Un reciente estudio publicado en la revista especializada Cell explicó la relación que tienen las enfermedades intestinales inflamatorias con la salud mental de las personas.
Las enfermedades intestinales inflamatorias son afecciones autoinmunes. Afectan a más de 6,8 millones de personas en todo el mundo. Una nueva investigación desarrollada en Estados Unidos, y publicada por la revista científica Cell, permitió conocer cómo el estrés psicológico puede agravar la situación de los pacientes con esos trastornos.
El estudio identificó un proceso que empieza con señales químicas producidas en el cerebro y termina con células inmunitarias en el intestino.
Este hallazgo permite vislumbrar que mejorar el estado de la salud mental del paciente podría ser una estrategia poderosa, aunque subutilizada, para el tratamiento de las enfermedades, como indicó el artículo de Infobae sobre el estudio.
Son muchos los estudios epidemiológicos que han respaldado la hipótesis de que las situaciones estresantes pueden exacerbar los cuadros de enfermedades intestinales inflamatorias. Sin embargo, aún no estaban claras las bases mecánicas del agravamiento de los brotes de esos trastornos asociados al estrés.
Los científicos que desarrollaron este estudio se propusieron encontrar esas bases y ayudaron a explicar cómo el estrés crónico puede desencadenar trastornos físicos.
Esto implica que la gestión de los niveles de estrés podría influir profundamente en la eficacia de los tratamientos de la enfermedad inflamatoria intestinal.
Los síntomas más frecuentes son dolor abdominal, diarrea, fatiga e inflamación abdominal. En algunos pacientes, los cuadros pueden ser leves. Pero en otros pueden ser debilitantes o incluso poner en peligro su vida.
Según Christoph Thaiss, microbiólogo y coautor del estudio, el tratamiento médico convencional de las enfermedades intestinales inflamatorias “ha descuidado por completo el estado psicológico del paciente como factor determinante de la respuesta al tratamiento”, señaló el experto al Portal Infobae.
Los resultados del estudio
Los acontecimientos estresantes, como perder el trabajo o la ruptura con la pareja, suelen ser el punto de partida en la sintomatología de estas enfermedades. Los investigadores explicaron como ocurre esta asociación.
Tras una oleada de estrés, el cerebro envía señales a las glándulas suprarrenales, que liberan unas sustancias químicas llamadas “glucocorticoides” al resto del organismo.
A través de un experimento con ratones, los investigadores descubrieron que los glucocorticoides actúan sobre las neuronas del intestino y sobre las células gliales que conectan las neuronas del intestino entre sí.
Tras ser activadas por los glucocorticoides, algunas células gliales liberan moléculas que activan las células del sistema inmune. A su vez, esas células inmunitarias liberan moléculas que normalmente se utilizarían para combatir patógenos, pero que en este caso acaban provocando una dolorosa inflamación intestinal.
Al mismo tiempo, los investigadores descubrieron que los glucocorticoides impiden que las neuronas intestinales inmaduras se desarrollen plenamente.
Como consecuencia, sólo producen niveles bajos de moléculas de señalización que provocan la contracción de los músculos intestinales. Esto significa que los alimentos se desplazan lentamente por el aparato digestivo, lo que agrava las molestias de la enfermedad intestinal.
A los investigadores les sorprendió saber que los glucocorticoides provocaran inflamación intestinal, porque estos compuestos se usan a veces para tratar la enfermedad. Esta aparente paradoja podría explicarse por la brevedad de los tratamientos.
Aunque las ráfagas rápidas de glucocorticoides parecen ser antiinflamatorias, cuando el estrés se vuelve crónico, “el sistema cambia por completo” y los glucocorticoides asumen un papel proinflamatorio, explicó el doctor Thaiss.
La capacidad del cerebro para impulsar la inflamación en órganos lejanos “parece ser mucho más fuerte” de lo que se pensaba hasta ahora, según Thaiss al portal Infobae. Esto sugiere que los fármacos contra las enfermedades intestinales inflamatorias, en combinación con técnicas de control del estrés, podrían ser más eficaces que los fármacos por sí solos.
Las implicancias del estudio podrían ir más allá de las enfermedades intestinales. También se cree que el estrés aumenta las enfermedades inflamatorias de la piel y los pulmones, posiblemente a través de vías de señalización similares.
“Sin duda, aún nos queda mucho por aprender sobre el cerebro y sobre cómo éste controla aspectos aparentemente inconexos de la fisiología y la enfermedad”, enfatizó Thaiss.
