Así como en el escenario del REC se celebran las voces que se atrevieron a sonar distinto, en materia productiva debemos atrevernos a tocar nuevas teclas.

Hace diez años nació el REC. Una apuesta arriesgada que parecía demasiado ambiciosa: levantar un festival gratuito, de calidad internacional, en el corazón del sur de Chile.

No fue fácil. Hubo dudas, críticas, muchas críticas, obstáculos logísticos, debates sobre su financiamiento y su sentido. Pero quienes lo impulsaron, desde la gestión pública, la industria creativa y la propia ciudadanía, tuvieron algo clave: visión. Supieron mirar más allá de la coyuntura y de las dificultades inmediatas.

Una década después, nadie discute su valor. Es identidad, orgullo, dinamismo económico. El festival no ha estado exento de problemas, claro que no. Pero ha sabido resistir, adaptarse, crecer. Como lo hacen las iniciativas que nacen con propósito.

Esa misma mirada es la que necesitamos para enfrentar nuestro gran otro desafío: la crisis industrial que golpea al Biobío. Frente a una emergencia laboral, el Plan de Fortalecimiento Industrial surge como un primer paso necesario, urgente, pero también estratégico.

Así como el REC no se trataba solo de música, este plan no se trata solo de mitigar desempleo. Es la semilla de una nueva etapa para la región: una que reconoce nuestro potencial industrial, apuesta por nuevas tecnologías, cadenas de valor sostenibles y oportunidades para las futuras generaciones.

Un plan que en lo urgente se hace cargo de minimizar el impacto del cierre de una empresa que deja a 162 pymes sin su principal cliente; pero que al mismo diseña y articula las nuevas oportunidades en torno a la industria naval, la transición energética, las tierras raras, la energía eólica, la cercanía con Neuquén, por nombrar algunas.

Plan de fortalecimiento industrial del Bío Bío: el inicio de una transformación profunda

Es natural que surjan dudas, tensiones, incertidumbre y críticas. Sin embargo, si perseveramos con visión, si tejemos las alianzas correctas y ponemos en el centro el desarrollo sostenible, con el tiempo veremos este momento como el inicio de una transformación profunda. En tanto, ya podemos presenciar avances: tres centros tecnológicos se licitarán este año en Biobío. Uno de manufactura 4.0, otro de transición energética de las empresas y un tercero de anillos industriales para la producción de hidrógeno verde, con una inversión total de 30 millones de dólares.

Otra noticia positiva es el aumento histórico de un 25% de la cuota del jurel que permitirá aumentar la extracción para el sector artesanal e industrial, lo que en gran medida ha sido posible por el foco en la sostenibilidad del recurso que ha promovido la industria en la última década.

Del otro lado de la cordillera también presenciamos noticias alentadoras con el aumento de un 40% de los permisos de importación de gas natural anunciados por la empresa Innergy, lo que permite asegura más disponibilidad del combustible para la industria a mejores precios.

Botones de muestra de un plan que avanza bajo un esquema de articulación público privada con voces empresariales y sindicales en una visión compartida de desarrollo regional. Y que es perfectible para que lo hagamos propio.

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Así como en el escenario del REC se celebran las voces que se atrevieron a sonar distinto, en materia productiva debemos atrevernos a tocar nuevas teclas. Y construir, con la misma pasión, el futuro que esta región merece.
- Carolina Parada Gavilán,
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