Cristopher Toledo, economista de Fundación Terram, menciona en una columna publicada hace una semana en este medio que el estancamiento de la salmonicultura nacional, tesis que defendemos desde Pivotes, es falso.
En su análisis, presenta una serie de cifras que refutarían este argumento y evidenciarían un bajo compromiso medioambiental de la actividad.
Es siempre valioso que más actores se sumen al debate sobre cómo se proyectará —o no— esta actividad en el futuro. Esta discusión no es menor, dado que la salmonicultura representa la segunda mayor exportación nacional. En ese sentido, desde El Centro de Incidencia Pública, Pivotes hemos mantenido una postura clara: creemos que esta actividad debe desarrollarse y crecer de forma sustentable y, por cierto, estamos convencidos que los datos respaldan dicha hipótesis. Al respecto, es interesante contrastar ciertos puntos que son planteados en la columna mencionada.
Algunas aclaraciones a lo planteado por la fundación Terram
En primer lugar, el representante de Terram argumenta que la salmonicultura chilena está lejos de estar estancada, ya que desde 2010 se han otorgado 272 concesiones salmonicultoras en las regiones mencionadas.
Al respecto, es importante realizar tres aclaraciones:
1. La columna no menciona que, como resultado de los efectos económicos y medioambientales generados por la crisis del virus ISA en el sur de Chile, se estableció en 2010 una moratoria para nuevas solicitudes de concesiones acuícolas en las regiones de Los Lagos y Aysén. Todas las concesiones otorgadas en estas regiones desde entonces corresponden a solicitudes que ya habían empezado su tramitación, y desde que la medida se extendió a la región de Magallanes en 2016, solo se han otorgado 16 concesiones.
Entonces, ¿qué porcentaje de las 270 concesiones se entregaron después de que todas las regiones estuvieran bajo moratoria? Un 5,9%. Tener en cuenta una medida tan gravosa como las moratorias es fundamental para que el análisis del estancamiento sea íntegro, ya que estas fueron implementadas precisamente a la mitad del período evaluado.
2. Afirmar que las cosechas han crecido un 3.652% desde 1990 requiere de un doble click a cómo se ha distribuido este crecimiento, ya que, de lo contrario, no es posible tener el panorama completo de la evolución de la actividad, sobre todo en los últimos años. Primero, los mismos datos que Terram menciona muestran que desde 2019 las cosechas no han aumentado y, segundo, el crecimiento de la actividad sin nuevas concesiones —debido a las moratorias ya mencionadas— responde principalmente a una disminución significativa de la mortalidad y los escapes desde 2016 en adelante, que coincide con el período en que comenzó el estancamiento.
Estos datos están bien documentados en el estudio de Pivotes “Una mirada a la salmonicultura chilena”, de febrero de 2024. Es evidente que, si mueren y escapan menos peces por tonelada producida, la cosecha aumentará. De igual manera, esto solo muestra una mejora en los estándares ambientales de operación, lo cual, en un ánimo de buscar una ruta de crecimiento sustentable, debería ser reconocido.
3. En tercer lugar, la columna sugiere que las salmonicultoras incumplen normas ambientales básicas y que el uso de sus concesiones es limitado. Ninguna actividad tiene un impacto ambiental nulo, y la salmonicultura no es la excepción. Sin embargo, esta actividad, como cualquier otra, está sujeta a los controles de la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA).
Al respecto, es la industria que tuvo más fiscalizaciones de la superintendencia entre 2014 y 2024 y, además, presentó una tasa de sanción de solo 10,8%, frente al promedio del 24,6% de los demás sectores económicos. Además, la mayoría de las concesiones que no son aprovechadas durante una temporada de productiva se encuentran en dicha condición por una importante razón: para asegurar buenas condiciones sanitarias, las empresas deben cumplir con períodos de descanso y calendarios sanitarios. Esto permite que la industria opere de manera sostenible, preservando los espacios donde desarrolla sus actividades.
Oportunidades perdidas por inmovilismo
Finalmente, hay un hecho que no podemos ignorar: se estima que la producción salmonicultora mundial crecerá un 40% para 2033, según la consultora especializada en productos marinos, Kontali. Paralelamente, Noruega, nuestro principal competidor, planea triplicar su producción para 2050. Lo curioso es que, mientras Chile ocupa el puesto Nº60 en el Índice de Desempeño Ambiental de la Universidad de Yale, el país nórdico ocupa la posición Nº7, por lo que es falso afirmar que Chile no puede hacer crecer su industria de manera sustentable.
El inmovilismo solo hará que dejemos en bandeja la oportunidad de crecimiento a otros países que, lejos de ser depredadores de sus ecosistemas, buscan un crecimiento sostenible. Sumar a más actores a este debate siempre será valioso, sincerando las posturas respectivas y tomando los datos que tengamos a nuestra disposición en pos de una discusión alto nivel. La relevancia de la salmonicultura para Chile y el mundo así lo amerita.