Señor Director:
La industria hípica enfrenta un punto de no retorno, y no es únicamente por la masificación de las casas de apuestas. A mi juicio, la principal razón de su declive radica en el completo abandono y la falta de preocupación por parte del Ejecutivo y el Legislativo hacia esta actividad.
Esto es especialmente grave si consideramos que la hípica es reconocida como un “bien jurídico protegido”, donde radica e incide la fe pública del apostador, y cuya preservación y protección son deberes fundamentales del Estado.
En este contexto, corresponde al Ministerio de Hacienda ejercer la supervigilancia de los hipódromos, con el apoyo del Consejo Superior de la Hípica Nacional como su ente asesor en esta materia. Ambos, son responsables de no velar por el cumplimiento del mandato expuesto en el párrafo anterior. Mirando la estructura orgánica del Consejo en su creación, nació como un brazo extendido y dependiente de las decisiones de los hipódromos y sus gremios más cercanos, y debe reformarse o eliminarse por tener un claro conflicto de interés implícito.
Entrando a tierra derecha, esta dicotomía, de tener un consejo que asesore al gobierno, y que a su vez la mayoría de sus consejeros dependan y son puestos allí por los hipódromos- o estén relacionados con la industria a través de cargos o funciones- se hace necesario un cambio.
Es más ¿me pregunto por qué los casinos tienen una superintendencia independiente, que los controle y regule, y la hípica solo un consejo, lleno de consejeros involucrados con los hipódromos? ¿No será necesario hoy crear también una superintendencia de la actividad hípica?
Cabe hacer notar, para el que quiera hacer el cálculo matemático y entender un poco el origen de lo que expresaremos más adelante, el 30% del juego es retenido al momento de la apuesta por los hipódromos (y desde allí viene otro ciclo de distribución especificado en el DL N° 2.437, incluido impuestos) y el 70% restante, se reparte como devolución a los apostadores.
La destrucción de la fe pública, hacia los apostadores, ha llevado consigo una baja evidente y sostenible en el juego, y por ende, del financiamiento de la industria hípica como la conocemos hoy, poniendo en peligro a casi 30.000 puestos laborales directos e indirectos, y con números que son cada vez más negativos.
Actualmente, quienes financian la industria enfrentan, reunión tras reunión, graves irregularidades que se han “normalizado e institucionalizado”. Estas irregularidades, que llevan años sin ser corregidas, han provocado un daño terrible a la imagen y al financiamiento de la actividad, lo que ha resultado en el progresivo abandono del juego.
No son casos aislados
Por nombrar algunos:
a) Dividendos de carreras nacionales que mutan habiendo corrido casi un 2/3 de la competencia. Y ya de forma casi inexplicable, una vez terminada la carrera. Un horror por dónde se mire. Porque si yo juego a un múltiplo de 10 al partir, quiero recibir esos 10 y no 5, como está ocurriendo en la actualidad. Más aún, sin saber si realmente existió juego después de haber partido o terminado una carrera y que por cierto beneficiaría a algunos pocos, en desmedro de otros miles. Si miramos nuevamente la vereda del frente, si en el casino apuesto a un número X, la devolución es 35 a 1 y no cuando termine de rodar la bolita me paguen 10 a 1. Más claro imposible.
b) Carreras del extranjero anuladas 30 minutos después de haberse corrido y con pago oficial desde el origen. No se pagó el juego acertado al apostador, y solo se devolvió la apuestas.
c) Carreras del extranjero que se pueden jugar con resultado cierto, y entregando solo un rédito muy cercano al invertido o igual para los acertantes, ya que al aumentar el acierto a las combinaciones ganadoras disminuye el retorno de ganancias a los apostadores de apuestas mutuas, más los hipódromos, a través de este “Error”, aumentan su 30 % de la torta a todo evento.
En resumen, la fe pública, en el caso de los apostadores, se está vulnerando gravemente, y sin la existencia de ningún ambiente de control. Entonces, y bajo este prisma, las casas de apuestas no son las responsables de la caída de la industria, sino que vinieron a rentabilizar los errores de otros.
Tenemos muchas otras irregularidades, pero extendería en demasía esta redacción. Por ejemplo: Cambios de caballos de carreras y con una sanción irrisoria por parte del CSHN; Hipódromo sureño fuera del consejo y toda norma, único caso en el país; Ley de Simulcasting, que era la salvación de la industria, pero ha sido un fracaso numérico; decisiones poco trasparentes de Juntas de Comisarios; caballos que quedan tomados en la partida y sin devoluciones de apuestas, etcétera.
Llegando a la meta, y aparte de lo explicado en párrafos anteriores, hoy no existe organización que defienda los intereses de los miles de atomizados clientes. Tampoco observamos un cuarto poder empoderado e independiente que saque a la luz las irregularidades que vemos en la actividad, que tanto queremos y nos apasiona, y todo se expresa en una baja notable en el juego y con su consiguiente detrimento patrimonial para los hipódromos y con tintes ya potentes de crisis en la industria.
Cristián Sanhueza
Contador Auditor
Administrador página hípica en Deunpato.cl