Queda aún mucho por hacer para reducir la segregación escolar, de manera que estudiantes de distintos orígenes sociales puedan acceder a las mismas oportunidades educativas.

Por Manuela Mendoza, académica de la Universidad de O’Higgins y Consejera de la Mesa Técnica del SAE
Cristóbal Villalobos, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile

El lunes recién pasado, la Mesa Técnica del Sistema de Admisión Escolar (SAE) -convocada por el Ministerio de Educación para evaluar la implementación de esta política- entregó su informe de recomendaciones.

La principal conclusión de dicho Informe es contundente: el SAE es una herramienta que ha contribuido de manera eficaz a garantizar transparencia de la asignación escolar, mejorando la eficiencia del sistema y aumentando – aunque aun marginalmente – la equidad en el acceso al sistema escolar chileno.

De esta forma, la Mesa Técnica – que incluyó investigadoras e investigadores de distintas sensibilidades políticas y expertices – fue clara en manifestar (de forma unánime) la importancia del SAE como política pública, reconociendo así que, con la implementación del Sistema de Admisión Escolar, el país ha avanzado a un sistema que asegura la no discriminación arbitraria de estudiantes, optimiza la asignación de vacantes, genera información para conocer las preferencias de las familias y construye un sistema de postulación transparente, con resultados públicos y replicables.

Sistema de Admisión Escolar: Ajustes normativos y operacionales

Como es normal en cualquier política pública compleja, la Mesa Técnica recomienda una serie de ajustes normativos y operacionales para introducir mejoras en su funcionamiento y otorgarle mayor legitimidad, siendo especialmente destacables las propuestas de aumentar el porcentaje de estudiantes vulnerables (de un 15% a un 50%) y los estudiantes con Necesidades Educativas Especiales (NEE) en los criterios de priorización del algoritmo.

Con estos ajustes, se espera mejorar la inclusión escolar y reducir los altos niveles de segregación socioeconómica que exhibe – de forma evidente y sostenida – el sistema educativo chileno.

De todos modos, las recomendaciones y conclusiones de la Mesa Técnica del SAE deben considerarse como pequeños pasos antes que como un gran “salto adelante” en la construcción de un sistema educativo inclusivo y equitativo. En este sentido, queda aún mucho por hacer para reducir la segregación escolar, de manera que estudiantes de distintos orígenes sociales puedan acceder a las mismas oportunidades educativas.

Acciones como el crecimiento de oferta de educación pública, la generación de cambios en los mecanismos de financiamiento a las escuelas, la construcción de escuelas “magneto” que promuevan explícitamente la inclusión escolar o la generación de propuestas de zonificación educativa, son, entre otras, ideas que debemos empezar a considerar en el debate educativo.

En síntesis, esperamos que el ejercicio realizado por la Mesa permita consolidar los consensos y avanzar en una discusión fructífera sobre nuestro sistema educativo, sin retroceder en cuestiones claves como la no discriminación de los estudiantes en las escuelas.

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