Un estudio sobre nutrición realizado en una alianza multicéntrica de investigadores españoles concluyó que la velocidad con la que se ingieren los alimentos tiene relación con las probabilidades de que un niño desarrolle obesidad infantil.
Los resultados de la investigación detallaron que un niño que come muy rápido es más propenso a desarrollar sobrepeso u obesidad, mientras que el que lo hace de manera más lenta y aumentando el número de ciclos de masticación sentiría saciedad más rápido y, por tanto, disminuiría la ingesta total de alimentos.
Un estudio del CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) ha descubierto que comer rápido se asocia a mayor riesgo de sobrepeso y otros factores cardiometabólicos en la infancia, ya que comer rápido se ha relacionado con una mayor ingesta de calorías, y un mayor índice de masa corporal, prevalencia de obesidad y ciertos trastornos metabólicos en adultos.
Este trabajo observacional, publicado en la revista ‘The Journal of Pediatrics’, se ha realizado en 956 niños y niñas de tres a seis años, con el objetivo de evaluar la asociación entre la velocidad de ingesta en las tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y la adherencia a la dieta mediterránea, el riesgo de presentar sobrepeso u obesidad, mayor adiposidad, mayores niveles de tensión arterial y otros factores de riesgo cardiometabólico tales como el colesterol, los triglicéridos y la glucosa en ayunas.
El estudio mostró que aquellos niños con mayor velocidad de ingesta presentaban menor adherencia a la dieta mediterránea, un mayor riesgo de presentar sobrepeso u obesidad e incremento en los niveles de grasa corporal, tensión arterial y glucosa en sangre.
Esto indica que el comer más rápido podría estar asociado con la ingesta de alimentos menos saludables como aquellos con mayor contenido energético, alimentos ultraprocesados asociados a un mayor riesgo de obesidad y alteraciones en el sistema cardiometabólico, los cuales pueden resultar más atractivos debido a su alta palatabilidad.
Otros estudios también han demostrado que masticar lentamente y aumentar el número de ciclos de masticación durante una comida se asocia inversamente con la adiposidad. Por lo tanto, estos resultados sugieren que una velocidad de ingesta más lenta podría mejorar el desarrollo de la señal de saciedad, lo que podría limitar la ingesta total de alimentos.
Los investigadores recuerdan que en la actualidad, la obesidad infantil es un gran problema de salud pública, principalmente debido a su alta prevalencia y la predisposición a un gran número de problemas de salud tanto en la infancia como en la vida adulta.
La gran mayoría de las estrategias para prevenir o tratar la obesidad infantil y las alteraciones metabólicas que provoca se basan en aumentar la actividad física, disminuir el sedentarismo y promover la adherencia a una dieta saludable.
Estudios recientes han demostrado que el exceso de adiposidad y otros factores de riesgo cardiometabólico asociados pueden verse afectados por comportamientos como la velocidad en la ingesta de alimentos.