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El castigo a los estudiantes en Chile

Por Tu Voz

18 noviembre 2024 | 10:13

Por Matilde Valenzuela y Martín Morgado
Estudiantes de Cuarto Medio, integrantes de la comisión nacional de enseñanza media de las Juventudes Comunistas de Chile

Las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de amedrentamientos en contra de los estudiantes de nuestro país, nos hemos visto enfrentados al triunfo del relato de la derecha, que hace ver al estudiante movilizado como un enemigo de la ciudadanía y de la seguridad pública.

Este relato de ciertos sectores conservadores ha transformado al estudiante movilizado en una amenaza, afectando directamente su derecho a la educación y su libertad de expresión.

Un ejemplo claro de esta situación es el caso del alcalde electo de Santiago, Mario Desbordes, quien recientemente amenazó tanto a los estudiantes como a la rectora del Internado Nacional Barros Arana. De igual manera, en el Liceo José Victorino Lastarria, los estudiantes han denunciado medidas represivas que consideran injustificadas y que, además, obstruyen su derecho a la educación.

Por si fuera poco, antes de ayer 13 de noviembre de 2024, la situación empeoró en la Cámara de Diputados durante la discusión del presupuesto 2025. En este marco, se rechazó la partida presupuestaria para los Servicios Locales de Educación (SLEP) y el Sistema de Admisión Escolar, además de aprobarse una prohibición de acceso a la gratuidad en la educación superior para estudiantes de tercero y cuarto medio sancionados bajo la Ley de Aula Segura.

Estas decisiones no solo afectan a los estudiantes, sino también a las familias trabajadoras, a quienes se les cierran las puertas de las oportunidades educativas.

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¿El estudiante como amenaza?

Hoy más que nunca, como estudiantes secundarios, sentimos cómo la institucionalidad castiga a las familias trabajadoras de nuestro país, aislándonos de las mínimas oportunidades que el sistema ofrece y amenazando con retroceder en las conquistas que creíamos permanentes.

No es casualidad que, ante la posibilidad de que se limite el acceso a la gratuidad en la educación superior, la respuesta del presidente de la UDI, Guillermo Ramírez, sea culpar a esta política de haber disminuido las postulaciones al servicio militar.

Estas declaraciones dejan en claro que ciertos sectores políticos necesitan un ciudadano funcional a sus intereses económicos y de control, que acepten sin cuestionar las normas impuestas. Así, el estudiante que lucha por sus derechos y cuestiona el sistema es reprimido y señalado como una amenaza. Es evidente que sus intereses no están en garantizar el bienestar y el progreso de la ciudadanía, sino en moldear un tipo de ciudadano sumiso y funcional para sus propias agendas.

Como estudiantes y ciudadanos, comprendemos que la educación es la clave para el desarrollo de un país más justo y equitativo. La represión y el castigo a quienes defienden sus derechos no solo apagan voces individuales, sino que amenazan el derecho colectivo a una sociedad más crítica y participativa.

No podemos permitir que el miedo y la criminalización reemplacen la esperanza y la posibilidad de cambio. La educación pública y gratuita no es un regalo; es un derecho que debemos defender. Hoy, más que nunca, debemos levantar nuestras voces y unirnos para exigir una institucionalidad que nos vea, nos escuche y nos respete como ciudadanos.

Por un futuro sin barreras para el aprendizaje

Tenemos la responsabilidad histórica de organizarnos como un estamento social que ha sido motor de los cambios transformadores en Chile. Hoy nos toca, una vez más, levantar nuestras voces y actuar con convicción, defendiendo el derecho a una educación libre y accesible para todos. Desde la rebeldía, pero siempre con una lectura consciente de nuestra sociedad, no podemos permitir que las políticas de represión y amedrentamiento definan nuestro futuro.

Debemos reafirmar nuestro compromiso con la justicia, la igualdad y la construcción de una sociedad verdaderamente democrática. Es momento de unirnos como una fuerza implacable, capaz de exigir y mantener cambios profundos que garanticen derechos y oportunidades reales para las familias trabajadoras y las generaciones por venir.

No podemos dejar que su lema “Por la razón o la fuerza”, calle las voces rebeldes que buscan forjar un futuro sin barreras económicas o sociales para el aprendizaje.