El Estado de Chile no ha sido capaz de entender este nudo de complejidad geopolítica.

Al deslindar con Perú y Bolivia, la comuna altiplánica de General Lagos (capital Visviri) no solo es la más septentrional del país, sino que posiblemente la de mayor valor estratégico de Chile.

En General Lagos comienza (o termina) Chile y desde ella se visualizan los contrastes de desarrollo e inversión estatal con la zona fronteriza de Perú y Bolivia, ambas con un poblamiento constante y creciente, que se contrapone con el grave abandono de nuestra comuna por parte del Estado chileno.

General Lagos ostenta el triste récord de ser una de las cinco comunas con peor índice de desarrollo humano de Chile. Aún más y con la complicidad pasiva de ministerios cuya misión es cuidar la soberanía, nuestros recursos naturales y problemas fronterizos, Perú explota desde hace años, de manera ilegal y sin acuerdo con Chile, aguas tanto subterráneas como superficiales que también pertenecen a General Lagos, desviándolas a canales peruanos que luego se entregan a la minería de ese país o bien a Tacna para suplir su grave falta de agua.

A pesar de nuestros históricos reclamos, cartas, reuniones y publicaciones en la prensa, el actual gobierno no ha asumido este problema, ha mirado hacia el costado o, peor aún, ha demorado deliberadamente decisiones al no haber avanzado con Perú en el tratamiento de un asunto tan central para nuestra comuna.

¿Por qué ocurre esto? A estas alturas es evidente que la relación con Perú se sostiene en privilegios e intereses de grandes grupos económicos, que poseen muchísimo más peso que nuestras comunidades aimara del altiplano chileno. Perú no solo usurpa aguas subterráneas que forman parte de una cuenca común con nuestra comuna, sino que también desvía aquellas que fluyen por el río Uchusuma, atravesando nuestra comuna al norte de Visviri. Ese es el drama que afecta a General Lagos, una comuna que languidece y que desde hace décadas destaca por ser moneda de cambio.

Esto ha acelerado el declive de la población chilena en el altiplano, tanto que la disminución ronda el 50% desde 1992 a la fecha, sumándose a los problemas de agua, y a las graves deficiencias de infraestructura, conectividad y de servicios básicos que afectan a nuestras localidades. De los 54 alumnos de la escuela de Visviri, 41 son extranjeros -en su mayoría de origen boliviano-, retratando no solo la fuerte contracción de la tasa de chilenidad en nuestro altiplano, sino que la insondable decepción de nuestras poblaciones autóctonas hacia el Estado, y una adhesión silenciosa pero creciente de la población residente hacia otras identidades.

El Estado de Chile no ha sido capaz de entender este nudo de complejidad geopolítica, y ante el abandono y ausencia del Estado central, urge por lo mismo que las nuevas autoridades regionales de Arica y Parinacota dimensionen la profundidad y la extensión de los problemas multisistémicos que afectan a General Lagos y al altiplano chileno. No queda tiempo.

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