Señor Director:

En los últimos años, hemos visto cómo grandes marcas han abrazado el llamado “marketing woke”, adoptando posturas ideológicas y sociales que buscan resonar con audiencias más jóvenes y progresistas.

Si bien estos movimientos parecían, en un principio, una forma legítima de apoyar causas nobles, hoy enfrentan un panorama completamente diferente: una tendencia bajista tanto en la aceptación pública como en los beneficios económicos.

Varias empresas, como lo está haciendo ahora Walmart, que alguna vez vieron en estas campañas una oportunidad de posicionamiento, están comenzando a bajarse de este tren ideológico.

El fenómeno no es casual. En lugar de unir, muchas de estas iniciativas han polarizado aún más a una sociedad ya profundamente dividida. En su afán por “estar del lado correcto de la historia”, estas marcas han olvidado algo crucial: los valores y las creencias son tan diversos como la humanidad misma.

Subirse a un carro tan radical, ya sea por convicción, presión social o moda, inevitablemente genera rechazo en aquellos que no se identifican con la postura promovida. Para las marcas masivas y populares, el riesgo es excesivamente mayor al retorno.

El retroceso del marketing woke es un reflejo de su falta de efectividad en contextos tan polarizados como el actual. Tal vez, este sea el momento para que las empresas reflexionen sobre su papel en la sociedad y vuelvan a lo esencial: servir al cliente con bienes y servicios de calidad, en lugar de exacerbar las divisiones y levantar banderas que no les corresponden.

La línea que separa la autenticidad del oportunismo suele ser delgada y ciertamente, muchas marcas se han confundido en el último tiempo.

Luciano Castellucci
Socio fundador AHORA Branding