Señor Director:

Prestarle al Estado es suicida. En los 90 trabajé unos años en Argentina y a mi regreso no pude traer los ahorros que tenía en la AFJP argentina porque solo se podían sacar al cumplir la edad de jubilación. El caso inverso, un argentino trabajando en Chile, al regresar podía retirar sus fondos de la AFP chilena sin más trámite. Las AFP chilenas cumplían, así como también cumplieron mucho después, con los retiros.

El año 2008, mediante leyes especiales, el Estado argentino hizo desaparecer a las AFJP argentinas y le dio un zarpazo a los fondos. Desde ese momento, yo le “presté” involuntariamente mi plata a ese Estado y cuando llegó mi edad de jubilación no pude retirar esos fondos porque hubo mil excusas burocráticas.

Por lo tanto, no es un mito, como dijo la Ministra Jara hace dos años, que los Estados se quedan con la plata de los ciudadanos: es una realidad. Por eso, no le prestaría ni un peso al Estado.

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El préstamo

No duraría ni 1 minuto la reunión donde usted le propone a un Banco: “Préstame a la mitad de la tasa de tus préstamos hipotecarios, a 20 años plazo, y yo te empiezo a pagar el préstamo en cuotas mensuales, pero después de los 20 años”.

Si la reunión dura más de 1 minuto, quiere decir que los ejecutivos del Banco, léase los parlamentarios en este caso, no nos defienden a nosotros como dueños de la plata y además no tienen la menor intención de que el Estado nos pague el préstamo (curiosamente ellos están en ambos lados del mostrador).

Es una “brillante” solución porque ninguno de esos parlamentarios, tanto los autores como los “ayudistas” que votarán a favor, necesitará votos ni reelecciones en 20 años más cuando el Estado, o los políticos que estén a cargo en ese momento, digan que no nos pueden pagar.

El economista Eduardo Engel, más cercano al Gobierno que a la oposición, formuló la pregunta clave: “Me van a (permitir) prestar como trabajador hoy día, y me dicen que me la van a devolver cuando jubile. Bueno, ¿y de dónde salen esos fondos cuando yo jubile para devolver esa plata?”.

Difícil confiar en un Estado que acumula deudas históricas como la de los profesores y, después, propone pagar en 6 cuotas, de las cuales este gobierno pagará solo la del año 2025, el resto de las cuotas, o sea 5 de las 6 cuotas, las pagarán los gobiernos que sigan.

Pero hay otra solución, para que sea más difícil engañar a los chilenos: Que el Estado, que pagará bajos intereses por ese préstamo, al menos demuestre que puede pagar. ¿Cómo hacerlo? Que pase periódicamente la prueba de los retiros, o sea, la prueba de la blancura que pasaron las AFP hace unos años, pero en forma “acotada”, como le gusta al Gobierno.

¿Por qué “probar” al Estado? Porque la deuda del Estado hoy está absolutamente fuera de control en relación al PIB. El presupuesto tiene errores de varios miles de millones de dólares, los hospitales no llegan a fin de año, hay universidades estatales con deudas impagables, aparecen desfalcos por todos lados y un larguísimo etcétera. Una economista importante que asesoró a los parlamentarios dice: “Uno se pregunta qué tan solvente es el Estado. Hoy no es tan solvente como era antes”.

La forma exacta de probar la capacidad de pago del Estado durante esos 20 años y más allá la determinarían los expertos. Aquí va solo un ejemplo: Anualmente, el Estado sorteará un 5% de ahorrantes entre los que le prestaron el 2% o el porcentaje que sea, y los que salgan seleccionados podrán hacer, si lo desean, retiro del 100% de todo lo que prestaron al Estado, ya sea en efectivo o, si prefieren, depositado en su cuenta de AFP. Si el Estado no tiene cómo pagar ese retiro acotado, quiere decir que el sistema es insostenible y ese ahorrante, junto a todos los demás ahorrantes, dejan de prestar plata al Estado, yendo de ahí en más ese 2%, o el porcentaje que sea, a sus cuentas individuales.

José Luis Hernández Vidal
72 años
Ingeniero Civil Químico
Concepción

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