Investigadores de la Universidad de Stanford descubrieron un tipo de material genético desconocido hasta ahora, parecidos a los virus. Se encuentran en la boca y los intestinos humanos, fragmentos circulares que albergan uno o dos genes y se organizan autónomamente en formas de varilla. Inspirado precisamente en esta forma, se les denominó “Obeliscos”.
Estos enigmáticos trozos de material genético carecen de secuencias identificables y tampoco presentan similitudes estructurales con otros agentes biológicos conocidos. Por tal motivo, Ivan Zheludev, biólogo de la Universidad de Stanford, junto a su equipo, sostiene que este peculiar hallazgo podría no pertenecer a los virus, sino representar una categoría totalmente nueva de entidades.
Estas podrían desempeñar un papel clave en unificar la extensa brecha existente entre las formas de vida genética más elementales y los virus de mayor complejidad.
Teoría que necesita revisión
El estudio ha sido discutido en diferentes revistas científicas, pero aún tiene que pasar por el proceso de revisión.
“Los obeliscos comprenden una clase de ARN diversos que han colonizado los microbiomas [los microorganismos que viven en una zona particular del cuerpo] humanos y mundiales y han pasado desapercibidos en ellos”, escriben los investigadores en un artículo.
El equipo de investigadores analizó más de 5.4 millones de bases de datos de secuencias genéticas y descubrió 30,000 obeliscos. Hallaron que estos estaban presentes en al menos el 7% de los microbiomas intestinales humanos y en el 50% de los microbiomas orales.
Además se encontraron en todas las partes del mundo y parecen estar presentes en diferentes zonas de nuestro cuerpo.
Un misterio por resolver
A pesar de que el origen de los obeliscos sigue siendo un misterio para los científicos, han observado que contienen las instrucciones para generar una nueva categoría de proteínas, a las cuales los investigadores han denominado Oblins.
Estos no muestran relación evolutiva o “homología” con ninguna otra proteína conocida, dejando en misterio su función.
Estos genomas de obeliscos habían sido ignorados anteriormente debido a su gran diferencia con cualquier otro elemento conocido. El equipo los descubrió mediante un método innovador diseñado específicamente para buscar en las bases de datos moléculas de ARN circular monocatenario y detectar elementos similares a viroides.
“Es una locura”, dice el biólogo celular de la Universidad de Carolina del Norte, Mark Peifer, que no participó en el estudio: “Cuanto más miramos, más locuras vemos”, recoge Science Alert.