La participación estudiantil en los debates nacionales es esencial, pero una federación debe representar a su comunidad en su diversidad, no imponer una ideología particular.

El 25 de marzo, en el Día del Niño por Nacer, la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, FEUC, liderada por el grupo conservador Solidaridad, publicó una declaración en redes rechazando el aborto y reafirmando su apoyo al “derecho a la vida desde el primer minuto”. Este pronunciamiento, emitido a través de los canales oficiales de la federación, generó una fuerte reacción tanto dentro como fuera de la comunidad universitaria.

En respuesta, numerosas alumnas se manifestaron frente a la Casa FEUC con cánticos y carteles que reflejaban su indignación. Frases como “Mujeres contra la matanza, mujeres contra el capital. Mujeres contra el machismo y contra la FEUC de Solidaridad” evidenciaban el profundo malestar de un sector estudiantil que no se sentía representado por esta postura.

Más allá del contenido del mensaje, la molestia radicaba en la forma en que la FEUC, un órgano que representa a un estudiantado diverso, asumió una posición polarizante sin consultar ni considerar a su comunidad. ¿Puede una federación estudiantil utilizar su institucionalidad para imponer una visión particular sin el respaldo de su base?

Un asunto de salud pública

Algunos podrían argumentar que se trata de un ejercicio legítimo de liderazgo, pero en un contexto como el chileno, donde el debate sobre el aborto sigue siendo crucial, esta acción requiere un análisis más profundo.

Según el Ministerio de Salud, desde 2019 hasta junio de 2024, 4.553 mujeres accedieron a abortos legales bajo las tres causales. No obstante, se estima que anualmente se practican entre 30.000 y 150.000 abortos clandestinos.

Estas cifras dejan en evidencia que, a pesar de los avances legislativos, muchas mujeres aún enfrentan embarazos no deseados sin acceso seguro a la interrupción del embarazo. La maternidad forzada y la clandestinidad del aborto representan una crisis de salud pública que no puede reducirse a un debate moral o ideológico.

La postura de Solidaridad ignora este contexto, limitándose a hablar de la “protección de dos vidas” sin considerar las implicancias reales de la criminalización del aborto. Defender la vida no puede significar desconocer las dificultades de miles de mujeres, muchas de ellas en situaciones de extrema vulnerabilidad. Asumir que se puede prohibir el aborto sin atender sus causas y consecuencias es no solo una postura desconectada de la realidad, sino también una forma de invisibilizar a quienes deben tomar estas decisiones.

La universidad como espacio de debate para todas las voces

En la misma publicación, la FEUC menciona el proyecto de ley de la Sala Cuna Universal, argumentando que “el niño debe ser protegido desde su primer minuto de vida”. Si bien este proyecto plantea avances en el acceso a la educación y el cuidado infantil, la forma en que la FEUC lo presenta resulta preocupante. En lugar de abordar al niño como un sujeto con derechos integrales, lo reduce a un “objeto” de cuidado, sin considerar factores clave como la precarización de la labor docente ni las condiciones laborales de quienes trabajan en estos espacios. Además, omiten que esta iniciativa responde más a necesidades administrativas que a un verdadero esfuerzo por mejorar la calidad de vida de la niñez.

Es imposible no notar la contradicción de Solidaridad en este asunto. Durante el mandato de la Nueva Acción Universitaria (NAU), el mismo grupo que hoy lidera la FEUC criticaba con fuerza lo que consideraban una “imposición ideológica” por parte del oficialismo. Ahora, con el poder en sus manos, actúan de la misma manera que antes repudiaban. Más que coherencia política, esto refleja una intención de moldear la institucionalidad según sus intereses cuando les conviene.

A lo largo de la historia, los movimientos estudiantiles han jugado un papel fundamental en la defensa de los derechos humanos y la justicia social. La universidad debe ser un espacio de debate donde se escuchen todas las voces, no un lugar donde una visión única se imponga sobre el resto. Con su declaración, la FEUC no solo adopta una postura conservadora, sino que silencia la complejidad del aborto y las experiencias de quienes enfrentan embarazos no deseados.

La participación estudiantil en los debates nacionales es esencial, pero una federación debe representar a su comunidad en su diversidad, no imponer una ideología particular. Defender el derecho a la vida implica también respetar la dignidad, los derechos y las decisiones de las mujeres. En un espacio que debe fomentar el pensamiento crítico, la pluralidad de voces no puede ser ignorada.

Ivan Arias Hidalgo
Estudiante secundario
Sagrados Corazones, Concepción

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