Constantemente vemos comunicados y estudios desde la industria salmonera chilena intentando posicionar la idea de que el sector está “estancado”, “asfixiado” por la institucionalidad y sin posibilidades de crecer. En febrero de este año, por ejemplo, el Centro de Incidencia Pública “Pivotes” publicó un estudio relacionado con la industria en donde afirman que “las concesiones de acuicultura se encuentran estancadas, lo que es un impedimento para el crecimiento de esta industria”, pero ¿es esto cierto a la luz de los datos o más bien una idea instalada comunicacionalmente?
¿Estancamiento en la industria salmonera? Las cifras muestran otra realidad
Al observar el número de nuevas concesiones que se han otorgado para el cultivo de salmón, es posible identificar que solo durante la última década se han otorgado un total de 101 nuevas concesiones. Si ampliamos este periodo, podemos observar que, posterior a la crisis sanitaria del virus ISA, desde el año 2010 se han otorgado un total de 272 nuevas concesiones salmoneras en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, según datos de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA).
Respecto al supuesto “impedimento del crecimiento de la industria”, los datos describen una realidad muy diferente, que también desafía la narrativa del estudio. En un reporte que acabamos de publicar desde Fundación Terram sobre la evolución de las cosechas en el período 1990-2023, se constata que la industria salmonera en Chile ha experimentado un crecimiento de un 3.652% en sus cosechas durante este periodo, con una tasa interanual promedio del 13% (ver Gráfico).
Además, en tres de los últimos cuatro años analizados, las cosechas han superado el millón de toneladas, según datos del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (SERNAPESCA).
¿De qué estancamiento estamos hablando?
A pesar de que la narrativa de la industria apunta a una supuesta falta de crecimiento, los datos indican lo contrario. Además, podemos evidenciar que entre 2012 y 2022 la industria ha utilizado solo una fracción de las concesiones que tiene a su disposición. Durante este período, el número de concesiones pasó de 1.279 a 1.379, pero de este total solo se registró actividad en 1.013 concesiones, y en promedio, solo operaron activamente 353 centros de cultivo al año. Aún más revelador es que el 50% de los centros de cultivo con actividad reportada solo operaron en tres o menos años de los once analizados.
Este panorama plantea preguntas importantes: ¿qué está ocurriendo con todas las concesiones que operan solo de manera esporádica (entendiendo que existen descansos sanitarios coordinados) o que, simplemente, no se utilizan con fines productivos? ¿Por qué la industria insiste en la necesidad de nuevas concesiones si una parte significativa de las que tienen otorgadas permanece inactiva?
No hay que olvidar que el principal activo de la empresa salmonera es la concesión del bien nacional, como es la porción de mar, por lo cual su otorgamiento puede tener tanto fines productivos como especulativos, al ser la misma objeto de ventas, arriendos, garantías e hipotecas.
La falta de operación continua en muchas de estas concesiones no es un tema menor. Un informe reciente de la Contraloría General de la República, que surge de investigaciones realizadas por Fundación Terram, sobre una eventual configuración de la causal de caducidad por no operación de concesiones salmoneras en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, da cuenta que ha existido inacción y, de manera más estructural, una debilidad en los procedimientos del SERNAPESCA y la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas para fiscalizar y caducar dichas concesiones cuando no han cumplido los requisitos establecidos en la Ley General de Pesca y Acuicultura.
Chile sigue siendo el segundo mayor exportador de salmones a nivel mundial
Es fundamental que el debate público sobre la industria salmonera esté basado en datos y realidades concretas, y no en percepciones infundadas, en este caso de un estancamiento productivo que no sería tal. Esto es relevante también por el hecho de que el efecto que se acusa sería el estancamiento del empleo, sin tomar en cuenta que, durante muchos años, un aumento de la producción de salmones no se tradujo mecánicamente en mayores tasas de empleo, tal como hemos expuesto en otra investigación anterior.
Chile sigue siendo el segundo mayor exportador de salmones a nivel mundial, lo cual ha incluido una serie de incumplimientos sistemáticos de la regulación ambiental en zonas de alto valor natural, como es la Patagonia chilena.
Por ello, nos parece necesario contrastar con datos la narrativa que busca posicionar a este sector como “asfixiado” y a enfocarse en la eficiencia y responsabilidad de las concesiones ya existentes con la normativa vigente.
Debemos tener claro que las concesiones se ubican en determinados bienes nacionales, los que deben ser protegidos y administrados con el interés público presente, no solo bajo las presiones y deseos de expansión de un sector en particular.