Cada 5 años el gobierno estadounidense, a través de los departamentos de Agricultura y Salud, publican pautas nutricionales que sus ciudadanos y residentes en ese territorio deberían seguir.
La ayuda de los expertos se vuelve vital en ese sentido. La asesoría entonces se renueva en el periodo antes mencionado y toma mayor validez en momentos en que se vive una segunda ola de la pandemia de coronavirus. Es decir, son tiempos de ansiedad a nivel mundial, y la comida y el alcohol están en la mira.
El pasado martes, salió a la pauta vigente hasta diciembre de 2025, y en esta, entre otros puntos, se llama a los padres de familia a no facilitar la ingesta de helados o dulces (azúcar agregada) a sus hijos cuando estos sean menores a los 2 años de edad.
Lo ideal, según las referidas autoridades, es que a los niños se les dé, principalmente, leche materna durante los primeros seis meses de vida. Si por motivos naturalmente explicables no la hay, están las formulas fortificadas con hierro, como sustitutas imprescindibles para los bebés.
“Nunca es demasiado temprano para comenzar. Tienes que hacer que cada bocado cuente en esos primeros años”, aseguró Barbara Schneeman, nutrióloga de la Universidad de California, Davis. Ella, forma parte del staff de científicos que están asesorando al gobierno estadounidenses en las renovadas pautas nutricionales.
No se trata solo de vigilar lo que ingieren los lactantes y menores de 24 meses. El llamado es extensivo a las futuras madres, ya que se insistió en el hecho de prohibir el alcohol durante el periodo de gestación. Además se les recomienda consumir de 8 a 12 onzas de mariscos por semana.
No se trata de cualquier producto que venga del mar. Deben elegir pescado, entre estos: bacalao, salmón, sardinas y tilapia, ya que estos tienen niveles más bajos de mercurio, que pueden dañar el sistema nervioso de los niños.
De lo que se trata, en síntesis es de fortalecerlos, no de perjudicarlos a nivel neurobiológico.
Las advertencias sobre el alcohol para los adultos
Para nada es un secreto que la ingesta de alcohol se ha vuelto preocupante, a nivel de países latinoamericanos, ya que sus ciudadanos han encontrado en esto un escapa al encierro-por más contradictorio que se lea-,dada la ansiedad provocada por un virus que se resiste a desaparecer, como la resaca al siguiente día de consumir bebidas embriagantes.
No obstante, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hace referencia a que, si bien son varios los motivos por los que las personas deciden alcoholizarse, reconoce que faltan las cifras exactas de este enemigo que se ha vuelto tan invisible como difícil de cuantificar.
Mientras las cifras se recaban, en territorio estadounidense recomiendan a los adultos habituados a beber, una bebida alcohólica por día, si es que se presenta la necesidad de hacerlo.
Un estudio, publicado en septiembre pasado, reveló que en ese país, los adultos mayores de 30 años han bebido un 14% más de lo que lo hicieron en 2019, asociando dicho incremento a la ansiedad causada por el coronavirus.
“No hemos terminado con el alcohol”, reconoce la científica Schneeman, quien además confirmó que, desde los dos años de vida en adelante, los consumidores en Estados Unidos deberían restringir a solo un 10% el consumo de azúcar añadida.
Las pautas en EEUU, aplicables a Chile: “¡Son universales!”
Consultada por BioBioChile, la pediatra Carolina Troncoso Jiménez, aseguró que la pauta que el gobierno estadounidense ha publicado recientemente, se vuelve aplicable a territorios como el chileno, en cuanto a las recomendaciones para que de los menores de dos, y hasta 3 años, no consuman azúcar añadida.
“¡Es universal! El consumo de azucares es la infancia está relacionado a conductas alimentarias adictivas, síndrome metabólico y trastornos endocrinos. Además, el azúcar está oculto en los alimentos con diversos nombres y resultan tóxicos a toda edad. Endulzantes, es aun peor”, sostiene la doctora especializada en la salud infanto-juvenil.
Sostiene, además, que lo ideal es no proporcionar a los niños jugos de frutas ni azúcares antes de los 3 años. De lo contrario, el sabor añadido a sus comidas significa un precio muy alto, en cuanto a su salud.
“Muchos padres arreglan las comidas con sal o azúcar o dan estos alimentos estresados, por que el niño no come, y eso induce consumo de azucares o alimentos procesados que derivan en enfermedad y malos hábitos muy difíciles de sacar”.
Confirma, también, lo que asesores estadounidenses están recomendando: leche materna de forma exclusiva hasta los 6 meses y, de ser posible, hasta los dos años de vida, algo que debe ser acompañado de una alimentación complementaria.
La pediatra Troncoso Jiménez, recomienda, no obstante, que ese complemento al que hace referencia, no se vuelva una imposición que en el futuro pueda traer efectos negativos a los niños y niñas.
El nutricionista deportivo, Santiago Puentes, se une a las consideraciones de la pediatra Troncoso Jiménez.
La de Estados Unidos es, a su juicio, una pauta que debería ser tomada en cuenta con rigor, a fin de evitar problemas de salud a futuro, sobre todo en tiempos de suma ansiedad por la situación sanitaria en casi todo el mundo.
“En mi opinión, creo que las guías alimentarias deberían ser aún más estrictas teniendo en consideración la pandemia mundial de obesidad. Cada año mueren 2,8 millones de personas en el mundo por enfermedades relacionadas con la obesidad. Por otra parte, comparto la idea de no darle alimentos procesados altos en azúcar y/o grasas a los niños, no lo requieren y son altamente adictivos”.
Lo anterior, en lo que respecta a ingesta de azúcar añadida en niños y niñas, pero también hay mucho que analizar, a nivel local, en cuanto al consumo de bebidas embriagantes en jóvenes y adultos.
Para el año 2016, cuando la pandemia era inimaginable, en Chile habían cifras alarmantes sobre el consumo de alcohol, según el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol.
“En promedio, los hombres consumen entre 7 y 9 tragos por día y las mujeres, entre 3 y 5 tragos (ENS, 2010). Ambos exceden la recomendación de la OMS. Este patrón de consumo estaría presente en el 25% de la población consumidora (ENS, 2010)”, decía el informe del Senda.
Cuatro años después, la misma institución cedió a mediados del 2020 un nuevo reporte que aseguraba que un 74,6% de los chilenos han mantenido o disminuido el consumo de alcohol.
El 38.1% que disminuyó el consumo, lo hizo por que hay menos instancias para consumir debido a los cierres obligados por la cuarentena, un 22.4% por salud y casi un 10% por temor a la inestabilidad financiera que trajo la covid-19.
Al respecto, el nutricionista Puentes considera que el hecho de sugerir una bebida alcohólica diaria, desde la pauta estadounidense, no debería ser tomado al pie de la letra, debido a que en esas dosis también hay riesgos para la salud.
“Sugiero que sea mucho menos que una copa al día, ya que el alcohol está considerado como un cancerígeno, genera hígado graso, eleva los triglicéridos y aporta “calorías vacías” (que no aportan ningún nutriente)”, sentencia.
El 2021 ya empezó. Con este viene, además de los desafíos, la oportunidad de establecerse metas que ayuden a fortalecer la salud a partir de los que se come, desde niños, hasta lo que se bebe como adultos.