Una mancha verde en uno de sus dedos permitió que una joven argentina supiera que tenía carcinoma espinocelular, es decir cáncer. Tras una serie de tratamientos, y descartar que no eran hongos ni bacterias, los médicos comenzaron a sospechar de las lámparas que se utilizan para la manicure debido a la acumulación de rayos UV. En ese sentido, reiteraron la advertencia para clientes y profesionales de esta área.
Hace más de dos años, y cada 15 días, Florencia se hacía las manos de forma normal y sin ningún tipo de novedad, pero todo cambió con la presencia de una mancha de color verde en el dedo anular izquierdo.
Al principio pensó que podría ser humedad, pero descartó esa teoría cuando se dio cuenta que la mancha ya estaba en toda la uña, según cuenta la abogada de 26 años que vive en Buenos Aires, Argentina.
Tras el avance, contó a Infobae, “la uña empezó a desprenderse, si la tocabas adentro se sentía como un ruido hueco”. Posteriormente vino una seguidilla de tratamientos, pensando que era una bacteria o un hongo, pero no.
No era hongos ni bacterias, era cáncer
El médico dermatólogo especialista en oncología cutánea del Hospital Italiano de Buenos Aires, Damián Ferrario, explicó que Florencia “tenía un carcinoma espinocelular in situ, es decir “un tumor localizado en el sector de la uña. Cáncer de piel, sí”.
En cuanto a la razón, la principal sospecha radica en una acumulación de rayos UV producto de las lámparas que se usan para algunos tratamientos estéticos en las uñas como, por ejemplo, el kapping y esmaltado semi permanente.
“Las pacientes nos dicen que para tener las uñas perfectas lo hacen al menos dos veces al mes (…) la exposición a los rayos UV es enorme”, explicó el jefe de dermatología del CEMIC, Matías Maskin.
Agregando que la recomendación es “que no se lo hagan directamente, o que lo hagan alguna vez para una ocasión especial. Hacerlo cada 14 días me parece una locura”.
Fue a fin de año de 2021, específicamente en diciembre, cuando Florencia descubrió la mancha verde que no sólo había empezado a levantar esa uña, sino que todas las demás empezaron a despegarse de la piel.
En medio de la incertidumbre, cuenta la abogada, su mamá vio una noticia sobre un estudio que decía que “la radiación de los secadores de uñas puede dañar el ADN y causar mutaciones que generan cáncer en las células humanas”.
Tras entrar a quirófano, el médico Gabriel Brau, sub Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Italiano de San Justo, en Argentina, sacó la uña y tras realizar una biopsia confirmó que tenía un carcinoma en la matriz de la uña justo abajo de la cutícula.
La recomendación de los médicos
Por su parte, el Dr. Ferrario comentó que no hay problema en hacerse las uñas ocasionalmente, pero destacó que “el problema oncológico puede aparecer por la cantidad de dosis acumuladas”.
“No existe un dosímetro que nos permita saber hasta cuántas dosis de esa radiación uno podría aplicarse sin que genere riesgo de cáncer”, agregó.
Sin embargo, destacó que el principal problema es la cercanía de las manos a la lámpara porque “están a centímetros, mucho más cerca que en una cama solar” por lo que a medida que te acercas “la dosis y la intensidad que recibe la uña es más puntual”.
“Cuando se suma la frecuencia, la cantidad de años y la cercanía del dedo a la lámpara la sospecha crece (…) está comprobado que la luz ultravioleta en otras partes del cuerpo es cancerígena”, añadió Ferrario.
“La mayoría de los casos son carcinomas in situ, esto quiere decir que están localizados ahí en la piel (…) no quiere decir que quede in situ”, explica porque “con el tiempo puede crecer y convertirse en un cáncer invasor”.
Por lo tanto, la advertencia es para quienes se realizan estos tratamientos, pero también para los profesionales ya que si bien “no es que el tumor sea muy agresivo en sí mismo”, muchas veces se confunde -como en el caso de Florencia- y el tumor progresa.