Un total de 25 generales del actual alto mando del Ejército usaron el sistema de pasajes al extranjero para sus destinaciones, los que cambiaban por otros más baratos para quedarse con el vuelto. El caso es investigado por la ministra en visita de la Corte Marcial, Romy Rutherford, en la arista denominada “agencias de turismo”.
La información consta en un listado interno preparado por la institución por orden de la magistrada, al que accedió la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío. Sumado, el total asciende a 292 militares. De ellos, 249 son oficiales y 43 suboficiales. Todos y cada uno estuvieron destinados a distintas agregadurías militares en países de América, Europa, Medio Oriente, Asia y Oceanía.
Esta es la primera vez que se conoce en detalle los uniformados que, siguiendo la lógica judicial, debieran ser interrogados para aclarar cuánto dinero se embolsaron en una práctica institucionalizada -por años- en la entidad castrense.
De los 25 generales antes mencionados, destacan el jefe de zona de Iquique, René Bonhomme; Osvaldo Vallejos en el Comando de Bienestar; Esteban Guarda, jefe de la Guarnición Militar de Santiago Pablo Müller Barbería; Joaquín Morales, actual juez militar; Rodrigo Urrutia, jefe del Comando de Apoyo a la Fuerza>; Juan Henríquez, comandante del Comando Conjunto Norte, entre otros.
Lea aquí el listado completo de los militares investigados
El sistema que hoy indaga la justicia funcionaba así: el Ejército compraba un pasaje por un monto determinado ya fuera para destinaciones o viajes institucionales, pero los militares lo cambiaban por otro más barato y la diferencia les era entregada por las agencias de turismo en efectivo o bien vía depósitos a su cuenta corriente. Muchos uniformados usaron esta práctica para realizar viajes particulares, entre otros destinos, a Disney y Punta Cana.
La cantidad de los actuales miembros del alto mando ligados al caso de “agencias de turismo”, se instala como una complicación para el actual comandante en Jefe del Ejército, Ricardo Martínez Menanteau. Y es que su mando ha tenido constantes movimientos telúricos, pero más allá de eso, en el Ejército aseguran que está “empecinado” en limpiar la institución. El contexto, por cierto, no le ha jugado a su favor.
A los casos de corrupción como el “milicogate”, los procesamientos de sus antecesores Héctor Oviedo y Juan Miguel Fuente-Alba por malversación de varios miles de millones, se sumó a uno reciente: la intercepción de varios militares que denunciaron casos de corrupción al interior de la institución. Los “pinchazos” contaron con la aprobación ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago que, basándose en la Ley de Inteligencia, también autorizaron escuchar las comunicaciones del periodista Mauricio Weibel.
Facultad imperativa
El problema que enfrenta hoy Martínez Menanteau no es menor. Sucede que a mediados de agosto el generalato comenzó la evaluación a los coroneles, comandantes y mayores que deberán dejar la institución. Luego, el próximo 5 de septiembre, quienes hayan sido llamados a retiro podrán presentar una reconsideración. Si este último recurso no es aceptado, en noviembre pueden apelar.
Terminado ese trámite, todo el alto mando se reúne para elegir a lo nuevos generales. Finalizada esa formalidad -que se repite de año en año- Martínez Menanteau puede usar la facultad que le entrega la ley para definir qué miembros del Alto Mando pasan a retiro y conformar uno nuevo, el que tiene que ser confirmado o rechazado por el Presidente de la República, Sebastián Piñera.
Es este último paso el que provoca no sólo un ruido institucional, sino también político. Sucede que, a fines del año pasado, 21 generales generales fueron llamados a retiro por estar ligados al mismo caso “agencias de turismo” y se redujo el alto mando en un 45%.
Se trató de una reestructuración de alto calibre que fue resentida a nivel militar por las consecuencias estratégicas, pero necesario para limpiar las filas castrenses.
En el Ministerio de Defensa el hecho caló hondo, porque la imagen de las Fuerzas Armadas estaba mellada. El caso “milicogate”, donde suboficiales y oficiales se robaron más de 10 millones de dólares de la entonces Ley Reservada del Cobre, seguía en la mirilla de la opinión pública
La percepción ciudadana era simple: la corrupción se había instalado en el seno del mundo castrense y se asemejaba a casos como el financiamiento ilegal de la política de SQM, al de los dueños de Penta que evadieron impuestos y pasaban dineros a las campañas de la UDI.
A raíz de lo anterior es que en mayo pasado -tal como lo reveló Radio Bío Bío- Martínez Menanteau tomó una decisión que provocó el rumoreo entre las filas. El alto oficial ordenó que todos aquellos efectivos, ya fueran activos o retiro, debían devolver el dinero que habían obtenido ilegalmente con las platas del Fisco.
La decisión fue vista con buenos ojos por el jefe ministerial Alberto Espina. De hecho, públicamente avaló la determinación del general.
Sin embargo, tanto la razzia en el alto mando como el intento de recuperar dinero para el fisco, tuvieron un mensaje claro desde el Ejército: nadie más estaba vinculado al uso irregular de pasajes.
¿Cambio o no cambio?
A fines de octubre o principios de noviembre, Martínez Menanteau debe entregar Piñera Echeñique el listado con sus colaboradores.
En Defensa se comenta que este cambio en el alto mando debiera ser “mínimo”, “conservador”, con miras a no provocar comentarios en la tropa, pero sobre todo para no representar -a nivel estratégico- debilidad frente al adversario. Y este último -en las hipótesis de conflicto- no es otro que Perú.
Sin embargo, más allá de las teorías bélicas, lo real es que el gobierno creyó que el alto mando actual estaba libre de cualquier ilegalidad y ante ese escenario, el análisis que deberán realizar Defensa y Presidencia es si siguen el mismo camino de 2018 u optan por la transparencia total.
Como sea, el Ejército sigue en boca de todos y sea cuál sea la decisión que Martínez Menanteau adopte para conformar su Alto Mando y ponerlo en la mesa del Mandatario, puede que influya a nivel político, pero otra cosa es cómo perciben los hombres y las mujeres de a pie. La corrupción no es un trauma que se desvanece de la noche a la mañana.