Cada día 800 millones de mujeres, niñas y personas trans, menstrúan. Actualmente, se estima que el 26% de la población global femenina está en edad reproductiva según la Unicef, y una persona que menstrúa pasaría al menos 7 años de su vida menstruando, si fueran días continuos.
Una encuesta realizada por WASH United, World Association of Girl Guides and Girl Scouts (WAGGS) y la Unicef, reveló que una de cada cuatro personas que menstrúa entre los 13 y los 35 años ha declarado que ha sido más difícil manejar su menstruación desde la llegada del COVID-19. Ina Jurga, la coordinadora internacional de la Global Menstrual Hygiene Day dijo en la misma encuesta que 47% de estas personas han tenido dificultades para acceder a insumos menstruales durante la pandemia.
A diferencia de los hombres, las mujeres una vez al mes pasan por un proceso biológico: la menstruación. Toallas higiénicas, tampones, copas menstruales, ropa interior especial, las opciones son variadas, y sin embargo el acceso no es universal; y en muchos casos ni siquiera son considerados una necesidad básica. Un claro ejemplo de esto fueron las canastas de ayuda entregadas por el gobierno chileno durante la cuarentena el año pasado. Diversas agrupaciones feministas y mujeres se sumaron a una campaña realizada a través de redes sociales, criticando al gobierno: “en cuarentena seguimos menstruando”.
Antes de la pandemia, en distintos lugares se podían conseguir insumos para este proceso fisiológico. A pesar de que muchos han cerrado, la necesidad no ha disminuido, por lo que organizaciones de todo el mundo se han coordinado para ayudar y entregar productos, debido al aumento de personas en necesidad por el COVID-19. Muchos individuos han perdido fuentes de ingreso, tienen dificultades para acceder a necesidades básicas e incluso están arriesgando quedar en situación de calle; y algunos de ellos, mientras menstrúan.
Actualmente, estas personas tienen que procurarse estos productos ellos mismos, aún si no tienen los recursos necesarios. Según The State of the Period, un documento realizado por Thinx & PERIOD, una de cada cinco adolescentes ha tenido problemas para pagar productos menstruales o simplemente no pudo comprarlos, y esto antes de la pandemia, lo que aviva aún más el debate sobre la pobreza menstrual y el difícil acceso a estos productos por partes de la población.
Grace Meng, parte del Congreso de Estados Unidos representante del distrito 6 de Nueva York, declaró en mayo del 2020 que “la equidad menstrual no es una elección ni un lujo. Es un derecho humano, un derecho a la salud. En la actual lucha contra el COVD-19, las menstruaciones no esperan. Hoy, con más de 40 millones de estadounidenses sin trabajo debido a la pandemia, los desafíos socioeconómicos y de la salud de las personas que enfrentan la pobreza durante su menstruación aumentan. Hoy es más importante que nunca garantizar que todos aquellos que necesiten estos productos puedan obtenerlos”.
Difícil acceso en Chile
En Chile se estima que más de 15.000 personas viven en situación de calle, según el Hogar de Cristo, fundación que atendió más de esa cantidad el 2018. La cifra oficial es de hace nueve años, el 2012, y corresponde a la información recolectada por el Segundo Catastro de Personas en Situación de Calle. Este archivo declaró que 12.255 personas no tenían viviendas, lo que corresponde a 5.001 individuos más que los declarados en la primera versión del catastro realizado el 2005.
De esta cifra oficial, el 16% eran mujeres: alrededor de 2.400. La mayoría de estas mujeres son jóvenes, el promedio de edad es menor que el de los hombres en situación de calle. La mayoría de estas mujeres ha explicado que se encuentran en esa situación escapando de violencia intrafamiliar, de pareja o cónyuge, entre otros motivos, como informan los datos aportados por Data Voz Statcom en su reporte sobre las personas en situación de calle realizado el 2017.
En las entrevistas realizadas para realizar este reporte, se reveló que sólo el 35% de las mujeres que viven en la calle tienen trabajo, y que el ingreso recibido es 36.5% más bajo que el de los hombres. El 79% de las mujeres entrevistadas no tiene previsión social.
En Chile, las personas que menstrúan representan al 51% de la población total. El año pasado, la Fundación Gente de la Calle lanzó su campaña #MenstruarEnLaCalle, cuyo objetivo era sensibilizar cómo personas que menstrúan y viven en situación de calle viven su menstruación. En su sitio explican que “la idea surgió a partir de la preocupación de Carla Fernandini, Asistente Ejecutiva de la Fundación, acerca del estigma social que gira en torno a este proceso biológico. También, preocupación acerca de las injusticias asociadas al impuesto rosa que desencadena situaciones como la pobreza menstrual”.
El gasto anual de un individuo en productos menstruales en nuestro país sería alrededor de 48.000 pesos, según un proyecto de ley presentado el 2019 por 30 senadores, entre ellos Isabel Allende, Guido Girardi, Yasna Provoste, Ximena Rincón y Manuel José Ossandón.
En enero del 2020, se aprobó por 133 votos a favor en la Cámara de Diputados la resolución 663. Ésta “solicita al Presidente de la República el envío de un proyecto de ley que disponga la distribución gratuita de productos de higiene menstrual en establecimientos educaciones con aportes del Estado, en centros de salud públicos, cárceles, albergues y a personas en situación de calle” como declaró la sala de prensa de la Cámara.