestinales
Aunque Chile cuenta con la Ley Ricarte Soto, que garantiza el diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades, aún se requiere un enfoque más global que incluya terapias médicas innovadoras.
Según la Agrupación Chilena de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACTECCU), entre 11.000 y 15.000 pacientes en el país sufren estas enfermedades, lo que representa un desafío considerable para el sistema de salud nacional.
Los avances médicos ofrecen nuevas esperanzas para estos pacientes; terapias como las biológicas y las de moléculas pequeñas muestran una mayor eficacia y seguridad en comparación a los tratamientos tradicionales.
Estas opciones no sólo mejoran los síntomas, sino que también permiten a los pacientes retomar sus actividades cotidianas sin limitaciones. Paulina Núñez, vicepresidenta de ACTECCU, enfatiza la importancia de estas nuevas tecnologías para aquellos pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.
Por su lado, la inclusión de tratamientos innovadores en la cobertura de la Ley Ricarte Soto es crucial, dice Karen Tapia de la Fundación Carlos Quintana.
“Un gran número de pacientes que sufren enfermedades inflamatorias intestinales no responde a las terapias tradicionales y tampoco a los tratamientos biológicos actualmente incluidos en la ley. Por esta razón, es urgente introducir nuevas tecnologías médicas que puedan beneficiar a esta significativa población de pacientes”, manifiesta Tapia.
Cuando la enfermedad se trata adecuadamente, los pacientes pueden llevar una vida normal y los costos asociados disminuyen significativamente.
El diagnóstico temprano y preciso es fundamental para iniciar el tratamiento adecuado y personalizado. Exámenes como la colonoscopía permiten visualizar directamente la mucosa intestinal y obtener biopsias para una evaluación detallada de la enfermedad.
Aunque no existe una cura definitiva para la EII, un enfoque multidisciplinario que incluya seguimiento médico especializado, nutrición y apoyo psicológico puede ayudar a controlar los síntomas, favorecer la remisión y mejorar la calidad de vida de los pacientes.