Con años de experiencia y habiendo formado parte de los equipos directivos del Ministerio de Salud en dos periodos, he tenido la oportunidad de observar de cerca tanto la evolución como las persistentes deficiencias de nuestro sistema sanitario. Permítanme compartir algunas reflexiones sobre los desafíos y oportunidades que enfrentamos.

Chile ha logrado avances notables en indicadores de salud pública; la esperanza de vida ha aumentado de 57 años en 1960 a casi 79 años en la actualidad. Este progreso es resultado de campañas de vacunación efectivas, educación en salud, políticas preventivas y mejoras en la atención primaria. Sin embargo, aún estamos por debajo del promedio de la OCDE, que es de 80.5 años, y nos enfrentamos a graves problemas como el tabaquismo, la obesidad y el acceso desigual a servicios de salud.

Fortalezas y debilidades tras la pandemia

Nuestro sistema mostró fortalezas durante la pandemia de COVID-19: logramos un manejo integrado de camas, implementamos campañas de vacunación eficientes y mantuvimos una distribución adecuada de insumos críticos. La colaboración entre sectores y el compromiso extraordinario del personal de salud fueron fundamentales. No obstante, la pandemia también expuso problemas estructurales profundos que el Estado no ha abordado adecuadamente, tales como la fragmentación del sistema.

La falta de coordinación entre niveles asistenciales impide una atención integrada y fluida; hay listas de espera con millones de chilenos esperando atenciones especializadas, exámenes y cirugías, lo que afecta su calidad de vida y pronóstico; existe una brecha tecnológica, ya que, a pesar de contar con hospitales modernos, carecemos de interoperabilidad en nuestros sistemas de información, lo que fragmenta la historia clínica del paciente y dificulta la continuidad asistencial; hay un déficit de especialistas, especialmente en regiones, lo que aumenta las inequidades territoriales; y la infraestructura es insuficiente, con solo 2.2 camas por cada 1,000 habitantes, muy por debajo de lo necesario para responder a la demanda.

En cuanto al financiamiento, aunque hemos aumentado el gasto en salud al 8.9% del PIB, seguimos por debajo del promedio de la OCDE (9.3%), y un tercio del gasto proviene directamente del bolsillo de los ciudadanos.

Oportunidades para transformar el sistema

Nuestra experiencia durante la pandemia demostró que podemos superar barreras cuando hay voluntad política. Debemos aprovechar estas lecciones para implementar un sistema de información integrado, con una ficha clínica electrónica única que permita el seguimiento de pacientes en toda la red asistencial, mejorando la coordinación entre niveles y reduciendo la duplicación de exámenes.

Debemos fortalecer la capacidad resolutiva de la Atención Primaria, dotándola de mayor capacidad diagnóstica, telemedicina e incorporando más especialistas. Es crucial gestionar de manera integrada las listas de espera, utilizando un sistema único que priorice según criterios clínicos y sociales. Se deben desarrollar modelos de atención innovadores, como la hospitalización domiciliaria, la telemedicina y el control a distancia de pacientes crónicos, utilizando la tecnología ya disponible en el país, optimizando recursos y acercando efectivamente la atención a los pacientes.

Es indispensable potenciar la integración público-privada, aprendiendo de la experiencia que nos dejó el COVID-19. Debemos concebir nuestro sistema como uno solo, enfocado en el bienestar de los pacientes, independientemente de su previsión.

El desafío no es solo técnico o financiero, sino fundamentalmente social y político. Necesitamos un nuevo pacto por la salud que ponga al paciente en el centro, asegurando que todos los chilenos, independientemente de su situación económica o lugar de residencia, tengan acceso a una atención digna, oportuna y de calidad. La historia nos enseña que podemos mejorar sustancialmente nuestro sistema cuando existe convicción y determinación. Hagamos de esta crisis una oportunidad para transformar la salud en Chile y construir el sistema que nuestros ciudadanos merecen.

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