El jueves 7 de noviembre, el Partido Nacional Libertario fue declarado “En formación”. Un logro significativo, considerando el origen de esta iniciativa. Como bien sabe, los partidos políticos surgen para representar las ideas de una parte de la ciudadanía y se convierten en herramientas fundamentales para la acción política en un país.

Hasta aquí, nada nuevo; un discurso conocido por todos. Los más experimentados habrán presenciado la formación y disolución de numerosos partidos a lo largo de nuestra historia reciente, con el acompañamiento habitual de promesas grandilocuentes y discursos llenos de retórica que buscan posicionarse como salvadores de la patria. Esto, casi como un eco de la célebre frase de Manuel Rodríguez: “Aún tenemos patria, ciudadanos”. Un eslogan usado hasta el cansancio, porque siempre hay quien lo vitorea.

Restaurar el orden perdido

En el caso del Partido Nacional Libertario, no aspiramos a esa teatralidad. Más bien, nos caracterizamos por la sobriedad y por evitar griteríos y discursos panfletarios. Suena aburrido, ¿verdad? Pero imagine, estimado lector, un partido que se preocupe por algo tan básico como que se cumpla la ley.

Si esta idea le resulta sensata, le invito a reflexionar: en una columna anterior hablé del deterioro ético y moral de nuestra sociedad. También he explorado conceptos como la biopolítica de Foucault y la dinámica entre el poder del Estado y la vida de las personas. Mi objetivo ha sido entender la fenomenología política y social chilena.

Esto nos lleva a preguntas naturales: ¿cómo sería nuestro país si los cargos sensibles estuvieran ocupados por personas idóneas? Por ejemplo, un Ministerio de Defensa liderado por alguien con conocimientos en defensa, o embajadas, como las de España o Brasil, representadas por expertos en etiqueta y relaciones internacionales. La lista de casos en Chile es larga y no le estoy revelando ningún secreto.

¿Le incomoda esta realidad? A nosotros también. Pero entendemos que el carácter de una sociedad se forma a partir de lo vivido, lo heredado y lo creído. Por fortuna, el cambio es posible: las sociedades democráticas permiten a sus ciudadanos decidir y restaurar el orden perdido.

Una alternativa

Ese cambio requiere educación constante en la virtud para construir sobre ella. Creemos firmemente en cuatro pilares esenciales:

– Prudencia, para evaluar y tomar las decisiones necesarias que mejoren nuestra identidad nacional.

– Fortaleza, para enfrentar los desafíos de buscar el bien común.

– Justicia, para garantizar la igualdad de derechos de todos los individuos.

– Templanza, para proteger y avanzar sobre lo logrado.

Esto no es trivial; es lo que debe ser. Pero no somos “más de lo mismo”. Queremos que nuestras obras, hechos y valores sean los que hablen por nosotros.

Si está de acuerdo con este planteamiento, las puertas del Partido Nacional Libertario están abiertas para usted. Si cree que somos la alternativa que nuestra sociedad necesita para una nueva era de estabilidad, prosperidad y bienestar, lo invitamos a unirse a este proyecto. Sea usted bienvenido.