Una sociedad amigable se construye (y destruye) entre todos

Por Tu Voz

26 noviembre 2024 | 16:44

Juan Claudio Reyes
Sociólogo

Desde hace algunos años, desde todos los sectores políticos se afirma que el país “está muy mal” y, la única diferencia entre ellos es la adjudicación de responsabilidades para que esto sea así, si es que ello es cierto.

Todo es responsabilidad de la oposición, para quienes gobiernan, y; todo es responsabilidad de quienes gobiernan, según la oposición.

Pero esto no solo ocurre en Chile, sino en buena parte del mundo.

¿Por qué los discursos pesimistas afectan la sociedad?

De este modo, transmiten a los ciudadanos una visión tan depresiva de la sociedad que, como resultado, se deterioran todas las instancias de entendimiento. Esto no solo afecta el ámbito político-institucional, sino, lo que es aún más grave, también a aquellos espacios de encuentro comunitario que, con gran esfuerzo, alguna vez contribuyeron al progreso en diversas áreas.

Pero ahora, si desde los responsables políticos y desde los medios de comunicación masiva, solo se transmite la idea de que “todo está mal”, es muy difícil que ello no se anide en la sicología colectiva, lo que lleva a muchos a buscar algún grado de “éxito”, en acciones que no siempre se ajustan a la legalidad o, a las normas de convivencia comunitarias.

Además, probablemente lo más complejo dice relación con el convencimiento generalizado, de que todas las instituciones están corrompidas, los poderes del Estado, los partidos políticos, las iglesias, los medios de comunicación, las organizaciones de base, etc. Entonces no queda más que “arreglárselas solo” y, se alienta la esperanza de que “venga alguien a poner orden”, lo que avanza, en buena parte del mundo, hacia formas de gobierno hiperautoritarias, que se orientan hacia un neo fascismo que algunos ya no se preocupan de esconder.

Lo más curioso de esto, es que desde hace muchos años el mundo produce más alimentos de los que toda la población requiere, para consumir todas las calorías y proteínas que requiere su desarrollo normal; existe más petróleo de lo que necesitan todos los tipos de vehículos existentes (aparte de las nuevas formas de energía); hay más litio de lo que necesitan todas las baterías, para los artefactos propios de la vida moderna y, la ciencia ha avanzado a niveles tan significativos que, si se entrega atención médica a todos, la vida de todos los habitantes de la tierra sería mucho más grata.

Sin embargo, en este mundo, cada noche hay 700 millones de personas que se acuestan con hambre; la mala alimentación hace crecer obesidad, especialmente la infantil, que acelera la muerte de tantos, mientras las grandes cadenas botan toneladas de alimentos, todos los días que, si se repartieran en la población, disminuirían la falta de alimentos para tantos, especialmente de los alimentos que podrían hacer disminuir la obesidad.

Faltan liderazgos éticos

Mientras tanto, como lo vemos con pavor en estos días, los liderazgos “competitivos” por dominar la humanidad, anuncian la muy probable tercera guerra mundial, la que por cierto será, como siempre, “responsabilidad de los otros”.

Así, año tras año crece la proporción del PIB mundial que se destina a las armas, más que los presupuestos que ayuden a una vida mejor.

En nuestro plano interno, lo que observamos no es muy distinto. Ya lo vimos en la última elección local y, con toda seguridad, lo veremos, desde el próximo marzo, cuando explote la carrera por La Moneda y la elección parlamentaria.

Ojalá, en todos los sectores pudieran reflotarse liderazgos como los que alguna vez tuvo el país. Alessandri, Frei o Allende, con todas las diferencias razonables, eran tipos de líderes que, nadie podrá discutir que tenían, más allá de las propuestas metodológicas, un profundo apego a la vocación por hacer que la vida de todos pudieran ser mejor que el pasado.

Es cierto que había diferencias ideológicas profundas, dentro del marco de nuestra democracia representativa, pero los ciudadanos podían adherir a esas propuestas, a sabiendas de que todas ellas tenían un sustrato ético que apuntaba a la creación de una mejor sociedad para todos, independiente de la orientación de cada propuesta.

Si no se logra retomar este camino, es posible que nuestro país siga el camino de otras realidades, donde la democracia se destruye y, la convivencia social armónica desaparece.

¿Lo podremos hacer? Difícil, no aparecen, hasta ahora, los liderazgos necesarios.