El enfermero del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) de Cataluña (España), experto en asistencia de víctimas atrapadas y en supervivencia, Ramón Pedrosa Cebador explicó que “pueden pasar hasta siete días antes de perder la esperanza de encontrar personas con vida” tras un terremoto como el ocurrido hace una semana en Turquía y Siria. Esto por el síndrome de aplastamiento.
“El ‘crash syndrome’, o síndrome de aplastamiento, se da cuando una persona queda confinada o sepultada y, a las cuatro o seis horas de estarlo, el organismo empieza a liberar toxinas, como hemoglobina o potasio, que pueden resultar nocivas y derivar en lesiones metabólicas, como insuficiencia renal o fallos respiratorios, y estrés postraumático”, detalla el especialista en asistencia inicial a víctimas del síndrome.
La afectación de esta patología es mayor en “edades extremas”, es decir, en edades avanzadas o pediátricas, y en personas con patologías previas, como cardiopatías o problemas respiratorios, ya que “los mecanismos de compensación en ambos casos no son los mismos que los de un adulto sano, por lo que les pueden quedar secuelas más importantes”.
Ante catástrofes de la magnitud del terremoto de Turquía y Siria, “son esenciales los primeros auxilios sanitarios”, y para llevarlos a cabo “no hace falta ser médico ni enfermero porque consisten en tener un primer contacto con la víctima, tranquilizarla y preguntarle por sus miedos e inquietudes”, según el enfermero.
Además de los traumatismos, el síndrome de aplastamiento deja secuelas psicológicas, por lo que, según el experto, es necesario que se desplacen al lugar de los hechos equipos de psicólogos de emergencia que tratan el estrés postraumático de los afectados, que “siguen un proceso de recuperación similar al de soldados o víctimas de guerra”.
Síndrome de aplastamiento
“El primer paso en la asistencia a personas atrapadas debe ser identificarla como rescatable. Luego, tiene lugar un triaje para evaluar la prioridad de tratamiento, que consiste en asignar una etiqueta a la víctima con el color que corresponda a la prioridad con que se considera que debe ser tratada”, precisa Pedrosa.
A personas que presentan lesiones incompatibles con la vida se les asigna una etiqueta negra; a las víctimas con lesiones de riesgo inminente de muerte, “prioritarias en ser tratadas”, una roja; y las amarillas y las verdes son, respectivamente, para “las que su tratamiento puede demorarse y las que presentan lesiones leves”.
Las “medidas salvadoras” llegan después de esta clasificación y consisten en “administrar oxígeno, controlar la hipotermia y, como mucho, administrar líquidos endovenosos para rehidratar al paciente”, que, una vez rescatado, es trasladado a un hospital de campaña donde “el triaje ya no es básico, sino avanzado, y determina qué tipo de tratamiento debe seguir”.
“Se dice que las personas pueden estar un día sin beber y una semana sin comer, pero la probabilidad de encontrar a las víctimas sepultadas con vida disminuye notablemente a partir de las 72 horas, aunque Naciones Unidas argumenta que factores como el acceso a hidratación de la persona sepultada o el material de la construcción de las viviendas pueden prolongar el período hasta los cinco o siete días”, subraya el especialista.
El coordinador de las prácticas del máster de emergencias sanitarias de la UIC alerta de que “el conflicto en Siria está complicando la llegada de recursos materiales y humanitarios a las zonas afectadas por el terremoto, debido a reticencias políticas”, pero no duda que lleguen, y tampoco duda de las labores de rescate del “operativo de campo”.