Una nueva investigación apuntó a detectar con mayor precisión el tiempo que las gotas y partículas que contienen el coronavirus se mantienen en suspensión en el aire. Los resultados concluyeron que estarían más tiempo en el ambiente y que desaparecerían de manera más lenta luego de ser expulsadas por alguien contagiado.

Además de lo observado, el estudio también arrojó que es más fácil infectarse en invierno que en verano, ya que la humedad ambiental juega un rol importante en su transmisión.

Anteriormente, se pensaba que sólo las gotas de mayor tamaño y volumen permanecían más tiempo en el aire y que las pequeñas se desvanecían más rápido. No obstante, la alta humedad en el ambiente generaría que estas duren mucho más tiempo, haciendo que sea más propenso al contagio, recoge el sitio especializado Infosalus.

El equipo está investigando “flujos que se componen de diferentes componentes, los llamados “flujos multifásicos”. Esto incluye el aire que exhala una persona infectada al estornudar: los virus infecciosos se encuentran en gotitas líquidas de diferentes tamaños, con gas en el medio”, señala un extracto.

“Descubrimos que las gotas pequeñas permanecen en el aire un orden de magnitud más de lo que se pensaba. Hay una razón simple para esto: la tasa de evaporación de las gotas no está determinada por la humedad relativa promedio del ambiente, sino por la humedad local directamente en la ubicación de la gota”, explicó Alfredo Soldati, investigador principal del Instituto de Mecánica de Fluidos y Transferencia de Calor TU Wien en Austria.

Según explicó el científico, el aire exhalado es mucho más húmedo que el aire ambiente y es esta misma la que causa que las gotas más pequeñas se evaporen. “Cuando las primeras gotas se evaporan, esto conduce localmente a una mayor humedad, lo que ralentiza aún más el proceso de evaporación de otras gotas”.

Lo anterior, significa que las gotas pequeñas son infecciosas durante más tiempo de lo que se supone. Esto, “nos muestra que hay que estudiar tales fenómenos de la manera correcta para comprenderlos. Sólo entonces podremos hacer recomendaciones científicamente sólidas, por ejemplo, con respecto a las máscaras y las distancias de seguridad”, concluye el experto.