Por: Hernán Madariaga, exdirector Corporación Wanderers
Nataly Campusano, ex core por Valparaíso
Lukas Cáceres, concejal de Valparaíso.
Una vez más debemos lamentar graves sucesos de violencia e incivilidades en el marco de un espectáculo deportivo masivo, como lo fue el encuentro del día del jueves pasado por Copa Libertadores entre Colo Colo y Fortaleza. Incidentes que fueron especialmente graves terminando con la muerte de dos menores de edad, invasiones a la cancha, robos y destrucción en locaciones del Estadio, sellando una trágica noche para el futbol chileno.
Durante estas horas hemos presenciado declaraciones de todos los sectores condenando los hechos, y pidiendo que no vuelvan a ocurrir. Cuestión que hemos visto suceder ante cada tragedia de este tipo, sin que aquello se haya traducido en medidas concretas, de largo plazo, y que aborden como política de Estado la violencia que se presencia en los estadios y espectáculos deportivos.
Más allá de las responsabilidades individuales por los hechos acontecidos, que deben ser perseguidas y tomadas las sanciones correspondientes, ¿Qué debe cambiar para que estos sucesos dejen de pasar?
La ANF y las SADP, dueños del espectáculo
El futbol profesional chileno es esencialmente, desde la dictación de la Ley 20.019 el año 2005, una industria absolutamente privada. Salvo excepciones, la participación de los socios, socias e hinchas en las decisiones de la industria son inexistentes, y sus opiniones silenciadas. Por años usufructuaron de la seguridad entregada con recursos de todos los chilenos, con la presencia de Carabineros de Chile como único ente de seguridad en los espectáculos.
Al día de hoy esta es compartida entre las fuerzas de seguridad y orden publico estatales, y las empresas de seguridad que contratan los organizadores de cada evento deportivo (Clubes, o bien ANFO cuando es la selección). Los estadios y recintos deportivos modernizados, también, con dineros públicos a través de la red de estadios bicentenarios.
¿Cuál ha sido el aporte a la seguridad de los espectáculos de futbol de parte de las SADP y la ANFP en estos años?, ¿contamos con un futbol más seguro a día de hoy?
Ningún aporte y los problemas se siguen sucediendo, a pesar del gran gasto público que se ha realizado, puesto que el foco y la voluntad de la industria es solamente el retorno rápido a través de la venta de jugadores al extranjero, la triangulación de trasferencias vía representantes adueñándose de los clubes, la desorganización y ausencia de proyecto de desarrollo por parte de la ANFP, entre otras situaciones que han hecho noticia estos últimos años.
El rol de las fuerzas de seguridad y el mal social que subyace
Como señalábamos, antaño, toda la seguridad y los operativos de los días de partido estaban a cargo única y exclusivamente de Carabineros de Chile. Cuestión que hoy por hoy es compartida con la seguridad privada de los clubes y ANFP. Jornadas como la del jueves vuelven a poner en tela de juicio la competencia y el criterio de Carabineros para accionar en eventos de este tipo.
¿Era necesario irrumpir con un carro-zorrillo en una zona en que se encontraban hinchas comunes y corrientes, así como también quienes cometían incivilidades?
Los hechos demuestran que la acción policial fue al menos desmedida y no cumplió con un principio básico de todo despliegue policial: proteger a quienes no están cometiendo incivilidades ni delitos, a la vez que se busca combatir aquellos. Ante estos hechos en particular, valoramos positivamente la media de la institución de separar de manera inmediata a los policías involucrados. Esperamos que los tribunales de justicia investiguen hasta el final y se pueda traer algo de justicia y consuelo a las familias de las víctimas fatales.
Por otro lado, quienes cometieron las incivilidades y dieron origen a la situación que llevo a la tragedia: deben ser identificados y sancionados, de manera efectiva, sin poder ingresar más a los estadios. Pero también debemos tener claro: las prácticas y las acciones que se cometen en un estadio, se dan en el marco de una sociedad violenta, que valida esta cultura. La cultura del “más vivo”, del “sálvese quien pueda”.
Lo que subyace a la trayectoria de estos sujetos es el abandono del Estado desde la más tierna edad en sus barrios, escuela y recintos de salud. La falacia del esfuerzo y las oportunidades que con el llegan como vehículo de movilidad social, bienestar y éxito. Hoy en día esa promesa de la República a quienes la habitan está profundamente fracturada e incumplida, siendo terreno fértil para la proliferación de la cultura del narco, de violencia, y el control incluso territorial de barrios y comunas por parte del crimen organizado y la miseria. La respuesta no puede ser solamente represiva, uno de los motivos (y el último punto que abordaremos en esta columna) del fracaso de Estadio Seguro.
Estadio Seguro y su fracaso
A inicios de 2012 se comenzó a implementar en los estadios del país el “Estadio Seguro”. Sus dos objetivos declarados son: 1) Recuperar los estadios de fútbol como espacios de recreación y sano esparcimiento, 2) Permitir que las familias y los verdaderos hinchas puedan disfrutar de los partidos de fútbol.
Queda claro que ninguno de esos objetivos se ha cumplido. Las acciones de este plan han estado siempre en el marco de la segregación, la represión y no han salido más allá del enfoque de seguridad pública, pretendiendo abordar un problema de múltiples factores desde una sola línea de acciones.
El microtráfico, el consumo de drogas, las peleas entre barras, la violencia de agentes del estado, los incidentes en los desplazamientos de hinchadas entre ciudades, la toma del metro de Santiago y de otros servicios de transporte público en regiones en los días de grandes partidos, siguen ocurriendo, incluso con mayor frecuencia que antes de la implementación de este plan.
Desde su origen, “Estadio Seguro” estaba condenado al fracaso. En primer lugar, por lo ya dicho: el fenómeno de la violencia en espectáculos deportivos va muchos más allá del día del partido mismo. En segundo término, porque a pesar de ello, y los diagnósticos sobre esto, no se implementaron medidas más allá del enfoque de seguridad pública. Es necesario articular medidas con otras entidades e instituciones del Estado para combatir el caldo de cultivo de estas identidades y organizaciones, entrar en los barrios, no solo con represión, si no que con verdaderas oportunidades, combatiendo la miseria, la cultura narco y retomando para el control Estatal esos territorios, y dotando de esperanza y perspectivas a esas vidas de miles de chilenos y chilenas.
Esperamos que la triste jornada vivida sirva para, de una vez por todas, atacar de verdad lo que acontece en nuestros estadios de futbol. Desde un enfoque integral, pasar de las lamentaciones y diagnósticos a medidas concretos, en donde tanto el Estado como el privado se tomen en serio el problema, se mejoren los operativos de seguridad y coordinaciones, se sancione de manera efectiva a los responsables individuales de los hechos, y también se realice un trabajo profundo, decidido, en materia de derechos y oportunidades para todas y todos los chilenos.
El gran enemigo para la seguridad de todos son la ausencia de Estado, la cultura narco, el crimen organizado y el privado que solo se preocupa por el retorno inmediato. Para que nunca más en Chile una persona muera en un estadio.
