El cáncer de mama es una enfermedad que se debe al crecimiento anormal, con capacidad de diseminarse, de las células de la mama. Es considerado uno de los principales problemas de salud pública en el mundo, y en Chile es la primera causa de muerte de mujeres en edad reproductiva, representando el 12,8% de todas las muertes por cáncer en mujeres.
“Este cáncer afecta preferentemente a mujeres mayores de 15 años y, entre sus causas, se incluyen factores genéticos, familiares y conductuales. La detección temprana y el tratamiento efectivo ha disminuido su mortalidad en países desarrollados”, explica Pamela Ivanovic, directora del Postgrado y Educación Continua de la Facultad de Enfermería de la U. Andrés Bello.
Entre los factores de riesgo de sufrir cáncer de mama se encuentran: la historia familiar de cáncer de mama en parientes de 1°, 2° o 3° grado, después de los 60 años de edad; la menarquia precoz, la menopausia tardía, no haber tenido hijos, o haber tenido el primer parto después de los 30 años. A esto se agregan los antecedentes de enfermedades mamarias benignas, el sobrepeso tras la menopausia y la ingesta crónica de alcohol.
Sin embargo, “a estos antecedentes, se agrega un grupo de factores que incrementan dos o más veces el riesgo de cáncer de mama, entre los que se encuentran (factores de riesgo mayores), el tener antecedentes familiares de cáncer de mama bilateral o cáncer mamario antes de los 50 años; historia familiar de cáncer de mama en dos generaciones, cáncer de mama y ovario o familiar varón con cáncer de mama; haber recibido radioterapia de tórax antes de los 30 años de edad por cáncer; antecedentes de lesiones precursoras en la mama; y antecedentes personales de cáncer de mama. En las mujeres mayores de 40 años con antecedente personal de cáncer de mama, este riesgo se duplica”, detalla la académica de la UNAB.
“La presencia de algunos de estos factores incrementa el riesgo de padecer cáncer de mama y requiere de vigilancia y seguimiento para la detección del cáncer de mama en etapas precoces, ofrecer alternativas de tratamiento más favorables, mejorar el pronóstico, pudiendo así, disminuir su mortalidad”, explica la profesional.
La mamografía continúa siendo el mejor método para el diagnóstico. Se recomienda la realización de mamografía cada 2 años en mujeres entre los 50 y 69 años. En Chile, todas las mujeres entre 50 y 59 años tienen derecho a una mamografía gratuita cada 3 años para detectar alguna alteración, y en caso de encontrarla, son derivadas a un médico especialista.
“A este seguimiento, es importante agregar el autoexamen de mama, una técnica que puede realizar toda mujer y que permite identificar cualquier cambio de color, aspecto de piel de naranja, retracción, aplanamiento o umbilicación de la zona mamaria o aeromaleolar, en la inspección. Durante la palpación de las mamas por cuadrantes, por medio de movimientos circulares, permite identificar cualquier masa o zona dolorosa, su localización, tamaño, consistencia, forma, además de la presencia o no, de secreción por el pezón”, subraya la enfermera y docente.