Estrés crónico ¿cómo prevenirlo?
La psicóloga Nicole Becker Peña explicó a BioBioChile lo importante de estar atento a las señales y siempre ante cualquier malestar consultar a un especialista en la materia.
Si luego del tratamiento no mejora es importante acudir a psicoterapia, ya que estas molestias podrían estar relacionadas a los niveles estrés.
“El estrés es una reacción fisiológica, natural y necesaria para la supervivencia. La respuesta al estrés es una forma de afrontar y adaptarse a las diversas situaciones, que aparecen cuando percibimos que nuestros recursos no son suficientes para hacerles frente. Es importante saber distinguir un episodio de estrés y el estrés crónico; estos se diferencian, principalmente, en la duración que tiene cada uno!, indicó la profesional.
A llo, añadió que “el episodio de estrés surge como reacción a una exigencia o situación puntual, situaciones de la cotidianidad en las que nos vemos superados, pero que se puede afrontar en un corto período de tiempo. Por otro lado, el estrés crónico se caracteriza por ser un estado de alarma constante que se mantiene por un tiempo prolongado, muchas veces por una acumulación de situaciones demandantes a través del tiempo, las que no se han podido resolver o afrontar”.
Para reducir el nivel de estrés, no necesariamente se deben usar medicamentos. El tratamiento va a depender del tipo de estrés que se está viviendo, como lo está sobrellevando cada persona y que estrategias de afrontamiento tiene.
“Se pueden utilizar otras técnicas como asistir a terapia con el fin identificar las señales de estrés, ante qué situaciones ocurre y cómo abordarlas, trabajar con identificación de pensamientos, realizar actividad física, deporte y actividades recreativas que nos permitan generar una sensación de disfrute; practicar yoga y meditaciones, lo cual nos permite estar y disfrutar el momento presente y reconectar de con uno mismo, creo que es importante que las personas se den el tiempo para hacer distintas actividades que les otorguen un estado de calma y sensación de bienestar”, señaló la psicóloga a BiobioChile.
Stop, la práctica del mindfullness
Hoy en día vivimos en una sociedad en la que la idea principal es ser productivos, por lo que muchas veces no se da el espacio para el descanso, para poder observarnos, escucharnos y ver cómo nos encontramos realmente.
Es como estar todo el día corriendo en una rueda de hamster y es un estado que se ha vuelto permanente, dado el ritmo de vida que llevamos.
“Respecto a las alertas a las que deberíamos estar atentos, es como nos sentimos en nuestro día a día, a nivel emocional, psicológico y físico, creo que detenernos, darnos espacio para ser conscientes de esto nos permite marcar la diferencia. La principal sintomatología que puede aparecer es el cansancio, la irritabilidad, tensión y/o dolor muscular, falta de energía, dificultad para concentrarse, problemas en el sueño, malestar gastrointestinal”, explicó Becker a BioBioChile.
“Una manera de revisarnos es observarnos en relación con un semáforo y ver en qué luz me encuentro, verde en donde a pesar de haber situaciones que generan estrés puedo resolverlas, la luz amarilla que nos indica que debo andar con más cuidado y comenzamos a presentar síntomas leves y es donde debo también generar el cambio para que no aumente el malestar, y la luz roja en donde hay un aumento significativo de sintomatología y agotamiento”, agregó.
La especialista recomenzó “realizar un alto durante el día, con el fin de entregarnos un momento en el cual se puedan desconectar de lo que están haciendo y se puedan preguntar cómo se encuentran, entregándose un tiempo para que puedan realizar alguna actividad que les permita relajarse y conectar con uno mismo”.
Una práctica que Nicole Becker Peña aconsejó desde la perspectiva del Mindfulness es el STOP. En 5 pasos nos permite parar, tomar una pausa, observar cómo estamos y continuar nuestro día de una manera más consciente.
S – Stop: Detén lo que estás haciendo
T – Tomar un respiro: Respira lenta y conscientemente, sintiendo como entra y sale el aire por las fosas nasales
O – Observar: observar con amabilidad
Cuerpo: ¿De qué sensaciones físicas eres consciente (tacto, vista, oído, gusto, olfato)?
Emociones: ¿Qué estás sintiendo ahora?
Mente: ¿Cómo está tu mente? ¿Cómo son tus pensamientos? ¿Cuáles son tus pensamientos?
P – Proceder: Procede y continúa con lo que sea que esté haciendo, con una actitud consciente y de amabilidad.