Un equipo dirigido por una ginecóloga danesa demostró que un simple análisis de sangre permite comprender, y eventualmente prevenir, los abortos espontáneos.
Estos afectan a una de cada diez mujeres a lo largo de su vida, a menudo aún más en los países en los que la edad reproductiva es cada vez más tardía.
Radicados cerca de Copenhague, Henriette Svarre Nielsen y su equipo publicaron en la revista científica The Lancet unos estudios que permiten establecer si un aborto espontáneo se debe o no a una anomalía cromosómica.
Contrariamente a lo que estaba admitido hasta ahora, la prueba se puede realizar al comienzo de un embarazo, a partir de la quinta semana.
“Si se produce un aborto espontáneo, podemos tomar una muestra de sangre de la madre para conocer las características genéticas del feto”, explicó a la AFP Svarre Nielsen.
Hasta ahora, en Dinamarca sólo se ofrecía una prueba similar después de tres abortos espontáneos consecutivos, y si el embarazo alcanzaba las diez semanas de gestación o más.
Ahora, en Hvidovre, a todas las mujeres que sufren un aborto espontáneo y acuden a urgencias se les propone la prueba. Más del 75% acepta.
“Esto ayuda a entender”, dijo una de ellas, que pidió permanecer en el anonimato porque no había hablado de lo ocurrido con todos sus allegados.
Aislado y secuenciado después de la extracción de sangre, el ADN del embrión o del feto es analizado para determinar si es portador de una anomalía cromosómica importante y, por tanto, no viable. La respuesta es positiva en el 50-60% de los casos.
Los médicos “verán si [los números de] algunos cromosomas son más problemáticos que otros. Esto les permitirá determinar un posible riesgo en el futuro”, explicó la técnica de laboratorio Lene Werge.
Si no hay anomalías cromosómicas, los médicos lanzan una investigación minuciosa. Los desequilibrios hormonales, las enfermedades endocrinas, los problemas de coagulación o el estilo de vida pueden explicar la interrupción temprana de un embarazo.
Los médicos deben determinar los riesgos y proponer un tratamiento.
Darle sentido al dolor
El proyecto, iniciado en 2020 y denominado COPL, sigue en curso y busca constituir una base de datos única, reuniendo patologías diferentes gracias al mayor número de mujeres jamás reunido.
“Tendremos una base de datos fiable para responder correctamente a las preguntas relativas a los abortos espontáneos, a la reproducción, pero también a la salud de las mujeres en general”, explicó la profesora universitaria.
Médica desde hace más de 20 años, quiere hacer evolucionar las prácticas del personal de cuidado de la salud.
“Los abortos espontáneos son muy comunes. Representan el 25% de los embarazos. Pero a pesar de ser tan frecuentes, durante muchos años sólo se vació el útero de la gestante después de la pérdida de un embarazo” sin prestar atención a los mecanismos que lo causaron ni al impacto en la salud mental de las parejas, lamentó.
Antes de tener dos hijos, Rikke Hemmingsen tuvo tres abortos espontáneos. Hoy apoya el proyecto que “le da la esperanza de que menos mujeres tengan que vivir lo que nosotros hemos vivido”.
“Da sentido a todo el dolor y la tristeza que representa cada pérdida de un embarazo”, subraya.
Los abortos espontáneos, una tragedia con la que se suele lidiar en la intimidad, rara vez son mencionados en público, y cuando se habla sobre el tema las reacciones muchas veces dejan que desear.
“El hecho de que todo el mundo diga ‘es normal’ no hace que sea menos triste para la persona a la que le sucede. Pero al parecer, esto nos incita a rápidamente dejar de lado el tema”, señaló Hemmingsen.
Este tabú puede dificultar el acceso a tratamientos adecuados.
“Tenemos que empezar a hablar de los abortos espontáneos más abiertamente. Si no, ¿cómo decirle a la gente que hay especialistas en este país que pueden ayudar?”, destacó esta periodista de 39 años.
Según Svarre Nielsen, los resultados del estudio podrían ayudar a prevenir un 5% de los 30 millones de abortos espontáneos anuales en el mundo.