Para muchas personas hablar de piso o suelo pélvico es un tema aún desconocido, especialmente para aquellos de mayor edad. Sin embargo, estar informado sobre ello y conocerse, es la única forma de prevenir problemas futuro como, por ejemplo, la incontinencia urinaria.
“El piso pélvico es un grupo de músculos y otros tejidos que forman una especie de cabestrillo o hamaca a través de la pelvis”, explica la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.
En la mujer este mantiene el útero, la vejiga, los intestinos y otros órganos pélvicos en su lugar para que puedan funcionar adecuadamente. No obstante, los problemas empiezan cuando comienza a debilitarse o lastimarse por causas como el embarazo, el parto, la obesidad, tratamientos con radiación, cirugía y/o envejecimiento.
“El piso pélvico sigue siendo un gran desconocido, muchas personas piensan que es algo de personas mayores o embarazadas, pero es mucho más. El piso pélvico tiene muchas funciones que afectan directamente nuestra calidad de vida como es la continencia de orina gases y fecas, el placer sexual, el traspaso de cargas y el sostén de los órganos intrapélvicos como son el recto, útero y vejiga en el caso de las mujeres”, explicó la kinesióloga Macarena Urizar, especialista en rehabilitación integral y de piso pélvico.
Según la experta, “la importancia de saber cuáles son sus funciones es poder detectar si algo está fallando y poder detectar cuando algo nos molesta, sin normalizarlo, y poder hacerse cargo del problema”, añadió.,
El principal error
A pesar del cuidado que la especialista llama a tener, hay un error bastante común que cometen la mayoría de las personas, sin siquiera darse cuenta.
Desde pequeños a la mayoría le enseñaron a ir a orinar antes de salir, para evitar cualquier accidente en el camino. Esto es un gran error.
“El ir al baño por si acaso es algo que todos hacemos en nuestra vida, especialmente las mujeres, pero ¿qué pasa cuando lo hacemos? Tu vejiga puede acostumbrarse a vaciarse de manera más frecuente, ya que le estamos ordenando que orine sin tener ganas de orinar realmente”, agregó Urizar, quien cuenta con un perfil en Instagram dedicado a la educación en este tema.
“Nuestra vejiga tiene una capacidad funcional entre 350 a 500 ml, cuando llega a su primer límite podemos determinar si queremos o no ir al baño; si no vamos, esta se seguirá llenando hasta un segundo deseo miccional que es difícil de posponer ya que estamos casi en nuestro límite, ahí es donde vamos al baño”, añadió.
Al ir al baño sin tener la necesidad, significa que “no estamos en una capacidad funcional y tenemos menos orina que vaciar, esto puede provocar que me den ganas de orinar con muy poquitas cantidades de orina y se traduce en muchas idas al baño porque nuestra vejiga se vuelve mas sensible”.
Otro error
Sentarse con las piernas cruzadas parece ser un acto que no tiene mayores consecuencias, pero hacerlo frecuentemente efectivamente puede provocar un problema.
“En realidad cruzar las piernas no está mal como tal, pero si lo hacemos muy seguido, ahí está el problema”, explicó Urizar. “Al cruzar las piernas hacemos que la posición de nuestra pelvis cambie, lo que puede hacer que algunos músculos se tensen y provoquen debilidad o dolor pélvico”, añadió.
Asimismo, también explicó que hay varias otras cosas que pueden afectar la función de esta pequeña musculatura, por ejemplo, pujar o aguantar al aire al orinar o defecar, cortar el “chorrito de pipí” como ejercicio, no sentarse en el WC para orinar y aguantar muchas horas.
“También es importante dejar de normalizar algunos problemas como la pérdida de orina o el dolor, creer que las cesáreas no se daña el piso pélvico, hay muchas cosas que si bien son muy comunes no son normales”, dijo.
El espejo, tu mejor amigo
Por lo general cuando piso pélvico comienza a presentar problemas, los médicos suelen recomendar ejercicios kinesiológicos, pero antes de eso, hay que conocerse. “No hay una receta mágica ya que cada persona es un mundo y funciona de forma diferente, pero lo que podemos hacer todos, es reconocer esta zona para empezar a tomar consciencia de su existencia”, recomendó la experta.
Para ella, lo primero es aprender a tocar la pelvis, “que es una estructura osea que va desde nuestra cintura hasta nuestro pubis, y es más grande de lo que parece”.
Lo siguiente es “ver qué hay en ella”. “Si tomamos un espejo y vemos que hay entre nuestras piernas encontraremos otro gran mundo que es nuestra vulva, la cual es diferente en cada mujer y esa es la entrada a nuestro piso pélvico”.
La Kinesiologa afirma que con eso listo, es tiempo de reconocer si logramos una contracción. Para ello “podemos hacer como que aguantamos un gas o la orina, o imaginar que es un ascensor que va subiendo. También podemos imaginar que queremos levantar una cereza muy suavemente o que queremos succionar una bombilla, o simplemente cerrar la vulva. Cualquiera de estas indicaciones hará que contraigas esta valiosa musculatura”.
La idea es que cada paciente encuentre la que más le acomoda mejor y siempre tener un espejo a mano.